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Tras la huella de las proteínas

Armando de Maria y Campos Adorno

¿Cómo ves?

Desde que se conocen y se identificaron, las proteínas han sido consideradas moléculas fundamentales para la vida. ¡Y lo son! No es casual que su nombre se derive de la palabra griega proteios, que significa prominente o primordial. Sabemos que sus componentes, los aminoácidos, se encuentran entre los principales tipos de nutrientes.

Existen miles de clases de proteínas en la naturaleza, y se presentan en todo tipo de formas y tamaños. Cada una de ellas cumple con una función específica en el cuerpo, ya sea en la piel, los músculos, los nervios o incluso en el cerebro. Pero una de sus funciones más importantes es controlar cómo se usa la información genética.

En el ADN del núcleo de cada una de nuestras células están todos los genes que heredamos de nuestros padres y demás antepasados. Estos genes nos hacen ser tal y como somos. Pero no toda esa información genética se usa todo el tiempo. Cada célula de cada tejido del cuerpo usa sólo la parte de la información de su ADN necesaria para producir sólo las proteínas que se necesitan para que nuestro organismo funcione adecuadamente. Se trata de un proceso fascinante, controlado ¡por las propias proteínas! Sin ellas, la regulación de las funciones del organismo no podría llevarse a cabo, y el edificio de la vida se desplomaría en un instante.