26 de abril de 2024 26 / 04 / 2024

¿Quién es? 15

Ruy Pérez Tamayo

Miguel Ángel Rivera Ávila

Foto: Marco Mijares

Un león sin melena

Tres veces, en los últimos diez años, he ido a entrevistar al viejo león. Las tres se ha repetido la escena: me anuncian, entro al sereno despacho y encuentro al doctor Ruy Pérez Tamayo reclinado en su sillón, dando la espalda al enorme escritorio; en una mano sostiene varias hojas mecanografiadas y, en la otra, su pluma Mont Blanc, con la que hace rápidas anotaciones; por respeto, no lo interrumpo, pero pasan los segundos y el silencio se vuelve incómodo, entonces gira sobre su butaca, me mira un instante de pies a cabeza y, volviendo a sus papeles, me ofrece —con firme ademán— que tome asiento. El silencio se prolonga y al fin, como si ésta no fuera una cita concertada, ruge: “Dígame”. Detrás de esta apariencia feroz vibra el patólogo apasionado, el multipremiado científico, el laureado historiador y filósofo, el querido maestro, el prolífico escritor.

Segundo hijo de una pareja yucateca de Mérida, Ruy nació en el puerto de Tampico, Tamaulipas, a donde sus padres habían emigrado meses antes en busca de prosperidad económica. El padre fue un violinista de concierto que completaba sus ingresos acompañando al piano funciones de cine mudo y que más tarde escribiría los guiones de las famosas series radiofónicas El monje loco y Las aventuras de Sherlock Holmes. La madre, mujer de su época, era y es “simplemente ama de casa”.

Cuando Ruy tenía escasos siete años de edad, un devastador huracán lo arrojó, junto con su familia, a casa de unos parientes en la Ciudad de México, a la que llegaron en calidad de náufragos. Aquí se quedó, aquí se transformó en el doctor Pérez Tamayo y aquí conoció a Irmgard, una regiomontana de ascendencia alemana, a quien dibuja en cinco palabras: “Ha significado toda mi vida”. Y no exagera. Compañeros de generación en la Facultad de Medicina de la UNAM, trabajan juntos desde que terminaron su carrera,  comparten el mismo fanático entusiasmo por la música clásica y por la lectura, criaron tres hijos —Ruy, inmunólogo; María Isabel, bióloga, y Ricardo, historiador— y se sienten muy afortunados por tener cinco nietos y tres bisnietos. En abril próximo cumplirán 50 años de casados.

Hombre erudito, el doctor Pérez Tamayo ha sido básicamente un sembrador del pensamiento y de la actividad científica en México. Después de cursar su posgrado en patología en instituciones mexicanas y estadounidenses, fundó y dirigió durante 15 años la Unidad de Patología de la Facultad de Medicina de la UNAM en el Hospital General —cuyo Departamento de Medicina Experimental dirige hoy—, trabajó como investigador en el Instituto de Investigaciones Biomédicas de la Universidad Nacional y durante una década fue jefe del Departamento de Patología en el Instituto Nacional de la Nutrición. Pero quizá la verdadera naturaleza de su vocación la evidencian sus 50 años como profesor en la Facultad de Medicina de la UNAM y sus 33 libros de divulgación científica.

De la calidad y trascendencia de su trabajo hablan, entre muchos otros reconocimientos, el de profesor e investigador emérito de la UNAM, el Premio Nacional de Ciencias 1974 y el Premio Nacional de Historia y Filosofía de la Medicina 1995, así como el que sus ex alumnos “y ahora amigos y colegas” hayan creado la Fundación Ruy Pérez Tamayo, que patrocina una conferencia magistral bianual ante la Sociedad Latinoamericana de Patología.

Ocupado actualmente en investigar cómo se genera la cirrosis hepática, principal causa de muerte en mexicanos de 25 a 45 años de edad, y cómo combatir la amibiasis en un país pobre como México, el doctor Pérez Tamayo sentencia: “Para lo único que sirve la ciencia es para generar el conocimiento que necesitamos para tomar las decisiones que nos permitan resolver nuestros problemas”. Ni más ni menos.

Es fama que el doctor Pérez Tamayo puede ser arrogante y agresivo. Él ríe divertido por estas imputaciones. “Tienen razón... en cierto sentido. Cuando yo empecé a trabajar como jefe de servicio en este hospital era muy joven. Eso hizo que tuviera que enfrentar un ambiente muy hostil. Por eso desarrollé una actitud agresiva. Además, no soy sumiso; cuando creo que debo decir algo, lo digo. Eso hace que me tengan miedo. Pero una vez que se pasa esa barrera, soy un león sin melena”.

Personalmente

• Autorretrato. Soy una persona que se dedica demasiado a sus propios intereses: invierto muchas horas escribiendo, documentándome y trabajando en mi laboratorio; cumplo con mis obligaciones como miembro de la Academia Mexicana de la Lengua y del Colegio Nacional, y hago deporte, fui nadador y ahora juego tenis dos veces por semana.

• Vida y muerte. He sido muy sano toda mi vida y estoy tan entusiasta como siempre. Me encantaría morirme de repente, estando perfectamente sano un minuto antes.

• Su mayor éxito. Ser profesor.

• México, diagnóstico y tratamiento. Nuestro problema central es la injusticia, la desigualdad. Ya ha producido estallidos sociales. Y con la estructura política y económica que se le está dando al país, empeora. Necesitamos una estructura social diferente. Pero el único esfuerzo por cambiarla se hizo durante el sexenio del general Lázaro Cárdenas.

• A los jóvenes. Si alguno se siente frustrado porque tiene ganas y capacidad para trabajar por el país pero no un sitio, mi consejo es: si no lo encuentras, hazlo.

 
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