25 de abril de 2024 25 / 04 / 2024

Ojo de mosca 179

Maniqueísmo, o el mundo en blanco y negro

Martín Bonfil Olivera

Cada vez que hay elecciones, o que se juega una final de futbol, o en general cada vez que hay una competencia entre dos facciones, la opinión de la gente se divide.

Aunque muchas veces todo queda en confrontaciones más o menos razonables, es frecuente que las posturas se polaricen hasta volverse extremas. Se hace entonces imposible adoptar posturas intermedias, moderadas, pues uno y otro bando acusarán a quien las defienda de pertenecer al bando enemigo. Surge entonces el conflicto, en ocasiones violento.

¿Por qué esta tendencia a irse a los extremos, a ver las cosas en blanco y negro, sin medias tintas? Quizá es una característica de nuestro cerebro.

En efecto: al abordar un problema nuevo, lo más común es que obtengamos abundantes datos, que cuesta trabajo analizar. Para hallarles sentido, para entender e interpretar la situación, y tomar la decisión más adecuada al respecto, necesitamos tiempo.

Pero muchas circunstancias requieren una respuesta rápida. Ante eso, una primera aproximación, con frecuencia eficaz, puede ser ver las cosas en términos dicotómicos, de dos opciones opuestas: blanco/negro, día/noche, bueno/malo, hombre/mujer, cierto/falso. A veces basta con eso para entender, a grandes rasgos, el problema, y poder dar una respuesta.

Pero en la gran mayoría de los casos, al analizar más detenidamente la situación, queda claro que las cosas no son tan simples, y que el pensamiento dualista, la reducción a dos opciones, resulta insuficiente. El mundo real normalmente no consiste sólo en blanco y negro, sino en una amplia gama de grises… y con frecuencia, en un arcoíris completo de colores.

Es por eso que la ciencia, la filosofía, el pensamiento crítico y toda actividad intelectual rigurosa, en general, suele a menudo ir en contra de nuestra primera impresión intuitiva, del "sentido común".

En el siglo III, en Persia, el filósofo Manes fundó una religión, la de los maniqueos, que proponía dos principios: el de la luz, buena y creadora, y la oscuridad, mala y destructora. Aunque fue muy exitosa hasta el siglo VII, hoy se la recuerda solamente por el uso de la palabra "maniqueísmo", que la Real Academia define como la "tendencia a interpretar la realidad sobre la base de una valoración dicotómica".

Hoy el maniqueísmo es claramente reconocido como un vicio del razonamiento. Es una lástima que, como sociedad, aún no hayamos aprendido a superarlo, y sigamos padeciendo lo que Sergio de Régules, coordinador científico y autor frecuente de esta revista, ha definido (por la tendencia de la bola a irse a uno de los dos canales, pero nunca por en medio) como "el síndrome de la mesa de boliche".

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