15 de abril de 2024 15 / 04 / 2024

¿Quién es? 136

Pedro Roquero Tejeda

Concepción Salcedo Meza

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Pedro Roquero heredó de sus padres, químicos farmacéuticos, el amor por la ciencia y la curiosidad por el estudio y la aplicación de la química. De ellos también aprendió la honestidad científica y la dedicación y valentía que ésta requiere. Decidió estudiar la misma carrera que ellos y hoy es un destacado investigador en desarrollos tecnológicos para reactores, celdas y materiales electroquímicos, así como coordinador del Laboratorio de Ingeniería Electroquímica de la Facultad de Química de la UNAM.

De niño su curiosidad lo condujo a realizar osados experimentos: “Un día metí varias pajitas de madera dentro del calentador; una verde no se quemó y otra muy seca se consumió tan rápido, que me quemó los dedos. También experimentaba con tinta china. Me asombraba todo lo que podía hacer con ella”. Hoy esa curiosidad sigue guiando su camino científico. Pedro usa sus habilidades para responder preguntas acerca de los reactores electroquímicos. Existen dos tipos de éstos: celdas de electrólisis, en las que se producen reacciones químicas mediante un aporte de energía del exterior, y celdas galvánicas, que liberan energía a partir de una reacción química que ocurre espontáneamente.

Otra línea de investigación del doctor Roquero es el fenómeno del mojado; le interesa averiguar qué factores afectan el grado de contacto entre el líquido y la superficie y cómo se puede obtener el mojado perfecto.

En nuestra conversación, el joven investigador rememora los días en que, además de hacer travesuras con los experimentos, jugaba futbol en la calle con sus amigos y andaba en bicicleta. En su casa leía la historieta Asterix con Manuel, su hermano. Por las tardes ambos asistían a un taller de artes plásticas.

Después de titularse de la carrera de ingeniería química en 1992, Pedro colaboró con el maestro Martín Hernández Luna, quien le enseñó las bases de la investigación, en un proyecto para PEMEX, que consistió en diseñar un modelo matemático y crear un programa de computadora para simular reactores de reformación catalítica de naftas. Las simulaciones sirvieron para mejorar los procesos de una refinería de Salina Cruz. Desde 1991 Roquero es profesor de las carreras de ingeniería química, química e ingeniería química metalúrgica, así como del posgrado en ingeniería.

Luego se inscribió en la licenciatura de letras hispánicas, donde desplegó su sensibilidad por la poesía y la literatura. “Me abrió el panorama literario y sigo siendo aficionado a la novela policiaca y a otros géneros”, dice.

En 1993 viajó a Francia para estudiar la maestría y el doctorado en ingeniería de procesos con la especialidad en reactores electroquímicos, en la Escuela Nacional Superior de Ingeniería Química del Instituto Politécnico de Toulouse. A su regreso, se reincorporó a la Facultad de Química de la UNAM como profesor de carrera y dos años después logró un gran sueño: crear el Laboratorio de Ingeniería Electroquímica, donde buscan crear materiales sólidos que sirvan como catalizadores.

Su trayectoria científica le valió la Distinción Universidad Nacional para Jóvenes Académicos en 2008. “Este reconocimiento me dio mucha alegría. Es también para los estudiantes que han pasado por mi laboratorio para formarse como investigadores”.

A dos décadas de trabajo, los avances del equipo de Roquero son significativos. En 2000 fueron los primeros en usar catalizadores para celdas de metanol en México, también sintetizaron catalizadores y diseñaron métodos para caracterizarlos y evaluarlos.

Para Roquero “la ingeniería química está sufriendo transformaciones importantes. El nuevo ingeniero químico debe tener conocimientos de los procesos a muchas escalas, desde la atómica y molecular hasta las macroscópicas. Se busca optimizar los equipos y lograr procesos sin emisiones, que beneficiarían al medio ambiente. Con estos cambios tecnológicos, un reactor que era del tamaño de un edificio hoy podría ser del tamaño de una taza”. Está claro que hay muchos retos y motivaciones para los jóvenes amantes de la química.

Personalmente

Autorretrato. Soy tranquilo, estable, poco sociable, observador y reflexivo.

Viajes favoritos. A la Patagonia, a París y a los pueblos franceses.

Pasatiempos. Dibujo, hago malabares y fotografía.

Deporte. Andar en bicicleta y yoga. De joven practicaba el montañismo.

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