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¡Ensenadísima!

Manet Estefanía

¿Cómo ves?

El Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE), Baja California, me adoptó e integró a su comunidad científica. Durante un verano formé parte de un grupo de investigación que se reunía para estudiar, discutir un proyecto y hacer experimentos en el Laboratorio de Ecología Molecular, instalado en el edificio de oceanología.

"Los datos arrojados por el espectrofotómetro confirman la presencia de ADN en la solución". Fui feliz al oír esta frase. Estuve estudiando unos protocolos de laboratorio para extraer ADN de unas muestras de tejido de abulón, molusco de gran interés para el sector pesquero de Baja California. Después de someter esas muestras a distintos reactivos y a miles de revoluciones en la centrífuga, por fin obtuvimos la deseada biomolécula. Mi trabajo estaba completo.

Otra de mis experiencias favoritas ocurrió cuando íbamos navegando en el Océano Pacífico y del agua emergieron cabezas de hocico puntiagudo, cuerpos grises con manchas claras, aletas dorsales y espiráculos. Era una manada de Delphinus delphis que nos acompañó por varios minutos. Me gusta pensar que así socializan los delfines con los visitantes del Puerto de Ensenada.

Entendí por qué Ensenada fue declarada "ciudad del conocimiento": nuestras pláticas de ciencia podían ocurrir fuera del laboratorio, al atardecer, en cualquier sitio. Las noches se iluminaban con miles de estrellas, y mientras las contemplaba, trataba de entender cómo se pueden establecer las coordenadas de latitud y longitud a partir de mediciones de los astros. Fue un verano hermoso y productivo.