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¿Una anciana con lentes y chongo?

Brenda Ximena García González

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—Biblio ¿qué? —es lo que las personas responden cuando se enteran de la carrera que estoy por terminar.

—Bibliotecología —les aclaro, acostumbrada a la misma reacción.

—¿A poco se estudia para acomodar libros? —preguntan burlonamente—. Y para qué, si las bibliotecas están destinadas a desaparecer con el internet y las nuevas tecnologías.

En realidad el nombre completo de la carrera es Bibliotecología y Estudios de la Información, y nos enfocamos en cómo organizar la información para hacerla accesible a todos sin importar su soporte. Por eso esta labor se dirige a muchas áreas del conocimiento como el arte, la industria editorial, la mercadotecnia, la historia, la docencia, la comunicación y la estadística. Evidentemente esta disciplina también tiene relación con las nuevas tecnologías.

El bibliotecólogo contribuye a difundir el conocimiento; pone a disposición de las personas la información y los recursos que solicitan para sus investigaciones y los guia en su búsqueda de datos. También planea y crea nuevos sistemas que ayuden a recuperar y acceder a la información. Por eso la bibliotecología no sólo se ejerce en las bibliotecas, también en empresas privadas, dependencias del Estado, repositorios digitales, centros de documentación, museos, archivos, editoriales, periódicos, instituciones educativas y de investigación, consultorías… ¡hasta televisoras!

O sea, no. Los bibliotecólogos no acomodamos libros, ni callamos con un espantoso “shh” a diestra y siniestra a los usuarios de las bibliotecas (¡que no van a desaparecer!), ni somos una anciana con lentes y chongo, ni hemos leído todos los libros que se encuentran en la biblioteca... esos son bibliotecarios.

—Biblio ¿qué?