26 de abril de 2024 26 / 04 / 2024

Ojo de mosca 231

De la diversidad a la justicia

Martín Bonfil Olivera

El mes pasado se habló en este espacio de la importancia de la diversidad en todas las áreas, y se usó como ejemplo la diversidad biológica, fuente de riqueza de la que abreva la evolución por selección natural.

Pero no sólo en biología la diversidad es un bien valioso: también en muchas esferas de la actividad humana la diversidad es lo que hace posible el progreso, la adaptación y hasta la justicia y la equidad.

El arte, y en general la cultura, son quizá los mejores ejemplos del valor de la diversidad. Igual que ocurre con la evolución, donde no se puede hablar de especies “mejores” o “peores” que otras, sino sólo diferentes y adaptadas a sus respectivas circunstancias, en el arte hay un proceso de avance, de evolución, que produce cada vez más diversidad, pero no un “mejor” arte.

Como todo proceso darwiniano –y la cultura humana está llena de ellos–, el arte explora rutas diversas y ramificadas en el espacio de posibilidades: los senderos infinitos de la creatividad humana. Nos da así la oportunidad de disfrutar de obras que nunca antes habían existido. Querer guiar o controlar el rumbo de la exploración artística sería un sinsentido: sólo empobrecería de la variedad de arte que es capaz de producir la humanidad.

Lo mismo ocurre en ciencia. Claro, hay ciertos rumbos que a los científicos les interesa explorar: aquellos que ayuden a responder ciertas preguntas, a resolver ciertos problemas (algunos urgentes). Pero, por su propia naturaleza, la investigación científica es también un proceso de exploración azarosa, darwiniana, en el que nunca se sabe dónde se puede uno topar con un hallazgo extraordinario que lleve a un gran avance. Hay que explorar con rigor todas las vías posibles, aún si muchas resultan callejones sin salida. La diversidad en ciencia es la mejor garantía del avance.

¿Y qué hay respecto a la justicia? En una sociedad, la diversidad de creencias, opiniones y puntos de vista es indispensable para garantizar no sólo que se busquen y encuentren las mejores soluciones posibles a los problemas sociales, sino que éstas no pasen por encima de los derechos de ningún grupo. Sólo puede aspirar a ser justa una sociedad diversa, que reconozca que no se pueden imponer ciertas opiniones por encima de otras, sino que todas las ideas tienen que estar constantemente en discusión, y que los ciudadanos con diversas ideologías tienen que estar continuamente generando acuerdos.

La diversidad de ideas y su discusión son componentes fundamentales de la justicia. Una sociedad que reduzca o suprima esta riqueza corre el riesgo de convertirse en una dictadura.

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