19 de abril de 2024 19 / 04 / 2024

Ráfagas 118

Martha Duhne

El valor económico de los manglares

La pérdida de los manglares no sólo implica costos ecológicos sino monetarios, de acuerdo con una investigación realizada por científicos de la Universidad Autónoma de Baja California Sur, Pronatura Noroeste, el Museo de Historia Natural de San Diego, el Centre d’Estudis Avançats de Blanes en Cataluña, la Institución de Oceanografía Scripps de San Diego, California, y la Universidad de Carolina del Sur.

A nivel mundial los manglares están desapareciendo rápidamente. Por localizarse en zonas costeras, los manglares se destruyen para dar lugar a desarrollos turísticos y residenciales que llegan a producir enormes beneficios económicos a sus dueños, pero que ponen en peligro a miles de familias de pescadores que dependen de los peces y jaibas que utilizan a los manglares como “guarderías” o áreas de alimentación.

En el estudio, publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences del mes de junio, se encontró que en el Golfo de California los volúmenes de pesca están relacionados directamente con la abundancia de manglares, en especial con el área que está en contacto con el mar, que es frecuentemente la zona más afectada. En esta región se produjeron entre los años 2001 y 2005 un promedio de 11 500 toneladas de peces y jaibas derivados de los manglares, que generaron cerca de 19 millones de dólares para los pescadores locales. Esto quiere decir que el valor medio de esta producción es de 37 500 dólares por hectárea de manglar por año, con un máximo de 50 000 dólares en algunas zonas, cifra 300 veces superior al valor establecido en México para este tipo de ecosistema, valuado actualmente en 1 020 dólares por hectárea. Así, los desarrollos turísticos y residenciales deben cubrir tan solo un costo único de 1 020 dólares por hectárea de manglar desmontado, mientras que la economía regional pierde con estos desmontes una cantidad promedio de 37 500 dólares por hectárea por año, todos los años. Esto, sin tomar en cuenta que en las comunidades locales la pesca es la fuente principal de alimento.

La importancia de la investigación radica en que hace evidente la dependencia entre la producción pesquera y la existencia de los manglares, en este caso en el Golfo de California, donde se estima que sólo en la década de los 70 desapareció más del 23% de su superficie original. Estudios similares podrían realizarse en otras regiones y con distintos ecosistemas, y al relacionarlos con los valores económicos que de ellos se derivan, podrían funcionar como un argumento más para lograr su conservación.

La larga historia del maíz

Una serie de estudios genéticos y microbotánicos dirigidos por John Jones, de la Universidad Estatal de Washington, parecen demostrar que el maíz se cultiva en México hace más de 10 000 años. Ya contamos con evidencia científica que demuestra que el maíz fue domesticado en nuestro país, pero aún existen dudas respecto a la época y el lugar donde se originó la domesticación y su posterior dispersión.

El ancestro del maíz, llamado teosinte, creció en México mucho antes de que fuera domesticado y era radicalmente distinto a la planta que es actualmente uno de los mas importantes cultivos del planeta.

La mayoría de las investigaciones realizadas hasta ahora se han basado en estudios macro botánicos y en hallazgos arqueológicos de mazorcas y hojas encontradas en cuevas áridas. El problema es que estos restos no se conservan en sitios más húmedos, por lo que la reconstrucción de la historia del maíz sigue siendo incompleta. Pero partes de la planta del maíz mucho mas pequeñas, como son los depósitos celulares y los granos de polen, se conservan en condiciones húmedas y secas. Con estos microfósiles (que se han preservado miles de años), y con información arqueológica y genética, los investigadores han podido determinar con mayor precisión la época en que surgieron las variedades de maíz cultivado, para reconstruir la historia del origen de la agricultura en esta región del mundo.

Jones y sus colegas analizaron sedimentos encontrados en la localidad de San Andrés, en el Estado de Tabasco, y determinaron que se trata de diferentes variedades de maíz cultivado. Encontraron también evidencias de que las plantas habían sido quemadas, lo que sugiere que la agricultura ya era una actividad muy desarrollada en esta región hace más de 7 000 años.

Las distintas variedades del maíz surgen como adaptaciones a diferentes condiciones ambientales como el tipo de suelo, la temperatura, la altitud y la disponibilidad de agua, y hablan del conocimiento y cuidado que debieron tener los campesinos, quienes a través de miles de años las cultivaron y seleccionaron para obtener las características que deseaban de esta planta que se convirtió en su principal fuente de alimento.

Los resultados de esta investigación se presentaron en la reunión anual de la Sociedad Americana de Botánica que se llevó a cabo en Mérida el mes de junio pasado.

Pez mexicano en peligro

El popoyote, Profundulus hildebrandi, pez endémico del Valle de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, se encuentra en grave riesgo de extinción, advirtieron Rocío Rodiles y Alfonso González, investigadores de El Colegio de la Frontera Sur, ECOSUR.

Se trata de un pequeño pez que mide hasta 12 centímetros de longitud y cuya antigüedad como especie se calcula entre cinco y más de 20 millones de años y que, de acuerdo con Rodiles, “es parte de la historia geológica y geográfica de la región”. Vive en los ríos Fogótico y Amarillo, que nacen en el volcán de Zontehuitz (a cinco kilómetros al norte de San Cristóbal de las Casas); después de un corto recorrido, estos ríos desembocan en una cuenca cerrada donde alimentan un ecosistema que también se encuentra en peligro de desaparecer: el humedal de montaña. El pez habita también en los canales, lagunas y manantiales que, en conjunto, abastecen de agua a este ecosistema que, antes de la llegada de los españoles, cubría buena parte del Valle de San Cristóbal de las Casas. Todavía hace medio siglo el popoyote era una especie muy abundante que controlaba las poblaciones de mosquitos, ya que se alimenta de insectos y larvas, además de que servía de alimento a los pobladores.

Pero las cosas han cambiado; los investigadores calculan que este valle ha perdido casi el 90% de sus humedales de montaña, ecosistema raro no sólo en la República Mexicana, sino en el mundo. Y ésta es una de las razones de la desaparición del pez: la contaminación y destrucción de los humedales debido al acelerado crecimiento urbano, a lo que hay que añadir la introducción de especies exóticas, como son la trucha arco iris, la lobina y la carpa común, que compiten con el popoyote por su hábitat y su alimento.

¿Por qué es imprescindible intentar salvar a este pequeño pez? En primer lugar, porque es, como todas las formas de vida del planeta, un organismo único e irrepetible, resultado de miles de miles de años de evolución, parte de un engranaje que apenas empezamos a comprender. Pero además, es lo que se considera una “especie bandera”, como se llama a los animales o plantas que por su importancia biológica, belleza o carisma, pueden ser utilizados como emblemas para luchar por la preservación de sus hábitats. Es decir, si se logra despertar el interés por la conservación del popoyote, se habrá logrado al mismo tiempo dar un paso en el sentido de conservar los humedales de San Cristóbal, del agua que durante milenios guardó en el subsuelo y del resto de los organismos que con increíble dificultad, ahí siguen viviendo.

Guerra de manchas en Júpiter

Una nueva secuencia de imágenes enviadas por el Telescopio Espacial Hubble muestra enormes tormentas que se deslizan sobre la superficie de Júpiter y son absorbidas por otras en algo que podría parecer una catastrófica guerra planetaria.

Desde hace más de 150 años se detectó en Júpiter la Gran Mancha Roja, una enorme tormenta localizada a 22 grados al sur del ecuador, que gira en sentido contrario a las manecillas del reloj y alcanza una altura de ocho kilómetros. Tiene un periodo de rotación equivalente a seis días terrestres y su diámetro equivale a dos y media veces el de nuestro planeta. Una tormenta blanca de menor tamaño fue detectada en el año 2000 al sur del gigante, y a principios del 2006 se volvió roja, por lo que fue nombrada Gran Mancha Roja Jr. Las manchas de Júpiter se vuelven rojas cuando sus vientos son tan poderosos que jalan gases que se encuentran en las partes mas bajas de la atmósfera y cambian a este color al ser expuestos a la luz del sol.

A principios de este año apareció una pequeña tormenta roja, la Mancha Roja Bebé, en la misma latitud que la Gran Mancha Roja y poco a poco se fue desplazando hacia ella. En imágenes tomadas el 15 de mayo, 28 de junio y 8 de julio se ve como la Mancha Bebé hace contacto con el enorme huracán y es devorado por éste, se deforma y desplaza hacia el este. En el proceso, su color se atenúa, lo que significa que los vientos están perdiendo velocidad y que su energía está siendo absorbida por la mancha gigante. Los astrónomos predicen que en poco tiempo ya no podrá ser detectada en la enorme masa de la gran Mancha Roja.

La importancia de este descubrimiento es que podría explicar por qué una tormenta de las dimensiones y poder de la Gran Mancha Roja ha subsistido durante tanto tiempo: tomando la energía de tormentas más pequeñas a las que engulle. La Gran Mancha Roja Jr. se encuentra suficientemente separada de la mancha gigante como para no haber sido afectada por ella, cuando menos hasta ahora.

Los problemas de salud dividen a México

De acuerdo con un estudio que se dio a conocer recientemente, realizado por la Organización Mundial de la Salud, la Universidad de Harvard y el Instituto Nacional de Salud Pública de México, existen marcadas diferencias en relación a los padecimientos que presenta la mayoría de la población que vive en el norte y la que habita en el sur de nuestro país.

Los investigadores contabilizaron la pérdida de años de vida saludable, medida en años de vida con discapacidad o DALY (por sus siglas en inglés), y los principales factores de riesgo de sufrir enfermedades o lesiones, utilizando estadísticas, censos y encuestas de salud, así como diversos estudios epidemiológicos.

A nivel nacional las enfermedades no transmisibles, como son las cardiacas, las cerebro-vasculares, la cirrosis hepática, la diabetes mellitus y los accidentes de tránsito, son responsables del 75% de las muertes y del 68% de los DALY. Por otro lado, la desnutrición, las enfermedades infecciosas, las maternas y perinatales, ocasionan el 14% de las muertes y el 18% de los DALY. En México los principales factores de riesgo de contraer una enfermedad o de perder la vida son el sobrepeso, los altos niveles de glucosa en la sangre y el abuso del alcohol.

Al hacer estudios regionales, los investigadores encontraron que la Ciudad de México tiene la menor tasa de mortalidad, y el sur del país la más alta; y en lo que se refiere a los menores de cinco años, la mortalidad en la región sur es casi el doble de la que se presenta en la Ciudad de México.

Conforme los países pobres alcanzan mejores niveles de desarrollo, experimentan un cambio en el tipo de padecimientos que aquejan a la mayoría de sus habitantes; disminuyen las tasas de las enfermedades infecciosas y las que resultan de la desnutrición, y se incrementan las enfermedades no transmisibles, un cambio conocido como transición epidemiológica. El estudio señala que México se encuentra en un estado avanzado de esa transición; sin embargo, los principales factores de riesgo son más altos que en otros países que se encuentran en estados de transición epidemiológica similares. El estudio también muestra que en lo que se refiere a salud existen dos Méxicos: la región del sur y la del norte. Esta información resulta muy valiosa para implementar políticas de salud efectivas.

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