28 de marzo de 2024 28 / 03 / 2024

Ojo de mosca 216

Responsabilidad

Martín Bonfil Olivera

“Un gran poder conlleva una gran responsabilidad”, es el lema del Hombre Araña. Y pocas cosas hay en el mundo moderno que sean más poderosas que la ciencia y la tecnología.

La historia del desarrollo humano no puede separarse del avance del conocimiento. Es una historia que tiene sus raíces en el proceso evolutivo que dotó a nuestra especie de una herramienta de supervivencia especialmente útil: un cerebro altamente desarrollado. Éste nos permite analizar información y encontrar patrones, percibir el entorno y predecir, aun si es de manera limitada, el futuro posible, y nos ayuda así a encontrar las mejores estrategias para subsistir.

El desarrollo del lenguaje permitió que nuestra especie creara la cultura. Es decir, que pudiera romper las barreras de la biología para heredar información útil para la supervivencia que va mucho más allá de lo que pueden lograr los genes, los instintos o el aprendizaje directo por observación e imitación. A través de la cultura, el conocimiento, es decir, la experiencia acumulada de nuestra especie en la lucha por sobrevivir, puede conservarse para ser aprovechada por las generaciones futuras.

Una parte importantísima de esta cultura, junto con otros valiosos productos de la actividad humana como las humanidades o las artes, es la cultura científica: la acumulación de conocimiento sobre la naturaleza, pero también de los métodos y herramientas para obtener tal conocimiento, y para someterlo continuamente a prueba para poder así depurarlo y mejorarlo. En cierto modo, la ciencia es el refinamiento más reciente de ese proceso evolutivo que ha permitido a nuestra especie sobrevivir y desarrollarse.

La mejor prueba del poder del conocimiento científico, y de sus aplicaciones a través de la tecnología, es el daño que el ser humano ha causado al ambiente en que vive en los últimos pocos siglos, y en particular en las últimas décadas. Extinción de especies, contaminación de hábitats, alteración de ecosistemas, desforestación, desarrollo de armas de fuego, atómicas, químicas y biológicas, daño a la capa de ozono y, más recientemente, liberación de gases de efecto invernadero que están causando un cambio climático a nivel global.

¿Quiere esto decir que debemos detener el desarrollo científico y tecnológico, que la ciencia y la tecnología son dañinas?

No. Quiere decir que son herramientas tan poderosas que estamos obligados a aprender a manejarlas con responsabilidad para que no se vuelvan en nuestra contra. A tomarnos el tiempo para analizar sus posibles consecuencias antes de aplicarlas. Sólo así podremos considerar que hemos madurado como especie.

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