19 de marzo de 2024 19 / 03 / 2024

La pesca con delfines*

Hilda Suárez y Alejandro Balbiano

Imagen de La pesca con delfines*

Digital Stock

Hombres y delfines se han relacionado desde tiempos inmemoriales. Plinio el viejo (23-79 d. C.) Ya menciona, en su historia natural, interacciones en la pesca. Hay registros que abarcan diferentes tiempos y continentes, ejemplos que van desde el mediterráneo al norte de áfrica y australia. Sin embargo, existe un caso único, un tipo de pesca cooperativa entre hombres y delfines, en el estado de santa catarina, en el sur de brasil, donde son estos cetáceos quienes dirigen y controlan el trabajo.

Carlos tiene 50 años y la piel curtida por el sol. Pertenece a una familia con tres generaciones de pescadores: abuelos, hijos y nietos. Acaba de llegar, con su bicicleta, a la playa de Mar Grosso; más precisamente a las Molhes da Barra, una larga escollera construida artificialmente en la década de los años 70. Ésta separa, por un lado, el mar abierto y, por el otro, un extenso canal que comunica un sistema de tres lagunas, salobres e interconectadas, con el Océano Atlántico. Carlos vive en la ciudad de Laguna, ubicada a la entrada de la laguna de San Antonio (las otras dos son Imarui y Mirim).

Es muy temprano y el sol aún no ha iluminado las playas. También llegan otros pescadores, algunos caminando y otros en bicicleta. Acomodan sus redes mientras observan el agua afanosamente, en busca de sus socios de pesca, que vendrán de mar abierto y entrarán nadando en los canales: son delfines de la especie nariz de botella, mular o tonina (Tursiops truncatus). Sorprendentemente, los hombres no tocarán el agua hasta que sus compañeros de tarea aparezcan.

Comienza la pesca

Con la llegada de los delfines, los pescadores humanos toman sus posiciones: se colocan de pie, uno junto al otro, con el agua casi hasta la cintura, formando una hilera simple, paralela a la costa. En sus manos desnudas, la red de pesca (tarrafa, en portugués) que es una malla circular de nailon, con pequeños pesos en su borde y en el centro una soga larga que la mantiene unida al pescador.

El agua es extremadamente turbia, tiene menos de un metro de visibilidad y los hombres no pueden ubicar a los peces. Pero el otro actor de esta escena, el delfín, no necesita ver a los cardúmenes ya que dispone de un sistema de ecolocación, un biosonar muy preciso que a través de la emisión de sonidos de corta duración y alta frecuencia —entre 250 y 220 000 hertz— y su posterior recepción luego de chocar en algún objeto, forma en el emisor una imagen ecográfica tridimensional. Esto le permite identificar la dirección del cardumen, la distancia a la que se encuentra, su velocidad de desplazamiento, el número de peces que lo componen e, incluso, la especie a la que pertenecen. Un dato para tener en cuenta es que el oído humano percibe ondas sonoras comprendidas entre 20 y 20 000 hertz, por lo que no puede captar los sonidos de alta frecuencia producidos por los delfines.

Los hombres esperan. Uno o dos delfines nadan lentamente, saliendo en forma periódica a respirar. Sólo se observa su espiráculo —orificio respiratorio único— y ocasionalmente parte de la cabeza y boca. Se escucha claramente su respiración, como un soplido rápido y sonoro.

De pronto un delfín se sumerge y se aleja de los pescadores, gira en círculos rápidos, ahora sólo es visible su aleta dorsal; en segundos, su movimiento cambia, se dirige hacia los hombres ubicados en línea sobre la costa y hace una señal. Los pescadores que se encuentran frente a él arrojan sus redes y capturan a los peces, que quedan enredados en las mallas. Finalmente arrastran las redes a la playa y los otros pescadores que han estado esperando su turno los reemplazan en la línea.

¡Ahora!

¿En qué consiste la señal del delfín? Éste nada hacia los pescadores, se detiene abruptamente e inicia una natación rápida —a unos cinco o siete metros de la línea humana. Esta distancia lo mantiene seguro, fuera del alcance de las redes. A continuación saca completamente la cabeza, lomo y aleta dorsal, arqueándose de una manera rápida y exagerada en un medio salto, muy diferente a sus salidas a la superficie para respirar. Esto ocurre en Laguna. En Tramandai —unos 250 kilómetros más al sur— los delfines también colaboran con humanos en la pesca, pero la ejecución de la señal es muy distinta. Ahí los delfines se acercan a la línea de pescadores, sacan la cabeza fuera del agua, mirándolos, y la mueven de atrás hacia delante repetidas veces. Ningún delfín hace la señal sin antes exhibir la secuencia completa de comportamiento: sumergirse, alejarse de los pescadores y retornar a ellos en línea recta. Además, la señal no sólo indica la presencia de los peces sino también la dirección de su movimiento, el vigor del mismo y el tamaño del cardumen. Los pescadores interpretan de inmediato el mensaje del delfín, son verdaderos expertos en el comportamiento de estos animales.

La pesca en números

La pesca cooperativa se desarrolla desde 1847 y en ella han participado por lo menos tres generaciones de humanos y delfines. Es el caso de Chinelle, delfín hembra que tuvo dos descendientes; la hija, a su vez, tiene ya una cría. Todos ellos han participado activamente en la pesca. Ésta se realiza diariamente, diez meses al año, incluso con mal tiempo. En la sesión de pesca que presenciamos se alternaron sol y lluvia; los pescadores no salieron del agua hasta completar su trabajo.

La presa principal son los mujoles o lisas (Mugil cephalus), que en portugués se denominan tainhas. No es casual que en Laguna esta especie constituya el 92% del producto de la pesca, y que las mayores capturas se den entre abril y junio, ya que es cuando las lisas están migrando. Los peces juveniles, en cambio, son capturados principalmente entre noviembre y marzo. Sólo en los meses de julio y agosto —invierno en el Hemisferio Sur— cesa la actividad. Se han reportado capturas de otras especies, como Micropogonias furnieri y Pogonias chromis, en septiembre y octubre. Este método de pesca es muy eficiente para los humanos. Pescando con botos, como llaman a los delfines en portugués, capturan más peces y de mayor tamaño y peso —de 30 a 50 centímetros de largo y dos kilos de peso—, que si lo hicieran a la manera tradicional. En su mayoría el producto de las capturas se vende en los mercados de la ciudad de Laguna, lo que da sustento a unas cien familias.

Beneficio mutuo

Pero aún falta detallar cómo se benefician los delfines. Ellos toman ventaja de la confusión que causa la red al caer sobre el cardumen. Los peces que escapan de la red no pueden huir hacia la playa, pues allí está la pared formada por las piernas de los pescadores, y al adentrarse en el mar encuentran las bocas dentadas de los cetáceos. La pesca exitosa de los humanos se acompaña, generalmente, con lisas atrapadas entre las mandíbulas de los delfines.

El investigador ruso Vsevelod Bel"Kovich ha reportado delfines pescando lisas en el Mar Negro, para lo cual deben desarrollar una variedad de estrategias cooperativas pues los tiempos de búsqueda de las presas son largos y las persecuciones individuales poco productivas. El método de pesca en Laguna resulta fácil y exitoso, incluso para las madres con crías, que capturan peces con un mínimo esfuerzo.

Es importante destacar que los pescadores no llaman ni hacen señales a los delfines, de ninguna manera afectan su comportamiento. Más aún, jamás les dan pescado ni intentan tocarlos. Tanto hombres como delfines trabajan, sin distracciones.

En una ocasión un delfín quedó atrapado bajo una red y tiró de ella; no es difícil imaginar la fuerza de este animal, de casi tres metros y más de 300 kilos. Como ya mencionamos, los pescadores tienen un extremo de la red atada a la mano; el delfín arrastró al pescador, quien resultó con un brazo dislocado. Sin embargo, nadie le echó la culpa al delfín; al fin y al cabo, para todos se trató de un accidente de trabajo.

¿Transmisión cultural entre delfines?

El término "transmisión cultural" se utiliza en la etología —disciplina que estudia el comportamiento de los animales en su ambiente— para definir el proceso de aprendizaje por imitación en los animales (véase recuadro). Hasta hace poco los ejemplos más destacados provenían de ciertos primates y aves canoras, pero ya se ha empezado a considerar que los delfines también podrían ser incluidos. Estos animales, de amplia distribución geográfica y que viven largo tiempo, presentan gran complejidad social. En particular, los delfines que pescan en colaboración con humanos en el sur de Brasil exhiben comportamientos altamente ritualizados, repetitivos y muy coordinados con el ser humano. Varios estudios han permitido detectar elementos que apoyan la idea de una transmisión cultural de esos comportamientos, es decir, de una técnica especializada de pesca:

1) Se manifiestan en determinadas comunidades regionales y no aparecen en otras, donde las condiciones ambientales son aproximadamente las mismas: ocurren sólo en Laguna y en Tramandai y no en otras playas de la región.

2) Se transmite entre generaciones. En el caso de Laguna se conocen, por lo menos, tres generaciones.

3) Gran parte de estas comunidades regionales se quedan en el lugar. Los delfines pueden identificarse a través de fotos de sus marcas y cicatrices en la aleta dorsal y el lomo. Así se han identificado individuos residentes, en diferentes épocas y a lo largo de los años, tanto en Laguna como en Tramandai.

4) Gran parte de la población de delfines disemina dicho comportamiento: el 40% de los delfines de Laguna y el 100% en Tramandai desarrollan la conducta de pesca cooperativa.

5) Se transmite entre madres e hijos por facilidades sociales e imitación. Esto se ve reforzado, ya que las crías permanecen junto a su progenitora por alrededor de tres años.

6) Existen evidencias de lo que podría ser instrucción directa. En Tramandai se han visto madres con crías. acercamientos a los pescadores con sus redes; a veces las madres iban solas mientras la cría permanecía alejada y, otras, pescaban juntas.

7) Hay diferencias de comportamiento entre las comunidades regionales. En Laguna la señal es el semisalto vigoroso; en Tramandai, el movimiento de la cabeza.

Es interesante destacar que no todos los delfines de Laguna participan en la pesca cooperativa. Algunos de ellos incluso roban los peces, girando en el agua y levantando las redes cargadas de lisas. A estos delfines los pescadores los llaman malos —en portugués, ruim—, para diferenciarlos de los buenos, que trabajan con ellos.

Transmisión cultural en animales

El comportamiento es una compleja interacción entre ciertos patrones preprogramados en los individuos y el efecto del ambiente a través del aprendizaje.

El aprendizaje permite ajustar finamente la conducta en función de la experiencia y es una característica de muchos animales a lo largo de toda la escala biológica. Las capacidades y formas de aprendizaje esenciales son similares en muchos animales, pero entre más complejo es el sistema nervioso en cuestión, los patrones de asociación y memoria son más complicados. También estos patrones son más complejos en organismos que tienen un periodo de vida mayor. Por ejemplo, el aprendizaje en muchos insectos (con sus notables excepciones), es más limitado que en las aves o los mamíferos. Existen varias formas de aprender, pero las más comunes tienen que ver con la experiencia individual (a través de ensayo y error) o con el aprendizaje a partir de la conducta de otros individuos. A éste último se le llama "copiado" o "imitación". Por ejemplo, en los humanos el lenguaje es un patrón de conducta complejo que aprendemos de otros individuos (además de la tendencia congénita a su aprendizaje) y que se comparte entre generaciones. Debido a que la esencia de este aprendizaje es muy similar a la imitación (o es una imitación), los etólogos le han llamado "transmisión cultural". Más formalmente, los etólogos han definido la transmisión cultural como el "proceso de aprendizaje social dentro y a través de las generaciones". Basados en esta definición, es fácil identificar patrones conductuales de muchos animales en esta categoría Los ejemplos son abundantes: hay aves canoras que aprenden dialectos locales; algunas poblaciones de cuervos rompen semillas lanzándolas a las avenidas; ciertas aves abren las botellas de leche en las ciudades; algunos monos japoneses desarrollaron la conducta de lavar un tipo de camote antes de ingerirlo. En resumen, según la definición anterior el proceso de aprendizaje por imitación o transmisión cultural es similar en animales y en las sociedades humanas, y por ello no es sorprendente que los animales desarrollen conductas que les son útiles y que otros animales en la comunidad las aprendan. Además, ésta es otra evidencia de la continuidad de nuestro origen (aunque esto hiera alguna susceptibilidades).

Lo que posiblemente tiene una connotación diferente es la cultura (y no su transmisión), aunque todo depende de qué definición se use. En los animales se conoce una serie de ejemplos clásicos de transmisión cultural, sin embargo, todavía estamos lejos de entender si esa transmisión es volitiva, esto es, si existe el propósito de enseñar en los animales, que es un atributo de la cultura humana. Hay ejemplos de chimpancés y quizá de elefantes que parecen enseñar patrones conductuales a sus crías; sin embargo, es muy difícil demostrar la voluntad de enseñar sin recurrir antes a explicaciones más sencillas.

José Luis Osorno

Hilda Suárez y Alejandro Balbiano son biólogos egresados de la Universidad de Buenos Aires, Argentina. Hilda es profesora de ciencias naturales y coordinadora educativa del Instituto de Conservación de Ballenas, filial en Argentina del Whale Conservation Institute. Alejandro se dedica desde 1984 a la fotografía, profesión en la cual ha obtenido varios premios y también colabora en el Instituto.

Agradecemos la asesoría del doctor José Luis Osorno, investigador en etología en el Departamento de Ecología Evolutiva del Instituto de Ecología de la UNAM.

 
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