De entrada 219

Estrella Burgos

“No quiero estar sin ti. Si tú no estás aquí, me sobra el aire. No quiero estar así, si tú no estás la gente se hace nadie…” Con estas palabras empieza una canción de Rosana, compositora y cantante de las Islas Canarias. Es una bella canción, conmovedora, triste, y posiblemente no pocos se identifiquen con ella. Pero, ¿por qué el amor puede hacernos felices o desgraciados? ¿Hay un punto medio? ¿Qué cabe esperar si uno se enamora? Y, sobre todo, ¿puede ayudarnos el conocimiento científico a tener mejores relaciones amorosas? Omar Torreblanca revisó las investigaciones al respecto, no sólo de la psicología, también de la sociología, para darnos respuestas en el artículo de portada.

Daniel Martín Reina nos recuerda la historia de un telescopio gigantesco, el Leviatán, construido en la década de 1840 en Irlanda por el Conde de Rosse. Ya Susana Biro había escrito para ¿Cómo ves?, en el No. 204, sobre este hombre visionario y sus afanes como astrónomo y creador de instrumentos de observación. Ahora Daniel complementa ese relato con el de la inventiva y pericia técnica del conde que hicieron posible el Leviatán.

Miguel Ángel Cevallos vuelve a estas páginas para contarnos de auténticos oráculos de nuestra salud y esperanza de vida. No se trata de antiguos dioses, sino de algo que llevamos en nuestras células: las puntas de los cromosomas, conocidas como telómeros. La pregunta es si podemos utilizar lo que se sabe de ellos para reconquistar la juventud o si, por el contario, estaríamos arriesgándonos a una muerte prematura.

¿Por qué no todos tenemos la misma personalidad? Bueno, ¿por qué ni siquiera con los gemelos idénticos sucede así? José Alfredo Zepeda, Verónica Reyes-Meza y Armando Bautista, todos ellos investigadores del Centro Tlaxcala de Biología de la Conducta, nos cuentan lo que se sabe sobre el comportamiento de los animales en ciertas situaciones, y del propio ser humano, y describen qué factores influyen en cómo es cada quién, desde un insecto hasta nuestro ser más querido. Y volviendo al amor, te deseamos un muy disfutable 14 de febrero.