26 de abril de 2024 26 / 04 / 2024

¿Quién es? 11

In memoriam, Paris Pishmish

Miguel Ángel Rivera Ávila

Foto: Cortesía de Julieta Fierro

El domingo 10 de agosto de 1999, una insuficiencia cardíaca puso fin a los 98 años de enriquecedora vida de la astrónoma Paris Pishmish. En su honor publicamos aquí una entrevista que se le hizo en 1993.

El sultán del imperio otomano felicita a su ministro de finanzas. Le dice: “Eres cabeza pishmish”, palabra que en turco significa “bien cocida”. Así nace el apellido que cinco generaciones más tarde hace brillar, con su propia cabeza, la doctora Paris Pishmish, forjadora de la primera generación de astrofísicos en México y lúcida exploradora del Universo durante más de medio siglo de trabajo en el Instituto de Astronomía de la UNAM.

“En la familia hemos tenido gente capaz —comenta la también investigadora emérita, doctora honoris causa y Premio Universidad Nacional en Docencia en Ciencias Exactas 1989—. Pero en realidad la familia no importa, todo depende de cómo es uno”.

¿Y cómo es Paris? Nacida en 1901 en Estambul, Turquía, muy pronto se interesó por las matemáticas. “Cuando entré al liceo me encantó el razonamiento de la geometría euclidiana: partir de una suposición y seguir un desarrollo lógico hasta obtener un resultado. En realidad me gustaron todas las materias. Al terminar mis estudios obtuve el promedio más alto en la escuela”, relata con el orgullo sin jactancia de quienes nunca han dudado de su capacidad.

“Entonces mis papás me dijeron: —Ahora sí, haces música y aprendes pintura, que tanto te gusta. Pero yo quería ir a la universidad a estudiar matemáticas. Me decían: —¡Ay, no, es muy difícil, las mujeres no pueden hacerlo! Y yo contestaba: —Pues vamos a hacerlo. En realidad no querían exponerme a un lugar donde hubiera hombres. Pero yo —rememora entre carcajadas— insistí y lloré mientras estudiaba pintura. Al final me dijeron: “Está bien, tienes intenciones decentes. Y me permitieron ir a la universidad. La carrera incluía la materia de astronomía clásica, que me encantó”.

Rumbo al Universo

Menuda y delgada, de tez clara y ojos arrebatadores, con modales finos y porte radiante, a los 32 años de edad Paris opta por la astronomía. Uno de sus maestros la invita a trabajar con él en el observatorio astronómico de Estambul. Pero Turquía se halla en plena revolución modernizadora y Europa al borde de la Segunda Guerra Mundial. De un día para otro, las autoridades sustituyen a los viejos maestros universitarios por jóvenes profesores franceses y alemanes que huyen de Hitler. Uno de ellos, Erwin Freundlich —asistente de Einstein y más tarde director del Instituto Einstein en Potsdam—, instruye a Paris en astrofísica, y dirige su tesis doctoral. Son años “muy emocionantes”, dirá Paris. Para completar su labor, Freundlich envía a su discípula al observatorio de la Universidad de Harvard, por aquél entonces meca de la astronomía. Ahí conoce, entre muchas otras personalidades científicas, a los tres hombres que determinarán su futuro: Harlow Shapley, “el Copérnico de la astrofísica moderna”, quien la impulsa hacia la excelencia académica; Félix Recillas, matemático con quien se casa y procrea dos hijos, y Luis Enrique Erro, director del primer observatorio astronómico moderno en México, el de Tonanzintla, Puebla —inaugurado el 17 de febrero de 1942—, quien la invita a trabajar en ese sitio. “Desde entonces estoy en México y no me he arrepentido”, acota Paris sonriente.

Astronomía en México

Con conocimiento de causa, la escritora Elena Poniatowska resume así el trabajo docente de Paris: “Formó a casi todos los astrónomos mexicanos que hoy destacan”. Sin embargo, en 1948, cuando Paris impartió sus primeros cursos y seminarios, los astrónomos mexicanos “no sabían astronomía moderna”. Por ello se esforzó en enseñar a sus alumnos que “la astronomía no es sólo bla bla bla, sino que tiene fondos teóricos”. Hoy la comunidad astronómica mexicana, un tercio de la cual se compone de mujeres, compite al mismo nivel con la de cualquier otro país. “No tenemos los mejores instrumentos, pero con ellos hacemos cosas muy buenas. Lo que cuenta es la creatividad”, sostiene Paris y lo prueba con su ejemplo.

Entre sus contribuciones al conocimiento del Universo se cuentan estudios que permiten comprender mejor cómo se forman las estructuras de algunos objetos celestes, sus movimientos y las fuerzas que actúan sobre ellos en nuestra galaxia, en las nebulosas gaseosas y en las galaxias espirales, así como el efecto de la absorción interestelar en el interior de los cúmulos estelares. También el desarrollo de métodos originales para determinar las masas de galaxias espirales, y el descubrimiento de veinte cúmulos estelares abiertos y tres cúmulos globulares, llamados pis en su honor.

Personalmente

• Vida cotidiana: Algunas personas creen que los científicos somos anormales. La verdad, yo vivo una vida normal y hago astronomía.

• Rutina: Los científicos vivimos con nuestro trabajo, con nuestras ideas. Cuando salgo del Instituto, no dejo la astronomía en mi oficina, ando con ella, como con ella, la tengo siempre en mente.

• Sentido de la astrofísica: La verdadera razón por la que estudiamos el Universo es la curiosidad, el afán de conocimiento.

• Idiomas: Hablo armenio y turco, desde niña; después, en la escuela, me enseñaron francés e inglés, y más tarde aprendí alemán, que era una lengua importante en la astronomía. En general, formulo mis ideas en inglés.

• Aficiones: Me gusta mucho la música. A los siete años de edad comencé a estudiar piano y después lo he dejado o retomado por periodos. Para que yo sea feliz es muy importante que escuche música, pero también bailarla, cantarla y ejecutarla. Antes también pintaba.

• Costumbres: El té.

• Manías: La pulcritud.

 
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