25 de abril de 2024 25 / 04 / 2024

Ráfagas 17

Martha Duhne

Mir: de estación espacial a hotel de más de cinco estrellas

La estación espacial rusa Mir será convertida en un hotel de lujo a 200 kilómetros de la Tierra.

Mir, la primera estación espacial diseñada con capacidad para expandirse, fue puesta en órbita en febrero de 1986, cuando contaba con un solo módulo al cual se le añadirían seis más que, en total, llegarían a pesar 109 toneladas y a tener una longitud de 19 metros. En el módulo central se encuentra la cabina de control, desde donde se accede tanto a un compartimento (integrado por cocina, un espacio equipado con aparatos para hacer ejercicio, dos pequeños dormitorios y un lugar para el aseo personal) como a cinco puertos de acoplamiento destinados a los módulos de expansión. Uno de éstos, el Kvant, porta telescopios y equipamiento de supervivencia; el Kvant 2 está equipado para pilotear la estación y realizar paseos espaciales; el Kristall cuenta, a su vez, con un puerto de acoplamiento destinado a lanzaderas espaciales, y los restantes, el Spektr y Priroda, son laboratorios.

A bordo de la Mir se han establecido marcas de permanencia en el espacio, como la del médico Valeri Poliakov, quien pasó en la estación rusa 438 días y el de su compañera Yelena Kondokova, la primera mujer que tuvo una larga estancia en el espacio exterior (168 días). Además, se han llevado a cabo estudios como el de las reacciones del cuerpo humano a la ingravidez prolongada y hazañas como la de sus primeros tripulantes, Leonid Kizim y Vladimir Solovyov, quienes volaron a la estación abandonada Saylut 7 para rescatar equipamiento científico y dejarlo en la estación Mir.

Después de diez años en órbita, la Mir comenzó a registrar fallas técnicas. Por si fuera poco, durante ese lapso ocurrió la desintegración de la Unión Soviética y con ello la falta de recursos económicos para sostener proyectos espaciales. Así, el nuevo gobierno ruso decidió abandonar la estación a mediados de 1999 para que se destruyera al entrar en contacto con la atmósfera terrestre. Sin embargo, un grupo de inversionistas decidió rentar la Mir para convertirla en un hotel de lujo. Con ese objetivo han creado la empresa MirCorp que, antes que otra cosa, enviará una misión para echar un ojo al estado de la mencionada estación y así saber los requerimientos para transformarla en un hotel cuyos huéspedes pagarían alrededor de 20 millones de dólares por vacacionar en el espacio exterior.

Chimpancés que buscan agua purificada

Según un reciente descubrimiento, los seres humanos no somos la única especie preocupada por consumir agua purificada. En el Parque Nacional de Niokolo Koba, en el sureste de Senegal, se encontró que ciertos primates no beben el agua de los charcos, sino que prefieren extraerla de hoyos excavados por ellos mismos en la arena, manualmente o, incluso, en el caso de los chimpancés, con la ayuda de un pedazo de madera.

El análisis bacteriológico tanto del líquido filtrado por la arena como del obtenido de los charcos naturales en el lugar demostró que, mientras este último presentaba gérmenes patógenos que hacían al agua no apta para el consumo, el primero era claro y estaba exento de agentes patógenos diferentes de los que dichos animales portan en su organismo de manera natural.

El hallazgo se debe a dos primatólogos del Instituto de Investigación para el Desarrollo de Francia, quienes estudian el comportamiento de los grupos de chimpancés, zambos y de otras especies de primates en el mencionado parque con el fin de conocer el impacto de los cambios del medio ambiente en la conducta animal.

El protocolo de Montreal o saber qué estamos comiendo

Amanda Gálvez Mariscal

EL PASADO 28 DE ENERO EN MONTREAL, CANADÁ, DELEGADOS DE MÁS DE 150 PAÍSES DECIDIERON ADOPTAR UN PROTOCOLO PARA REGLAMENTAR LA LIBERACIÓN AL MEDIO AMBIENTE DE LOS TAN CUESTIONADOS ORGANISMOS TRANSGÉNICOS.

AUNQUE LAS PLANTAS transgénicas han sido el centro del debate, el Protocolo de Montreal va mas allá y abarca en general a los organismos vivos manipulados genéticamente (OVM); es decir, a todos los que han sido sujetos a cambios en el material genético mediante las técnicas modernas de modificación del ADN. Este convenio es resultado de la preocupación de amplios sectores de la sociedad por los impactos potenciales que pudiera tener la liberación de OVMs en la biodiversidad y en el uso sustentable en el planeta. Un ejemplo son las plantas que expresan ahora información genética de una bacteria que las protege del ataque de insectos, o peces que contienen mayor cantidad de hormona de crecimiento para producir carne más rápidamente que las variedades normales. Estos organismos también son llamados transgénicos por contener información genética de especies no relacionadas con ellos mismos, como es el caso de genes de virus o bacterias en plantas.

¿Y México?

Desde el inicio de estas negociaciones en julio de 1995, la delegación mexicana ha desempeñado un papel clave, ya que en nuestro país confluyen muchas de las complicaciones y controversias relacionadas con esta problemática. Por ejemplo, la reglamentación del movimiento de OVMs a través de las fronteras y hacia países con alto nivel de biodiversidad. México no sólo es megadiverso, sino que es el centro de origen del maíz, del tomate y de otros cultivos comerciales de importancia estratégica para la alimentación. Esto quiere decir que en ninguna otra parte del mundo se encuentra la cantidad de variedades de estos cultivos que existen en nuestro país, por lo que surge el temor sobre un inesperado impacto causado por la liberación indiscriminada de OVMs.

En México importamos varios millones de toneladas de maíz y soya, entre otros granos; por ello debe evitarse la diseminación accidental de OVMs en el territorio nacional. A esta diseminación podrían contribuir la práctica tradicional en el campo mexicano de usar granos de maíz como semilla —promoviendo, al sembrarlos, que los genes transgénicos se distribuyan a través del polen—, así como guardarla de un año para otro. Para complicar más el panorama, resulta que estos genes están patentados y, al usarlos en el campo, deben cubrirse regalías a las compañías propietarias. Así que de buenas a primeras y sin ser consciente de ello, un campesino poblano podría estar violando una patente de la compañía Monsanto. Hasta ahora, la opinión generalizada en México ha sido que para liberar al maíz transgénico, se requiere de estrecha vigilancia y una previa y profunda evaluación de su impacto en las variedades criollas e incluso en el teocintle, su reconocido ancestro.

Cuestión de principios

La delegación mexicana, que ha estado presente en todas y cada una de las negociaciones del Protocolo, ha defendido la inclusión del llamado “principio precautorio”. Éste implica que ante la falta de seguridad o de certeza científica sobre la inocuidad de un OVM, un país tiene el derecho y soberanía nacional para rechazar su entrada al territorio, y que esto no debe usarse como pretexto para bloquear el comercio. Probar la falta de “certeza científica” es aquí el punto difícil ya que aún no es claro cómo evaluar el impacto y la dinámica a futuro de los OVMs en los ecosistemas. Hasta ahora, en las importaciones de maíz que realiza México se ha introducido maíz transgénico mezclado con el no transgénico, pues así lo manejan en Estados Unidos, nuestra principal fuente de importaciones. Aunque este maíz importado se destina principalmente a la obtención de almidón, aceite, fibras, o alimento para ganado, bien podría desviarse hacia la siembra, con los posibles impactos ya mencionados.

En el caso de productos agrícolas, uno de los reclamos más generalizados es precisamente la separación (segregación) de los granos transgénicos de los que no lo son. Éste es otro asunto particularmente complejo para México pues recordemos que ya no somos considerados como “país en desarrollo”, sino como “país donante”, perteneciente a la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) y con acuerdos comerciales con los Estados Unidos y Canadá y, proximamente, con la Unión Europea. El aprieto estriba en que los socios de México en estos acuerdos pertenecen a la coalición de países exportadores de granos y, con Argentina, Chile, Uruguay y Australia (el llamado Grupo Miami), se han negado a la segregación de granos, y habían logrado bloquear la negociación anterior sobre el Protocolo en Cartagena, Colombia.

Así que los temas centrales de la última negociación de Montreal, es decir, la utilización del principio precautorio, el control del movimiento transfronterizo de graneles y un tercer punto sobre la relación del protocolo con otros convenios internacionales, afectan a México directamente. Nuestro país debía entonces adoptar la posición más balanceada posible: proteger nuestra diversidad, pero al mismo tiempo capitalizarla sin rechazar las oportunidades de negocios que ofrece la nueva industria agrobiotecnológica, ya que en el territorio nacional pueden desarrollarse transgénicos que no generen riesgos, aprovechando la riqueza de nuestros suelos, climas y ciclos agrícolas, además de cumplir con los acuerdos comerciales que se han suscrito.

Como importadores de granos, deberíamos saber qué clase de transgénicos estamos importando, de tal forma que, por ejemplo, podamos minimizar los impactos al ambiente si se desvían los granos como semillas, si ocurre un accidente, o si un cargamento está en tránsito por el territorio nacional y se requiere de un manejo y empaque apropiados para minimizar su liberación accidental. En el corto plazo, de no controlar el flujo genético de nuestras importaciones, será imposible hacer exportaciones a Europa de productos procesados, ya que éstos contendrá n el material genético que Europa rechaza.

En este contexto, la delegación mexicana defendió los complejos intereses del país participando en el llamado Grupo de compromiso, conformado por Suiza, Noruega, Japón, Corea, Singapur, Nueva Zelanda y México, países cuyo común denominador es haber logrado anteponer la bioseguridad y los principios, a cualquier otro interés. Lo importante ahora es que la comunidad global ha adoptado un Protocolo que incluye el “principio precautorio”, que ha fijado una moratoria para que en dos años más se disponga de un sistema de identificación de los granos que se distribuyen en el comercio mundial; y que este Protocolo tiene la misma jerarquía que otros acuerdos internacionales comerciales y de derecho. Todo esto se traduce en el hecho de que cada país ejercerá su legítimo derecho de solicitar mayor información sobre las características de un OVM y de tomar la soberana decisión de rechazarlo, si considera que amenaza su biodiversidad. Como señaló alguien por ahí: no más eso de ¡cállate y come!

La doctora Amanda Gálvez es profesora titular de la Facultad de Química de la UNAM. Ha sido delegada mexicana ante el Protocolo de Bioseguridad como asesora de la CONABIO desde julio de 1995. Actualmente pertenece al Consejo Consultivo de la recién instaurada Comisión Intersecretarial de Bioseguridad.

Un astrónomo al Colegio

“Hoy me siento profundamente honrado y muy feliz. Espero continuar, con esfuerzo redoblado, la labor de extender la cultura, en mi caso la cultura astronómica, hacia el público”. Con estas palabras, el doctor Luis Felipe Rodríguez Jorge dio inicio a su discurso de ingreso al Colegio Nacional, el pasado 24 de febrero.

Atraído desde niño por la ciencia en su natal Mérida, Yucatán, el doctor Rodríguez Jorge estudió Física en la UNAM y Astronomía en la Universidad de Harvard, Estados Unidos. Su obsesión por el conocimiento lo ha llevado a realizar las tres tareas sustantivas de nuestra universidad: investigación, donde su principal área de estudio y aportaciones ha sido la radioastronomía del medio interestelar, en el Instituto de Astronomía de la UNAM de cuya unidad Morelia es responsable; la docencia, que ha ejercido en la Facultad de Ciencias de esta casa de estudios y en la Escuela de Físico-Matemáticas de la Universidad Michoacana; y la difusión, a través de conferencias, entrevistas, artículos y libros, como Un universo en expansión, del cual se han vendido más de 80 mil ejemplares. Por esta labor, ha recibido infinidad de distinciones académicas nacionales e internacionales como el Premio UNAM en Ciencias Exactas y el Premio en Física de la Third World Academy of Sciences, a las cuales se agrega a partir de febrero pasado el ser miembro del Colegio Nacional, institución dedicada al fomento y difusión de las ciencias y las humanidades, a través de los máximos exponentes de estas dos grandes áreas del conocimiento en el país.

¿Cómo ves? se congratula por este merecido reconocimiento al doctor Luis Felipe Rodríguez Jorge, uno de sus más entusiastas colaboradores.

El llamado del milenio

La poliomielitis o parálisis infantil es una enfermedad infecciosa causada por un virus. La infección se produce al establecer contacto con enfermos iniciales y a través de heces fecales. Aunque el virus de la polio puede atacar a personas de cualquier edad, los más susceptibles de contagiarse y dispersarlo son los niños. El virus entra por la boca y se integra al torrente sanguíneo; en esta etapa puede o no causar algunos malestares menores como dolor de cabeza y garganta o fiebres ligeras. Sin embargo, si el virus alcanza al sistema nervioso central y ataca neuronas motoras, produce parálisis, principalmente de extremidades; si la persona no es atendida en forma adecuada y oportuna y si la parálisis alcanza zonas vitales puede ocasionar la muerte.

Recientemente, la OMS y la UNICEF convocaron a los líderes de 30 naciones afectadas por el virus de la poliomielitis, a hacer un frente común para erradicar, a través de la inmunización, este mal a partir de un gran esfuerzo de cooperación global. “El llamado del milenio”, como se conoce a la convocatoria, es la culminación de una gran campaña iniciada en 1988 (cuando se reportaron 350 000 casos de poliomielitis) y tiene como objetivo erradicar esa enfermedad para el año 2000. En 1999, a un año de que se cumpliera el plazo, fueron reportados 5 200 casos.

Entre los afectados —que aún son reservorios del virus y donde la transmisión es in tensa— se encuentran países africanos de la región del Sahara y del sur de Asia; el 70% de los casos se ubica en Nueva Delhi, India. América, Europa, los países del Pacífico oeste, la mayor parte del Medio Oriente y África y conforman el bloque en el cual ya se erradicó esa enfermedad.

En el esfuerzo final por erradicar la polio del planeta convergen el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos, algunas fundaciones privadas, el Banco Mundial y los gobiernos de países como Bélgica, Canadá, Dinamarca, Finlandia, Italia, Japón, e Inglaterra. Se calcula que con la erradicación de la polio y el cese eventual de las campañas de inmunización, se ahorrarán alrededor de 1 500 millones de dólares cada año.

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