29 de marzo de 2024 29 / 03 / 2024

¿Quién es? 281

Luis Antonio Ladino Moreno

Anayansin Inzunza

Foto: Arturo Orta

La microfísica de las nubes y su influencia en el sistema climático.

Cuando voltea al cielo y observa las nubes, Luis Antonio Ladino siempre se pregunta de qué tipo son, cómo se formaron, si se disiparán o terminarán creando una gran tormenta. Las nubes son su pasión y su interés primordial como investigador del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la UNAM es comprender el rol de las partículas de aerosol como el hollín, las bacterias, las cenizas volcánicas, las sales marinas y el polvo mineral en la formación de nubes con cristales de hielo en el ciclo hidrológico.

Aunque inicialmente quería ser médico, el científico de 39 años se inclinó por la química, como si esta ciencia estuviera tatuada en su ADN. Estudió química en la Universidad del Valle, en Colombia, país donde nació; la maestría en ciencias químicas en la UNAM y el doctorado en ciencias ambientales en el Instituto Federal Suizo de Tecnología de Zúrich. Su preparación científica incluye dos estancias postdoctorales en Canadá, en la Universidad de Toronto y en el Misterio del Medio Ambiente y Cambio Climático. Actualmente, Luis Antonio es pionero en el estudio de la interacción entre aerosoles y nubes mixtas en México y Latinoamérica. Construyó dos cámaras de nubes, la UNAM-MOUDI-DFT y la UNAM-DFA, que se encuentran al nivel de otras similares construidas en Europa y Estados Unidos. La primera ha sido comparada con otras cámaras de nubes de diferentes grupos de investigación de Alemania, Inglaterra, Estados Unidos y Francia.

¿Por qué estudiar la microfísica de las nubes?

Las nubes forman parte del día a día y la pregunta que me hago es cuál es su papel en nuestras vidas. Se hacen proyecciones para el 2050 o el 2100 que contienen incertidumbres debidas a la influencia de las nubes en el sistema climático; se tiene información detallada sobre las nubes calientes, pero no sobre las nubes frías que contienen hielo y que generan la mayoría de las precipitaciones en latitudes tropicales y sobre los continentes. No sabemos bien a bien cómo se forma un cristal de hielo, qué tanto hielo tiene una nube y cómo se multiplica dentro de ella, las interacciones entre las gotas de nubes y los cristales de hielo y cómo aquellas se traducen en lluvia o granizo. Las nubes con hielo evitan que gran parte de la radiación solar llegue a la superficie terrestre y nos enfrían de manera eficiente. Las nubes desempeñan un papel fundamental en el control de la temperatura en la superficie, y los procesos microfísicos en su interior son variados y complejos por lo que para estudiarlos utilizamos diferentes plataformas.

¿Cómo son esas plataformas?

En Canadá, durante mi segundo postdoctorado, usábamos aviones que se metían dentro de las nubes y tomaban fotografías de sus gotas y cristales de hielo. En la UNAM construimos dos equipos, uno para estudiar agua de lluvia o agua de nubes en el que se crea una nube artificial en el laboratorio tratando de reproducir lo que pasa en la atmósfera y cómo se forman las nubes con hielo. En el segundo sistema, recolectamos partículas de aerosol que pueden provenir del desierto del Sahara, de incendios forestales o de cultivos agrícolas cuando se prepara el suelo y se llevan al laboratorio para generar una nube sobre ellas. Las partículas de aerosol son esenciales en el ciclo hidrológico, ya que sin ellas no hay nubes, y sin nubes no hay precipitaciones.

¿Es usted pionero en el estudio de las nubes que contienen hielo?

Es una gran satisfacción poder aportar información científica novedosa; en México soy pionero en el estudio experimental de nubes con hielo, trabajo vital para entender la importancia del aerosol atmosférico y de las nubes en el ciclo hidrológico y el sistema climático.

¿Es importante el trabajo multidisciplinario?

Por supuesto. Si nos unimos para tratar de responder una incógnita científica desde diferentes áreas del saber, el impacto será mayor. En mi caso, ha sido esencial mezclar la química, la física, la biología, la oceanografía y la meteorología. Ese enfoque multidisciplinario con colegas y distintas universidades lo trato de impulsar con mis estudiantes y, gracias a ello, entre muchos resultados, publicamos un artículo en la prestigiada revista Nature.

¿Y la experiencia de haberse formado en Colombia, México, Suiza y Canadá?

Jamás pensé en tener una maestría o doctorado, ni estudiar en el extranjero ya que vengo de una familia humilde, y ahora ser científico en la UNAM es para mí un sueño cumplido. Colombia y México comparten muchas cosas, la gente, la comida, el idioma, el clima, lo cual facilitó mi adaptación; el choque cultural me ocurrió en Suiza por el clima extremo, no hablar alemán, las diferencias culturales, y los altos estándares que maneja la sociedad suiza, de hecho, consideré varias veces desertar. En Canadá, aunque el clima es también extremoso, disfruté mucho la ciudad de Toronto pues hay gente de todo el mundo.

Pionero en el estudio experimental de los procesos físicos que ocurren en las nubes que contienen hielo: cuánto va a llover y por qué ocurren las granizadas atípicas y los fenómenos de precipitación extremos.

¿Qué significó ser galardonado con la Cátedra de Investigación para Jóvenes Científicos Marcos Moshinsky?

Me siento muy orgulloso y agradecido con la Fundación Marcos Moshinsky y el Instituto de Física de la UNAM. Fue sorpresivo pues es la primera vez que se otorga a un académico de nuestro instituto; representa un voto de confianza a los aportes que podemos hacer en la solución de la crisis climática. El dinero otorgado lo invertiremos en el proyecto que presenté para concursar por la cátedra, que consiste en combinar mediciones de campo, experimentos de laboratorio, observaciones a nivel superficial y vía satélite con un modelo climático regional para entender los patrones de precipitación sobre el Valle de México: tendencias de las lluvias y comprender por qué ocurren las granizadas atípicas y los fenómenos de precipitación extremos. Esperamos obtener información sobre las manifestaciones del cambio climático en la región para que los tomadores de decisiones actúen a tiempo.

¿Qué dice a los jóvenes que consideran estudiar una carrera científica en la UNAM?

Hay muchos retos y, para solucionarlos, necesitamos una fuerza científica local que estudie los procesos regionales. La UNAM lo es todo para mí y estoy agradecido con México; tuve los mejores mentores, así que intento guiar a mis estudiantes para hacer investigación de calidad.

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