25 de abril de 2024 25 / 04 / 2024

Marte, más cerca que nunca

José de la Herrán

Imagen de Marte, más cerca que nunca

Imagen: NASA

A fines de este mes, concretamente el 27 de agosto, el enigmático planeta Marte estará a 56 millones 760 mil kilómetros de la Tierra: la menor distancia que en tiempos históricos ha habido entre los dos planetas.

Marte siempre nos ha parecido un planeta enigmático debido quizá a dos razones, una subjetiva y la otra objetiva. La subjetiva se relaciona con su color rojizo, lo que ha hecho que la humanidad, desde que se fijó en él, lo haya considerado como un planeta siniestro porque evoca el fuego y la sangre; así, se le ha relacionado con tragedias, desastres y catástrofes. Por ejemplo, en su mitología los griegos lo llamaban Ares y lo consideraban el dios de la guerra. En consecuencia, se aterrorizaban cuando el planeta se acercaba a Antares —una gigante roja que los astrónomos llaman “El alacrán”—, la estrella más brillante de la constelación Scorpius, pues temían una pelea entre ellos y, por extensión, la ocurrencia de toda clase de percances y calamidades para los humanos. De hecho “antares” significa “antimarte”. Este acercamiento entre Marte y Antares ocurre cada 687 días, tiempo que tarda Marte en dar la vuelta al Sol.

La razón objetiva es que Marte es el único planeta que cambia de brillo en forma muy notable en su tránsito por el cielo, al grado que en ciertas épocas casi no se percibe y en otras, su brillo sobrepasa al de los demás objetos celestes, con excepción, claro, de la Luna y el Sol. El cambio de brillo se debe a que la distancia entre Marte y la Tierra varía enormemente; cuando se encuentra más cerca, como ahora, se halla a menos de 60 millones de kilómetros de nosotros y, cuando está más lejos, antes de desaparecer detrás del Sol, se encuentra a casi 400 millones; esto es, una proporción de 1 a 6 en distancia, lo que significa una disminución de su brillo de 1 a 36 (según la ley física que dice que el brillo de una luz disminuye con el cuadrado de su distancia; si se aleja al doble, su brillo disminuye a la cuarta parte).

Pero hay más razones que han hecho a Marte enigmático. Alrededor de 1880, al observarlo en su telescopio, el astrónomo italiano Giovanni Schiaparelli (1835-1920) descubrió en él una serie de finísimas líneas que le parecieron canales y cuya hechura atribuyó a seres inteligentes. Supuso que los habían construido para irrigar, con el agua de deshielo de los polos, las zonas tropicales y así lograr el crecimiento de vegetales, indispensables para la supervivencia de estos supuestos seres, ya que Marte es un planeta sin océanos que proporcionen el agua de lluvia fundamental para la vida vegetal y por consiguiente animal.

El descubrimiento de Schiaparelli, quien dibujó y publicó planos detallados de sus observaciones, provocó gran conmoción en Europa por el significado que tendría para la humanidad que en el planeta vecino existiese una civilización que además parecía más avanzada que la nuestra, ya que habría construido obras de irrigación tan gigantescas que podían verse desde la Tierra. Pero otros astrónomos no encontraron rastro de los canales al observar Marte con sus telescopios, lo que fue causa de una fuerte controversia con Schiaparelli.

Cráteres y riscos marcianos

Cuando tuvo noticia del debate que había en Europa sobre los supuestos canales, el acaudalado estadounidense Percival Lowell (1855-1916) decidió construir un moderno observatorio en el mejor lugar posible para estudiar Marte y comprobar los hallazgos de Schiaparelli. Visitó, entre otros sitios, México, con la idea de conocer la calidad de su cielo, que a fines del siglo XIX tenía fama de ser excelente para observaciones astronómicas. Montó en nuestro país un telescopio (vecino al desaparecido Observatorio de Tacubaya), con el que hizo cuidadosas observaciones que corroboraron la transparencia de nuestro cielo, pero finalmente se decidió por Arizona, dada la ausencia de lluvias y sus noches despejadas. Allí erigió el Observatorio de Flagstaff, con el cual confeccionó detallados planos de Marte que apoyaban la hipótesis de la existencia de canales.

Por todo lo anterior, a principios del siglo XX mucha gente estaba convencida de que había vida inteligente en el planeta rojo. Un incidente da cuenta de ello: alrededor de los años treinta, Orson Welles escribió un radioteatro basado en la novela La guerra de los mundos, de H. G. Wells, en la cual los marcianos deciden apoderarse de nuestro planeta y eliminarnos con su “rayo de la muerte”. La transmisión del radioteatro provocó una ola de pánico en la vecindad de Nueva Jersey, en los Estados Unidos, al “anunciar” la llegada de los marcianos, cosa que mucha gente tomó como noticia real y huyó despavorida.

Mientras tanto, el debate entre astrónomos por los canales en Marte siguió adelante; por cierto y, por causa de ese debate, durante el acercamiento de Marte a la Tierra (Oposición) de 1941, mi padre y yo construimos un telescopio reflector de 30 cm de diámetro, solamente con el propósito de ver las líneas que supuestamente eran canales, cosa que logramos, e hicimos dibujos a colores de sus posiciones sobre el planeta rojizo.

Un trabajo mucho más completo fue el de los astrónomos mexicanos Elpidio López y Francisco Escalante en el libro El planeta Marte, donde aparecen docenas de dibujos realizados por ellos y por otros astrónomos a lo largo de 50 años de observaciones iniciadas en 1907, en los que invariablemente están los canales de Schiaparelli y Lowell.

CARACTERÍSTICAS
TIERRA
MARTE
DIFERENCIAS
Duración del día
24 hrs.
24 hrs. 37 min.
parecidas
Duración del año
365.25 días
687 día
casi el doble
Inclinación del eje
23 º 27’
25 º 10’
parecido
Diámetro
12 750 km
6 800 km
55% menos
Masa
1.0
0.1
90% menor
Densidad
5.5
4.0
parecidas
Atmósfera
77% N, 18% O 1% Argón
95 % CO2, 3 % N, 2% Argón
 
Corteza
Si, Fe, Ca, Al, etc.
Si, Fe, Ca, Al
parecidas
Velocidad de escape
11.2 km/s
5.1 km/s
casi la mitad
Aceleración de gravedad
9.81 m/s2
3.76 m/s2
una tercera parte
Distancia del Sol
150 millones de km
288 millones de km
63% mayor
Calor que reciben
del sol
menos de 100%
44%
la mitad

Finalmente, la controversia sobre los canales en Marte se resolvió poco después del comienzo de la era espacial en 1957, con la puesta en órbita del Sputnik I, primer satélite artificial de la Tierra. Las primeras imágenes de Marte tomadas por la astronave automática Mariner 4 en 1965 revelaron que en realidad no existían los canales y que su observación en los telescopios terrestres se debía a diversos efectos de alineación de detalles sobre el planeta— como cráteres, riscos, cauces de viejos ríos, etc., que parecen formar líneas rectas—, ligada a efectos de difracción en la óptica de ciertos telescopios.

La difracción consiste en que el sistema óptico de aparatos como telescopios y microscopios, según su diseño, genera imágenes espurias que no existen en realidad. Con ello terminó la controversia sobre la existencia de los canales, pero no el debate sobre la posible existencia de vida presente o pasada en aquel planeta.

Entre tormentas de arena y agua

Después de un largo periodo que se dedicó a la exploración de la Luna, a las misiones de los Voyager I y II (que recorrieron los planetas lejanos) y al Telescopio Espacial Hubble, comenzó una nueva etapa en la investigación de Marte. En 1996 se lanzó la misión Pathfinder y después se colocaron en la órbita marciana astronaves dedicadas a obtener toda clase de información sobre la atmósfera y el suelo del planeta. Ahora contamos con mapas de la superficie de Marte tan detallados como los de la Tierra, con datos sobre la atmósfera marciana, su composición, presión, temperatura y las tormentas de arena y, lo más importante, información que indica la existencia de agua bajo la superficie marciana.

Pero Marte sigue siendo enigmático, aunque ahora se debe a los últimos descubrimientos. Por ejemplo, ¿por qué no se ha encontrado agua en la superficie? y, dados los cauces de ríos desaparecidos, ¿habrá existido en el pasado vegetales, animales y, por qué no, vida inteligente? Justo este mes se dirigen a Marte varias astronaves automáticas (las Rover, el Mars Express, etc.), que seguramente, después de su llegada en enero de 2004, responderán, aunque sea en parte, a éstas y otras preguntas sobre el planeta rojo.

Una de las naves se quedará orbitando Marte para continuar con el estudio de su atmósfera y superficie; otras, como las Rover, se posarán sobre la superficie y buscarán rastros de agua subterránea y de vida pasada y, tal vez, presente. No se ve ninguna razón por la que el planeta no haya podido albergar en el lejano pasado vida compleja, esto es, vida de seres más elaborados que simples protozoarios, especialmente en los mares que, por la información ya recabada, se sabe deben haber existido, especialmente en el hemisferio norte.

Principales misiones a Marte

NAVE Año Objetivos País
Sputnik 22 1962 Intento de sobrevuelo URSS
Mariners
6 astronaves
1964-1971 Primeras imágenes cercanas EUA
Zond 3 1965 Sobrevuelo marciano URSS
Cosmos 419 1971 Intento de amartizaje URSS
Mars 3 1971 Amartizaje URSS
Viking I y II 1975 Se posan sobre Marte
Imágenes y análisis del suelo marciano
EUA
Phobos 2 1988 Orbitador marciano URSS
Mars Observer 1992 Satélite
Cartografía y atmósfera
EUA

Mars Globar

Satelite Surveyor
1996 Miles de imágenes
Cartografía detallada
EUA
Pathfinder/Sojourner 1996-1997 Exploración y análisis de la superficie EUA
Mars Surveyor 1998 Perdido por error humano EUA
Nozomi 1998 Orbitador marciano JAP
Mars Polar Lander 1999 Intento de amartizaje polar EUA
Mars Odyssey 2001 Satélite de observación EUA
Mars Rover 2 2003 Robot "inteligente" en camino EUA
Mars Express 2003 en camino ESA
Orbiter Lander 2007   EUA
Misión tripulada 2020 ? Comunidad mundial?

Muchos acariciamos la idea de que en Marte haya existido vida. Es evidente que ahí ciertos cambios han ocurrido a un ritmo más acelerado que en nuestro planeta debido por lo menos a dos razones: es más pequeño y se encuentra más alejado del Sol que la Tierra; por ello, se ha enfriado más rápidamente que ésta y la pérdida de su atmósfera y los cambios de clima ocurrieron millones de años atrás.

¿Hemos estado acompañados?

Lo anterior nos permite fantasear sobre lo emocionante que sería excavar por debajo de los desiertos de arena marcianos y encontrar ahí muestras de antiquísimas civilizaciones, desarrolladas en el planeta cuando las condiciones de su clima, atmósfera y humedad eran propicias. ¡Qué dramático sería hallar restos de sus construcciones y constancias del alcance de su inteligencia, tal vez grabada en documentos o en formas mucho más avanzadas! ¡Qué reto descifrar sus escrituras, si las hubiere, o sus formas de preservar sus logros! ¡Que sensación nos causaría saber que aunque estamos solos en el espacio, no lo hemos estado en el tiempo...!

De todo esto surgen dos conclusiones, que se irán consolidando en el futuro cercano. La primera es que los estudios derivados de las misiones a Marte resolverán muchas de las incógnitas que ahora nos intrigan; pero, como siempre pasa, las respuestas que obtengamos, generarán otras, quizá en mayor número que las que ahora tenemos.

Hace medio siglo, Wernher von Braun, el padre de la astronáutica moderna, presentó a la comunidad científica un trabajo titulado The Mars Project, en el que describía, con todo detalle, una expedición de científicos a Marte cuya duración sería de dos años. De este trabajo surge la segunda conclusión, simple pero contundente: para obtener respuestas categóricas sobre si en el pasado existió vida inteligente en Marte. Y por ello... ¡hay que ir!

El ingeniero José de la Herrán tiene una larga trayectoria en la divulgación de la ciencia. Actualmente es miembro del Consejo editorial de ¿Cómo ves? y jefe del Departamento Técnico de la Dirección General de Divulgación de la Ciencia de la UNAM.

 
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