Se podría decir que hay cierto tipo de canibalismo que todos practicamos con frecuencia. Si vives con más de una persona en casa, lo has practicado. Si vives solo y te encuentras sumamente perturbado, seguramente cometes “autocanibalismo”. Si viajas en transporte público, es probable que ínfimos trozos de millones de personas hayan recorrido tus seis metros de intestinos. Pero no te preocupes, el canibalismo que realizas, espero, es involuntario e inevitable.
Cada día se desprenden de nosotros cerca de 1.5 gramos de células muertas de la piel o queratinocitos. Y como sospecharás “vuelan” hacia donde las lleve el viento. Por suerte, buena parte de ese recubrimiento humano es un festín para los omnipresentes ácaros del polvo, mientras que otro poco se va al drenaje en nuestras duchas diarias o por el lavamanos. Sólo una pequeña porción de la piel muerta se integra al aire que respiramos y tragamos, al polvo que invade nuestro hogar, a los alimentos que consumimos y demás objetos cotidianos.
¡Ah! pero no olvides multiplicar esa pequeña porción por todos los humanos que puedas contar. Por eso, querido “caníbal”, te invito a no dejarte impresionar o cohibir por tal revelación; acepta tu naturaleza, procura alimentarte sanamente y bebe suficiente agua. Tu piel lo merece, tú lo necesitas, y este mundo dermófago te lo agradecerá.
Leonardo Cruz Rodríguez
Estudiante de biología Facultad de Ciencias, UNAM
Leonardo Cruz Rodríguez
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