26 de abril de 2024 26 / 04 / 2024

Ráfagas 77

Martha Dunhe Backhauss

Antropólogo en desgracia

Reiner Protsch von Zieten, profesor de an­tropología de la Universidad de Frankfurt por más de 30 años, fue obligado a re­nunciar hace unos meses en medio de un escándalo, cuando sus colegas descubrieron que los resultados de sus investigaciones eran no sólo incorrectos, sino claramente falsos. Una comisión de la Universidad reveló que a lo largo de su carrera, el prestigiado antropólogo había falsificado fechas y sitios de hallazgos de fósiles de ho­mínidos, incluidos los del llamado Hombre de Hahnhöfersand, que se consideraba un eslabón entre los seres humanos modernos y los neandertales. Protsch había reportado que este homínido tenía 36 mil años de antigüedad; recientemente se demostró que la cifra correcta es 7 500 años.

El engaño se descubrió cuando dos antropólogos, Thomas Terberger y Martín Street, llevaban a cabo una investigación sobre la historia evolutiva del hombre en Europa y decidieron volver a fechar fósiles estudiados anteriormente, por lo que los enviaron a la Universidad de Oxford. Enton­ces detectaron que las fechas reportadas por Protsch eran un desastre. Y esto fue sólo la punta del iceberg.

A Protsch se le reconocía mundial­mente como un ex­perto en técnicas de fechamiento con carbono; durante los últimos 30 años reali­zó estudios en cientos de huesos y fósiles, tanto europeos como americanos. Terber­ger y Street también encontraron que el hallazgo realizado por Protsch de un cráneo recuperado cerca de Paderborn (región del centro de Alemania) en 1976, que supuesta­mente tenía 27 400 años de antiguedad y se le consideraba el resto humano más antiguo de la región, en realidad es de un hombre que murió cerca de 1750. El museo alemán Herne, al que pertenece el cráneo, realizó sus propios fechamientos, que coincidieron con los de Terberger y Street.

Además, la policía alemana investiga a Protsch por la venta de 280 cráneos de chimpancés (colección propiedad de la Uni­versidad) a compradores estadounidenses por la cantidad de 70 mil dólares. Y la Uni­versidad de Frankfurt lo investiga por su posible participación en la destrucción de documentos que se resguardaban en el departamento de an­tropología, los cuales describían los terribles experimentos llevados a cabo por los nazis con prisioneros de cam­pos de concentración. Protsch es hijo de un militar nazi.

La motivación que tuvo Protsch para fal­sificar sus datos cae en el campo de la sico­logía, y probablemente tuvo que ver con la necesidad de un reconocimiento académico que no estaba dentro de sus capacidades intelectuales. Ésta es una mala noticia para los estudiosos de la historia evolutiva de los homínidos, pero la buena es que el fraude fue descubierto por científicos, quienes inmediatamente lo reportaron. Ahora habrá que enmendar los errores. La ciencia no está libre de conductas fraudulentas, pero su funcionamiento es tal, que los tramposos quedan al descubierto.

Efectos de la contaminación

¿Cómo afecta la contaminación que se produce en las grandes ciudades al resto del planeta? Esto planean descubrir investigadores del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) de la UNAM, del Centro Nacional de Investigaciones Atmosféricas y del Departamento de Energía de los Esta­dos Unidos, quienes realizan estudios para determinar las transformaciones químicas y físicas y el destino final de los contaminantes que emergen de grandes ciudades. Les interesa también evaluar su impacto en la calidad del aire, en los ecosistemas y en el clima a nivel tanto local como planetario. Estas investigaciones, en las que participan el premio Nobel de química Mario Molina y Mireya Moya Núñez del CCA, forman parte de MIRAGE (Megacity Impacts on Regional and Global Environments), proyecto de colaboración internacional. Su objetivo no es medir la concentración de los contaminantes que se liberan en el Valle de México, dato que ya se conoce, sino determinar hacia dón­de va la “columna” de gases y partículas atmosféricas que ahí se generan, incluidos los aerosoles. Estos últimos, además de ser dañinos para la salud, interfieren con la radiación que nos llega del Sol y con el porcentaje de ésta que alcanza la superficie de la Tierra.

En MIRAGE se eligió el Valle de México por sus peculiares caracterís­ticas: está localizado a más de dos mil metros sobre el nivel del mar, tiene más de 3.5 millones de autos circulando, cerca de 20 millones de habitantes y está rodeado de cadenas montañosas, lo que dificulta la disper­sión de los contaminantes.

En el proyecto MIRAGE-MEX se integrarán las observaciones y me­diciones realizadas desde estaciones de investigación localizados en la superficie terrestre, en aviones y en satélites, para realizar modelos globales del transporte, transformación y destino de los contaminantes urbanos. Los investigadores piensan que las emisiones de contaminantes de las mega ciudades están afectado el funcionamiento de todo el planeta.

Caracol de jardín contra la celulitis

Iliana Méndez Barajas, investigadora del Centro de Estudios Científicos y Tecnológicos (CECyT) del Instituto Politécnico Nacional, y su equipo de colaboradores, descubrieron que la baba del caracol de jardín, Helix hor­tensis, es muy efectiva para reducir la celulitis.

El término celulitis se usa desde el año de 1973 para describir la apa­riencia, similar a la de la cáscara de naranja, que puede desarrollar la piel en caderas, muslos y nalgas. Es más común en mujeres que en hombres debido a la diferencia natural que existe en la distribución de grasa y te­jido conectivo. Se trata de depósitos de grasa en zonas superficiales, muy cercanas a la piel. No es un tipo de grasa diferente a la que se acumula en el resto del cuerpo, pero sí es más visible, dada su localización superficial. La celulitis es muy común y todo parece indicar que en su aparición participa un factor hereditario, por lo que pueden tenerla incluso personas muy delgadas. Aunque no se considera una enfermedad sino una condición natural, por ser poco estética millones de personas invierten grandes cantidades de dinero tratando de eliminarla.

Los investigadores del IPN descubrieron que la baba del caracol contiene proteínas, vitaminas, colágeno, elastina y ciertos an­tibióticos naturales que ayudan a reducir esta acumulación de grasa subcutánea. Como bien dice el proverbio que “somos lo que comemos”, los in­vestigadores cuidaron la dieta que dieron a los caracoles desde muy jó­venes, y que consistía de hojas de lechuga, sábila y algunos cítricos. Con la baba de caracoles adultos elaboraron un gel que probaron en un grupo de personas, para asegurarse que no producía alergias o reacciones secundarias. Iliana Méndez asegura que “el uso continuo del pro­ducto disminuye hasta en 50% la celulitis, pero es importante mantener una dieta baja en grasas y be­ber mucha agua para que la regeneración de la piel sea más efectiva”. El gel, al que llamaron Dermafem, ya está a la venta en la escuela del CECyt, ubicada en la avenida Jardín y Calle 4, colonia Gas, en Azcapotzalco, en la Ciudad de México, pero los investigadores no descartan la posibilidad de establecer contacto con alguna empresa de cosméticos para vender el producto a gran escala.

Máquinas de guerra

El ejército estadounidense anunció que enviará a Irak un nuevo tipo de soldados que no necesitan entrenamiento, ni comida ni ropa; pueden guardarse en un almacén hasta que se necesiten, no se quejan y sobre todo, nunca vuelven a casa en un ataúd cubierto por una bandera. Se trata de los SWORDS (Special Weapons Observation Reconnaissance Detection Systems), vehí­culos robóticos armados, de un metro de altura, desarrollados de manera conjunta por la Armada estadounidense y la compa­ñía Foster-Miller.

Ingenieros y soldados gastaron dos millones de dólares y tardaron seis meses en rediseñar un robot que ya se había probado en Afganistán, llamado Talon, que detectaba y destruía minas unipersonales. Esta nueva versión ha sido equipada con tecnología de punta, y es capaz de disparar de 300 a 350 balas antes de necesitar recarga. Cuenta con cuatro cámaras diferentes, visión nocturna y lentes de acercamiento.

Puede escalar paredes de piedras y rocas, y romper alambres de púas. Se alimenta con baterías de iones de litio, lo que le permite operar de forma continua de una a cuatro horas, dependiendo de la misión. Los técnicos que los diseñaron ase­guran que los SWORDS pueden acertar a un blanco del tamaño de una moneda, a más de 300 metros de distancia. Los operadores manejan al robot utilizando un control con varias palancas, botones y una pantalla de video, parecido al del juego Gameboy.

Cuando presentaron al robot, investiga­dores del Pentágono, del Defense Advanced Research Projects Agency anunciaron que con parte del presupuesto militar de los Estados Unidos, que este año superará los 400 000 millones de dólares, han dado contratos a diversas compañías para que desarrollen robots como los SWORDS, pero que puedan ser lanzados desde un avión y otros que escalen paredes usando energía electrostática. Más adelante esperan desa­rrollar robots armados que caminen como humanos y otros que vuelen como aves, incluso piensan diseñar unos pequeños parecidos a insectos. Gordon Johnson, del centro de investigación, aseguró que “La armada estadounidense tendrá este tipo de robots. La pregunta no es si los haremos, sino cuándo estarán listos”.

Ciencia y tecnología al servicio de la guerra, con el objetivo de reduicir las bajas de soldados estadounidenses y aumentar las de los seres humanos considerados enemigos.

En busca de la materia perdida

Aunque el Universo contiene una gran variedad de cosas intere­santes, los astrónomos encuentran útil y fructífero reducir los ingredientes del cosmos a dos: materia y energía. Eso es lo único que cuenta si se quiere entender la estructura del Universo a la escala más grande.

En los últimos años los astrónomos han dedicado grandes es­fuerzos a establecer inventarios del contenido del Universo. Las cifras más recientes —que se calculan combinando observaciones astronómicas con teorías— indican que el cosmos contiene 70% de energía oscura (agente aún misterioso que tiene el efecto de acelerar la expansión del Universo), 25% de materia oscura (cuya existencia se manifiesta por su efecto sobre la rotación de las galaxias, pero que no se ve al telescopio) y apenas 5% de materia común y corriente, de la que está hecho todo lo que vemos a nuestro alrededor y con nuestros telescopios.

Descubrir qué son la materia oscura y la energía oscura son dos de los problemas más apremiantes de la astronomía de hoy. La na­turaleza de la materia común, en cambio, ya no es ningún misterio: está hecha de protones, neutrones y otras partículas, conocidas por los físicos colectivamente como bariones. Sin embargo, los objetos astronómicos que vemos con el telescopio porque emiten algún tipo de luz equivalen sólo a la décima parte de la materia bariónica que sabemos que existe en el Universo. Los 9/10 restantes —la materia oscura bariónica— son un misterio. Los astrónomos se han empeñado en detectarla. ¿Dónde se esconde?

Un grupo internacional de investigadores, dirigido por Fabrizio Nicastro, del Instituto de Astronomía (IA) de la UNAM, ha encontra­do un posible escondite para la materia bariónica faltante. Usando el observatorio Chandra de rayos X, un telescopio espacial que capta radiación de alta frecuencia, este grupo, en el que participa Yair Krongold, también del IA, escudriñó la inmensa maraña de gas súper tenue que se extiende entre las galaxias. Otros astrónomos ya habían observado el medio intergaláctico en busca de la materia faltante, pero sus investigaciones revelaron sólo una parte del bo­tín. El grupo de Nicastro se basó en simulaciones por computadora de la estructura del medio intergaláctico, que predicen que éste debería contener gases a temperaturas de un millón de grados centígrados además de los componentes más fríos que ya se habían examinado. El problema es que los gases del medio intergaláctico sólo se ven si algo los ilumina por detrás. Entonces se les puede estudiar analizando el efecto que tiene ese velo de gases tenues sobre la luz que lo atraviesa. El grupo eligió como fuente de luz una galaxia llamada Markarian 421, que emite ráfagas de rayos X muy intensas. Realizaron observaciones con el telescopio Chandra durante dos periodos de actividad de esta galaxia y encontraron el rastro esperado de los gases a 1 millón de grados que predice la teoría. Ese componente del medio intergaláctico, proponen los investigadores, podría contener la materia bariónica faltante. La conclusión depende de muchas suposiciones. En particular, hay que suponer que la región que exploraron Nicastro y sus colabo­radores es representativa de todo el Universo. Para comprobarlo es necesario llevar a cabo observaciones similares en direcciones distintas. Empero, en otras direcciones no hay galaxias activas tan brillantes como Markarian 421 y los telescopios de rayos X de hoy no sirven para completar el inventario de materia oscura bariónica en esas condiciones. Habrá que esperar a una nueva generación de observatorios espaciales de rayos X que ya está en preparación.

Sergio de Régules

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