29 de marzo de 2024 29 / 03 / 2024

Ráfagas 63

Martha Duhne Backhauss

Óvulos a partir de células sanguíneas

En nuestro recién estrenado milenio, los resultados de algunas investigaciones científicas parecen extraídos de algún texto de ficción, en especial los que se relacionan con ingeniería genética, fertilidad humana y biotecnología, ramas que están dando pasos gigantes en tiempos cada vez más cortos. Así, a principios de enero este año se dio a conocer que dos grupos de investigadores, encabezados ambos por mujeres, lograron generar óvulos a partir de células sanguíneas, utilizando un método parecido a la clonación. El impacto de esta noticia ha sido tremendo, ya que podría permitir ser madres a miles de mujeres que, por alguna razón, no pueden producir óvulos. Una de las opciones que tenían estas mujeres era extraer los óvulos de otra mujer, fertilizarlos in vitro con espermatozoides, y posteriormente, implantar el embrión en su propia matriz. Obviamente, el bebé engendrado de esta forma tiene la información genética de la mujer que donó los óvulos.

La nueva técnica, llamada semiclonación o haploidización, se ha estado desarrollando desde hace años en varios centros de investigación en el mundo. Consiste en tomar un linfocito T, que es una célula sanguínea, de la mujer estéril y extraerle el núcleo, donde se encuentra el material genético, que tiene 46 cromosomas. Al óvulo de la mujer donante también se le extrae el núcleo y en su lugar se introduce el núcleo del linfocito T de la mujer estéril. Este procedimiento es parecido al que se sigue en una clonación. El resultado es un óvulo con 46 cromosomas. Hasta aquí llegan las similitudes con la clonación, porque en esta nueva técnica el óvulo es inducido a dividir su material genético en dos, proceso que se denomina meiosis, y el resultado son dos óvulos con 23 cromosomas, como cualquier óvulo que se respete. Posteriormente, el óvulo se fecunda con el espermatozoide de la pareja (o del hombre seleccionado para este fin), el cual va a aportar los otros 23 cromosomas necesarios para, una vez conformada una célula con el material genético completo, dejar que la naturaleza siga su camino. De esta forma se conseguiría un bebé constituido con material genético de ambos padres.

Una de las investigadoras, Nieves Cremades, directora del Laboratorio de Ginecología del Hospital Universitario de Alicante, España, logró obtener de esta forma 38 óvulos haploides, de los 110 con los que empezaron la investigación. Cremades se detuvo en este punto y decidió no proseguir a la fertilización de los óvulos, pero Carmen Mendoza, del Departamento de Bioquímica de la Universidad de Granada, España, siguiendo la misma técnica logró fertilizar varios óvulos in vitro y constituir tres embriones, que ahora se guardan congelados en un laboratorio en Brasil. Las dos investigaciones se llevaron a cabo fuera de España, país donde está prohibida la clonación.

Coca-Cola verde

No es un truco publicitario, ni de cambiar el clásico color negro de la Coca-Cola por otro, obviamente diferente del azul que recientemente lanzó Pepsi, su más fuerte competidor. Se trata de un anuncio que hicieron tres empresas: Coca-Cola de México, Coca-Cola Femsa (su embotellador mas importante) y Alpla de México (uno de sus principales proveedores de botellas de plástico, conocidos como envases PET, de polietileno tereftalato) para crear la Compañía Industria Mexicana de Reciclaje, que va a recolectar y reciclar las botellas de PET en todo el país.

José Octavio Reyes Lagunas, presidente de Coca-Cola para América Latina, explicó que la inversión para la construcción de la planta, que estará ubicada en Toluca, será de 20 millones de dólares. Por su capacidad de reciclaje será la más grande de América Latina y la cuarta a nivel mundial. Se calcula que ahí se van a procesar anualmente 25 mil toneladas de envases de PET, lo que equivale a triplicar lo que se recicla actualmente. Al mismo tiempo, la compañía promoverá el acopio de los envases, lo que generará empleos. La construcción de la planta se inició a mediados de 2003 y será inaugurada el último trimestre este año.

De acuerdo con cifras oficiales, cada año en México se desechan más de 90 millones de botellas PET, lo que representa del 30 al 45% de la basura doméstica. Esta cifra, que puede parecer exagerada, puede constatarse fácilmente: si visitamos algún río, mar o playa de nuestro país, es imposible recorrer más de cinco minutos sin que nos topemos con estos horrendos envases, flotando o ensuciando las blancas arenas.

Es buena idea que las compañías que fabrican productos que no son biodegradables se hagan cargo de las montañas de basura que generan.

Una bacteria en la industria

Investigadores del Instituto de Biotecnología de la UNAM modificaron genéticamente una bacteria y lograron que una proteína que ésta produce, y que se utiliza en la industria del almidón, aumente notablemente su actividad. Este resultado podría hacer mucho más eficiente el proceso industrial de transformación del almidón y, por consiguiente, reducir de manera significativa los costos de producción de muchos productos cuya materia prima es el almidón, el cual se usa en la industria alimentaria, refresquera, farmacéutica y de cosméticos.

El almidón es una sustancia de reserva que producen las plantas de manera natural; se encuentra en semillas de cereales, particularmente en el maíz, el trigo, el arroz, y en algunas raíces y tubérculos, como la papa. Está compuesto fundamentalmente por una mezcla de dos tipos de sacáridos (azúcares), la amilasa y la amilopectina; y los almidones de los cereales contienen además pequeñas cantidades de grasas. El almidón constituye la mayor parte de los carbohidratos que consumimos en la actualidad los seres humanos y es muy utilizado en la preparación de una enorme variedad de productos alimenticios.

En la industria se usa una bacteria, Bacillus licheniformis, para que produzca una enzima (una proteína), llamada alfaamilasa, la cual tiene un papel importante en la transformación del almidón en azúcares, paso indispensable para obtener los productos deseados. Lo que hicieron Gloria Saab y sus colaboradores del Instituto de Biotecnología de la UNAM fue modificar genéticamente esa bacteria, con lo que obtuvieron una variante de la alfa-amilasa que presenta un aumento de actividad del 500% en comparación con la enzima no modificada. Además del ahorro que esto podría implicar para la industria, la alfa-amilasa modificada puede utilizarse sin necesidad de transformar los procesos industriales ya existentes.

Espíritu en Marte

Una superficie extremadamente árida y polvorienta, de tono rojizo, algunas rocas de distintos tamaños y un horizonte plano con algunos montículos al fondo: esto es lo que muestran las primeras imágenes que nos ha enviado desde nuestro vecino cercano, Marte, el módulo Spirit, que amartizó el pasado seis de enero.

Salvo por el color, las fotos son extrañamente familiares, parecen corresponder a algún desierto terrícola. Pero son de ese planeta, que ahora se halla a cerca de 170 millones de kilómetros de distancia de nosotros. Las fotos publicadas en periódicos, revistas y por televisión, son sólo parte de los cientos de datos que están llegando a la NASA, donde trabajan más de mil personas en este proyecto, bajo la dirección del físico Peter Thesinger.

El Spirit es un robot del tamaño de un carrito de golf, de 174 kilos, y cuenta con un equipo de exploración muy sofisticado; tiene varias cámaras que le permiten capturar imágenes tanto microscópicas como panorámicas. También lleva una antena con la que localiza a la Tierra y recibe, poco después del amanecer, las instrucciones del trabajo que tiene que realizar durante el día. Con la misma antena, al atardecer transmite los datos recolectados en la jornada. El Spirit tiene también un espectómetro que le permite identificar depósitos minerales y estudiar la atmósfera. Cuenta con seis ruedas, con tracción trasera y delantera, y con sus sensores detecta y evita objetos de más de 30 centímetros de altura; asimismo se puede inclinar hasta 45O en cualquier dirección, pero evita las pendientes mayores de 30O. El Spirit se mueve a pasitos: avanza durante 10 segundos y reposa 20, lapso que le permite convertir las imágenes que capturó una de sus cámaras en un modelo tridimensional del terreno y con éste planear su recorrido. El robot está diseñado para sortear muchos de los obstáculos con los que se tope, pero si enfrenta un problema que no pueda resolver, espera instrucciones desde la Tierra. El problema es que la información tarda 10 minutos en llegar, y otro tanto en regresar: un mínimo de 20 minutos, cada vez que se establece contacto.

Se calcula que el Spirit seguirá enviando imágenes y datos durante tres meses, ya que su capacidad irá disminuyendo a medida que acumule polvo en sus paneles solares. Pero la información se sumará a la que envíe su gemelo, el Opportunity, así como las naves que están en órbita alrededor del visitado planeta: las estadounidenses de la NASA y la europea Mars Express, que desafortunadamente perdió contacto con su módulo Beagle Dos, el cual tenía que haber empezado a enviar señales desde la superficie marciana el pasado 25 de diciembre.

Si te interesa seguir este apasionante viaje de descubrimiento y ver las últimas imágenes capturadas por la misión, visita la página: http://marsrovers. jpl. nasa.gov

Extraño lenguaje

De acuerdo con investigaciones recientes, los incas pudieron haber desarrollado una compleja forma de escritura, contrario a lo que se pensaba hasta ahora.

Todas las culturas importantes de la Edad de Bronce (2300 al 700 a.C.) desarrollaron alguna forma de lenguaje escrito, y esto es, para los arqueólogos que las estudian, una de las características por las que se les cataloga como civilizaciones. La única excepción a esta regla es la civilización inca, de la cual existe amplia evidencia de su grandeza en diversas manifestaciones culturales, como su arquitectura monumental, desarrollo tecnológico, urbanización, su extraordinaria habilidad para trabajar el oro, la piedra y la cerámica, y su estructura política y social. La única forma de registro e información inca conocida a la fecha son los quipus (de khipu, “nudo” en quechua), cordeles de lana o algodón que tienen nudos de formas y colores distintos, y que están amarrados a una cuerda principal más gruesa. Existen cerca de 600 quipus, resguardados en museos en los Estados Unidos, Alemania y Perú. La mayor cantidad se ha encontrado en la Región de Arica, y entre ellos los dos más grandes conocidos hasta ahora, uno de los cuales mide tres metros de longitud y tiene más de 1,500 cuerdas. Sabemos que no existen más porque a su llegada a Perú, los conquistadores españoles quemaron cientos de ellos por considerar que eran objetos de idolatría que debían ser destruidos.

En su mayoría los investigadores estaban de acuerdo en que los quipus eran de naturaleza mnemotécnica, es decir, que se usaban para ayudar a recordar alguna fecha o evento. Otros han asegurado que con los quipus se registraban números y realizaban operaciones matemáticas, como una especie de ábaco. Pero después de estudiarlos, el antropólogo Gary Urton, de la Universidad de Harvard, asegura que son una forma de escritura. Él no piensa que los nudos sean palabras, sino que representan un lenguaje binario, como el que usamos en las computadoras. Este lenguaje parece estar codificado en secuencias de siete paquetes de información. Cada secuencia podría significar un nombre, una actividad o un objeto. Además se manejaban otras variaciones como el color, la forma y el grosor de cada nudo, lo que, de acuerdo con Urton, sumaría cerca de 1 500 unidades de información diferentes, lo cual implica que se trata de un lenguaje complejo, como el cuneiforme, desarrollado por los sumerios.

Varios investigadores discrepan con la teoría de Urton, publicada en el libro Signs of the Inka Khipu (Universidad de Texas, diciembre, 2003). Pero es un hecho que la polémica ha centrado la atención en la importancia que revisten los quipus.

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