¿Quién es? 201

Abel Bernal Bejarle

Norma Ávila

Foto: Arturo Orta

Un sabio lobo de mar

Abel Bernal Bejarle, especialista en electrónica y óptica aplicada a la instrumentación del Instituto de Astronomía de la UNAM (IA-UNAM), recuerda con alegría el primer telescopio que le regalaron sus papás cuando cumplió ocho años. Con él observó la Luna, Antares, Altair y Betelgeuse. “Desde niño me llamaron la atención las ciencias pero cuando entré a la secundaria quería estudiar para chef”. Poco a poco, el interés en cocinar se fue reemplazando por el de saber cómo se conforma la materia y las leyes del electromagnetismo. Hubo dos personas que in uyeron en su decisión de inscribirse en la Facultad de Ciencias de la UNAM: Alejandra Jaidar, una física muy reconocida que tenía a sus hijos en la misma primaria donde él estudió, y el físico Marco Martínez, amigo de la familia. “Un día mi mamá se topó con Alejandra Jaidar y le platicó que estaba indeciso entre estudiar física u otra carrera. La investigadora le dijo que me invitaba a su laboratorio. Fui y me convenció”.

Ya en la facultad tomó la materia optativa dinámica galáctica con una leyenda de la astronomía en México, la doctora Paris Pismish. “Era muy buena maestra. En ocasiones planteaba los problemas de una manera diferente a la tradicional, lo que nos obligaba a razonar y la clase se volvía interesante”.

Con una marcada inclinación por la electrónica y los sistemas de control de los telescopios, así como por la espectroscopia, se integró al IA-UNAM en donde, entre otros proyectos, participa actualmente en la modernización tecnológica del Puma, instrumento instalado desde 1994 en el Observatorio Astronómico Nacional, en la sierra de San Pedro Mártir, Baja California. Bernal Bejarle es el responsable de la electrónica del sistema de control de este instrumento; con él es posible detectar cómo rotan las galaxias espirales y la formación de sus brazos, cuanti car la energía liberada por la explosión de las supernovas (explosión de las estrellas gigantes al morir) o la formación de las estrellas.

También colabora en un observatorio que últimamente ha acaparado los re ectores de los medios de comunicación, el High Altitude Water Cherenkov (HAWC), ubicado en el volcán Sierra Negra, capaz de registrar los invisibles rayos gamma, la luz más energética del Universo (ver ¿Cómo ves? No. 198). Al interactuar con la atmósfera, los rayos gamma o fotones que llegan del cosmos y forman la llamada radiación Cherenkov, penetran en los 300 tanques con agua que conforman el HAWC. El trabajo de Abel consiste en hacer mediciones de la calidad de líquido depositado para conservar su pureza. “Al escuchar agua pura, muchos la relacionan con la potable para beber y en este caso no es así. El agua de los tanques necesita ser transparente a la luz azul para poder detectar la radiación Cherenkov, y por lo tanto, los rayos gamma”, señala el astrónomo.

Las tormentas eléctricas han sido los dolores de cabeza de Bernal. Al Observatorio Astronómico Nacional de Tonantzintla, Puebla, le cayó un rayo que afectó el sistema de control del telescopio y pudieron repararlo porque tenían repuestos. Pero cuando le volvió a caer otro rayo ya no tenían más repuestos porque la tecnología había cambiado. El especialista trabaja actualmente en recuperar el sistema de control del telescopio y poderlo operar desde su cubículo del IA-UNAM.

En sus ratos libres le encanta escuchar a todo volumen a los Rolling Stones o a King Crimson, leer a Jack London, Julio Verne o Henning Mankell, visitar museos, y si tiene tiempo, arreglar los automóviles de la familia. En vacaciones se va al mar.