De entrada 19

Estrella Burgos

El mago está por concluir su espectáculo. Ya hizo surgir palomas en el interior de sombreros de copa que estaban vacíos, multiplicó una mascada verde, también cortó una cuerda en trozos con una tijera grande y luego, con un simple movimiento de la mano, volvió a unirlos. Ahora muestra al público una baraja, mezcla las cartas y pide a un espectador que tome una sin que él pueda ver cuál es, le dice que memorice sus características, la devuelve al mazo, divide la baraja en tres partes… con más o menos maniobras, termina por anunciar cuál fue la carta seleccionada. ¿Cómo lo supo? El público tiene idea de que el sombrero del mago es de doble fondo, y la tira de mascadas que hizo salir de su puño estaba escondida en su manga , al igual que la cuerda sin cortar. Pero ¿una carta?, ¿acaso puede leer el pensamiento?, ¿o tiene un cómplice que se colocó cerca del espectador que seleccionó la carta, la miró de reojo y con una señal secreta hizo saber al mago de qué carta se trataba?, ¿la baraja estaba alterada?

La solución, a ese y otros trucos de magia, está en las matemáticas; así lo explica con todo detalle el artículo de portada de la presente edición. Pero en todo ello hay algo más que entretenimiento. Como en alguna ocasión dijera Juan José Rivaud, recientemente galardonado con el Premio Nacional de Divulgación de la Ciencia, las matemáticas nos muestran cuán poderoso es razonar, amplían nuestra capacidad para resolver problemas en cualquier ámbito de la vida y, por si fuera poco, nos hacen más sensibles a las manifestaciones del arte; nos permiten ver más allá de la primera impresión y apreciar los detalles de la creación artística. Conocer algunos de los secretos de un buen mago puede ser la mejor manera de acercarse a esta disciplina.