26 de abril de 2024 26 / 04 / 2024

Ráfagas 86

Martha Duhne

Sida: el recuento de 2005

Como cada año, la Organización de las Naciones Unidas, la ONU, publicó en el mes de diciembre los resultados de una investigación donde se evalúa el estado de la epidemia del sida, así como los logros y los retrocesos del año 2005. Los resultados son poco alentadores.

Se calcula que el número total de personas infectadas con el VIH, el virus de inmunodeficiencia humana, causante del sida, es de 40.3 millones (con un rango de incertidumbre que va de 36.7 a 45.3 millones). De éstos, 17.3 millones son mujeres y 2.3 millones niños menores de 15 años. El total de infecciones nuevas fue de 4.9 millones y el de muertes, 3.1. El sida ha cobrado la vida de más de 25 millones de personas desde que este mal se reconoció oficialmente, en 1981, lo que equivale a cerca de cinco millones de personas más que las que viven en el Valle de México y a más de la población total de Chile.

Por medio de esfuerzos sostenidos se ha logrado disminuir el contagio entre los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres en muchos países occidentales, así como entre los jóvenes de Uganda, entre las prostitutas y sus clientes en Tailandia y Camboya, y entre los que se inyectan drogas en España y Brasil. Los programas preventivos iniciados hace años finalmente están dando resultados positivos en Kenia, Zimbabwe y en el Haití urbano. Pero en la región del Caribe, la segunda región más afectada del mundo, la incidencia del VIH no cambió respecto a 2003. El África subsa­hariana sigue siendo la región más afectada del planeta, con 2/3 de todos los casos del mundo y el 77% de todas las mujeres infectadas. En Europa del Este el número de personas infectadas con el VIH aumentó en 25% (1.6 millones) desde 2003, y el número de muertes casi se duplicó en el mismo periodo. El aumento en la proporción de mujeres infectadas continúa. Durante 2005 se infectaron un millón de mujeres más que durante el año 2003.

¿Y qué rostro presenta la epidemia en México? La proporción de personas infecta­das continúa abajo del 1% de la población. Cerca del 90% de los casos de infección se atribuyen al sexo sin protección, la mitad de ellos entre hombres que tienen relaciones sexuales con hombres. El papel de la infec­ción por agujas contaminadas entre adictos a drogas es difícil de determinar, pero se ha observado un aumento en el número de in­fectados por esta causa en algunas ciudades fronterizas del norte del país. El incremento de personas infectadas en algunas zonas rurales de México se ha relacionado con la migración a los Estados Unidos, pero aún no se ha llegado a conclusiones claras.

La ONU reconoce que la epidemia está respondiendo claramente a una interven­ción decidida, y concluye que es respon­sabilidad de los gobiernos enfrentar la epidemia. La nuestra es cuidarnos.

Cómo percibimos un estímulo

La percepción del mundo que nos rodea depende tanto de estímulos externos como de procesos internos, de acuerdo con una reciente inves­tigación realizada por Arnulfo Romo y Víctor de Lafuente, del Instituto de Fisiología Celular de la UNAM. El estudio, que fue la tesis doctoral de Víctor de Lafuente, bajo la dirección de Romo, demuestra de manera ine-quívoca que las señales neuronales que determinan los procesos finos de la percepción ocurren en el lóbulo frontal del cerebro y no sólo en las zo­nas sensoriales primarias de la corteza cerebral, como se pensaba hasta ahora.

Los neurocientíficos aún no entienden cómo hace el cerebro para convertir un simple impulso sensorial en una percep­ción. Para comprender qué regiones del ce­rebro contribuyen a formar una percepción sensorial, los investigadores analizaron la actividad neuronal asociada con el sentido del tacto en un grupo de monos macacos. Diseñaron un experimento que consistió en estimular sin dolor la yema de los dedos de los monos con vibraciones de intensidades variables. Unas veces era fácil para los monos distinguir la vibración y otras veces ésta era tan débil que no podían detectarla.

Los monos fueron entrenados para indicar a los investigadores el momento en que sentían la vibración. Se les daba un pre­mio de alimento cuando su respuesta era correcta. Los investigadores encontraron que la actividad de las neuronas de la corteza cerebral, que reciben primero la información de la vibración, estaba rela­cionada directamente con la intensidad del estímulo: a mayor intensidad las neuronas respondían más rápidamente. Sin embargo, la actividad de estas neuronas no se rela­cionó necesariamente con la respuesta de los monos. Cuando los investigadores estu­diaron la actividad neuronal de una región del lóbulo frontal, que es un área del cerebro que asimila muchos tipos de información nerviosa y donde se combina la información sensorial del presente con la del pasado, descu­brieron que se activaba cuando los monos creían que se había producido una vibración (aunque ésta no se hu­biera dado) y no se activaba cuando los monos suponían que no había vibraciones (aunque, de hecho, sí las hubiera). Según Romo, el lóbulo frontal puede extraer información de la memoria y de las áreas sensoriales y dirigir esta actividad al aparato motor, de manera que los monos indican lo que creen que está sucediendo.

Cuando, por medio de electrodos, es­timularon esta región del lóbulo frontal, aumentó la probabilidad de que los monos respondieran que habían percibido una vibración, aunque no hubiera ocurrido ningún estímulo. Romo concluye que no sentimos con la corteza sensorial y que las percepciones se producen por una combinación de la sensación, la atención y nuestras expectativas. Los resultados de esta investigación fueron publicados en el número de diciembre de 2005 de la revista Nature Neuroscience.

El año de los huracanes

Por si alguien albergaba alguna duda, la temporada de huracanes de 2005 ha sido catalogada por meteorólogos de todo el mundo como “sin precedentes”. Veamos por qué:

•Las 26 tormentas tropicales registradas con nombre (lo cual depende de su inten­sidad y de su posibilidad de hacer daño), convierten esta temporada en la más activa registrada hasta hoy. El récord anterior era el del año 1933, con 21 tormentas.

•En esta temporada también se produjo el mayor número de huracanes (13) y el mayor número de huracanes (7) de catego­ría tres o más en la escala Saffir-Simpson, que mide la velocidad de los vientos y su capacidad de causar daños en una escala de uno a cinco.

•Cuatro de los grandes huracanes llegaron a los Estados Unidos, lo cual nunca había pasado.

•Se formaron cinco tormentas tropicales durante el mes de julio, un récord para el mes. Una de éstas, Dennis, fue la más po­tente de la historia para el mes de julio.•
•Hubo tres huracanes, Katrina, Rita y Wilma, de nivel cinco de la escala Saffir-Simpson, otro récord para el año.

•El huracán Wilma es el más grande que se haya formado en la cuenca del Atlántico, que incluye al Océano Atlántico, el Golfo de México y el Mar Caribe.

•Vince, que se originó en octubre, es la primera tormenta tropical registra­da que llega a las costas de España y Portugal.

La temporada 2005 también obtuvo un nuevo récord en la escala NTC (por Net Tropical Cyclone), que toma en cuenta el número de tormentas que se forman en una temporada, así como la intensidad y duración de éstas. El índice NTC del año fue 249. La marca anterior era de 230, para el año 1950.

Los huracanes de 2005 también avivaron el debate científico sobre el posible efecto de las actividades huma­nas en la temperatura de la Tierra y en el clima. Algunos meteorólogos opinan que existe una clara relación entre la actividad de los huracanes y la presencia de gases de efecto invernadero en la atmósfera (que están elevando la temperatura media de la Tierra). Pero otros científicos piensan que el aumento en la intensidad y cantidad de tormentas tropicales forma parte de un ciclo natural, regido por la salinidad de los océanos. Cuando la cantidad de sal se eleva, como sucede hoy en el Atlánti­co, el agua está un poco más caliente, lo cual afecta la formación de los huracanes. Ya han existido otros ciclos de actividad intensa de tormentas tropicales, seguidos por años menos activos.

En lo que coinciden los científicos de ambas corrientes es en que la temporada de huracanes de 2006 será muy intensa. Ya veremos.

La antigüedad de la Luna

Un grupo de científicos europeos dio a cono­cer el resultado de una investigación según la cual la Luna se formó entre hace 4 517 y 4 537 millones de años, es decir, entre 30 y 50 millones de años después de la formación del Sistema Solar.

Los planetas de nuestro Sistema Solar se formaron hace unos 4 570 millones de años en una nube de gas y polvo interes­telar que dio origen al Sol. La Tierra y los demás planetas rocosos fueron creciendo gradualmente a lo largo de millones de años, a medida que capturaban materiales gravitacionalmente.

La teoría científica aceptada sobre el origen de la Luna se conoce como “teoría del Gran Choque”. Cuando la Tierra era aún muy joven, un objeto del tamaño de Marte se estrelló contra ella, liberando una enorme cantidad de materia de la cual se formó la Luna. En sus inicios, la Luna estaba tan caliente que su superficie consistía en océanos de magma que terminaron por solidificarse. Pero establecer cuándo ocurrió este acon­tecimiento ha sido complicado. La antigüedad de las rocas lunares que trajeron a la Tierra los astronautas de las misiones Apolo de la NASA se determinó usando técnicas radiomé­tricas. El resultado fue entre 4 560 y 4 290 millones de años de antigüe­dad, con un rango de 270 millones de años. Para lograr una fecha más exacta los científicos usaron una técnica diferente, basada en la des­integración del elemento hafnio en un isótopo del tungsteno. El problema que presentaba esta técnica es que la radiación cósmica que bombardea la Luna convierte al tántalo que contienen las rocas en el mismo isótopo de tungsteno. Era imposible calcular qué proporción del tungsteno provenía del hafnio. El director del proyecto, Thorsten Kleine, del Instituto Federal Suizo de Tec­nología, solucionó el problema analizando únicamente pequeñas cantidades de metal que se encontraban en las rocas lunares. Como el metal no contiene tántalo, todos los isótopos de tungsteno debían provenir de la desintegración del hafnio.

En el artículo, publicado en la página electrónica de la revista Science el 25 de noviembre de 2005, Kleine asegura que to­davía no pueden determinar cuánto tiempo le tomó al magma de la Luna solidificarse, pero calculan que sucedió en menos de 20 millones de años. Los resultados de esta investigación son consistentes con la teoría del Gran Choque, pero dan una fecha mucho más precisa del nacimiento de la Luna. Un paso más para conocer a nuestra vecina, compañera de la Tierra durante casi toda su existencia.

Mapa genético de los mexicanos

Investigadores del Instituto Nacional de Medicina Genómica, INMEGEN, están llevando a cabo un proyecto cuyo objetivo es desarrollar el “mapa genético” del país con 500 000 participan­tes de seis estados de la República. Ya se han realizado estudios similares en poblaciones caucásicas, asiáticas y africanas, pero éste es el primero en una población latinoamericana.

El mapa se inició en los estados de Yucatán, Zacatecas, So­nora y Veracruz, donde se recolectaron muestras de sangre de hombres y mujeres con padres y abuelos nacidos en el estado en cuestión. Durante el mes de noviembre la investigación continuó en Guerrero y finalizará en Guanajuato, con lo que se tendrá una muestra representativa de la población nacional. Al terminar el proyecto, podremos saber cuánta diferencia genética existe entre los mexicanos, en su mayoría mestizos. De acuerdo con el director del INMEGEN, Gerardo Jiménez, no se anticipan grandes diferencias. La importancia del proyecto está en sus aplicaciones médicas, ya que con el estudio se espera identificar los genes que predisponen a la población a ciertas enfermedades, como la obesidad, la diabetes, la hipertensión y ciertos tipos de cáncer. Y con esta información se podrá desarrollar una práctica médica más individualizada, predictiva y preventiva. Cualesquiera dos personas no emparentadas comparten el 99.9% de la información genética. El 0.1% restante puede contribuir a explicar por qué una persona es más susceptible que otra a desarrollar una enfermedad, y por qué responde en forma diferente a un medicamento, a sustancias tóxicas o a factores ambientales, como la dieta.

América Latina podrá beneficiarse de esta experiencia porque en gran parte del continente la población también es mestiza, y este proyecto ayudará a identificar otras regiones donde hay predisposición a las mismas enfermedades.

En este esfuerzo el INMEGEN trabaja con varias instituciones de los Estados Unidos: Applied Biosystems de California, IBM Healthcare and Life Sciences y Affymetrix. Asimismo, el Instituto Nacional de Investigación del Genoma Humano de ese país dará asesoría al proyecto.

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