28 de marzo de 2024 28 / 03 / 2024

Retos 114

El espacial de Bill Gates

Antonio Ortiz

Chips

Estaba un día el megamillonario Bill Gates paseando por el mercado de la Merced, en la Ciudad de México, cuando le salió al paso un grupo de pepenadores que lo rodearon en actitud amenazadora. Presa del pánico, a Bill no se le ocurrió más que sacar su abultada cartera; al verla, los pepenadores soltaron una cruel carcajada y comenzaron a quitarse trozos de piel de la cara hasta dejar al descubierto sus verdaderas identidades: ¡un grupo de alienígenas procedentes de Urano! Así las cosas, los alienígenas comenzaron a esculcar a Bill, sacándole de un bolsillo su microcomputadora de última generación. Para sorpresa de Bill, los alienígenas la rompieron, le extrajeron todos los chips y se los repartieron a partes iguales. Cada alienígena se quedó con 23 chips, hasta que uno de ellos —quién sabe por qué—, repartió todos los suyos entre los demás, quedándose así el resto de los alienígenas con 26 chips a excepción del más feo de todos, que se quedó con 28.

Después, el más feo de los alienígenas sacó un extraño aparato por medio del cual le dijo con voz metálica a Bill: “Hola señor Gates, le vamos a dar una ‘levantadita’ para que conozca nuestro planeta”. Fue entonces que aterrizó un platillo volador en el callejón y entre todos metieron a Gates a empujones. Instantes después la nave se perdía entre las nubes de esta megalópolis.

¿Entre cuántos alienígenas “levantaron” a Bill Gates tomando en cuenta que en la nave no había ninguno?

Clave y contraseña

La estancia en Urano para Bill Gates fue una pesadilla. Pero una noche, descubrió que existía un pequeño cráter a través del cual, una vez dentro, los alienígenas podían teletransportarse a cualquier parte del Universo. Sin embargo, había un pequeño problema: la entrada al cráter estaba siempre resguardada por un fornido custodio. Los uranianos que querían entrar respondían con una contraseña a la clave que les mencionaba el custodio.

Amparado por la oscuridad, Bill se acercó a la entrada del cráter al tiempo que se decía: “Si yo solito pude idear el programa Windows, descifrar la relación que existe entre la clave y la contraseña para entrar al cráter será un juego de niños”.

Al acercarse un uraniano al custodio del cráter, éste le dijo “catorce”, a lo que el uraniano contestó “siete”, dejándolo pasar al cráter. Minutos después, al llegar otro uraniano, el custodio le dijo “ocho”, respondiéndole el uraniano “cuatro”, pasando luego al cráter. Un tercero se acercó y el custodio dijo “dieciocho”, contestando aquél “nueve”, y pasando al cráter. Finalmente, el custodio le dijo “doce” a otro uraniano y éste contestó “cuatro” y pasó al cráter.

Un poco desconcertado por la última respuesta, Gates decidió probar suerte, y al acercarse al custodio éste le dijo “veinte” y Bill le contestó “diez”. Para su sorpresa, no lo dejó pasar al cráter.

¿Qué tenía que haber contestado Bill Gates para que el custodio lo dejara pasar al cráter?

Cómputo

Después de varias semanas en Urano, el jefe uraniano mandó llamar a Bill Gates. El jefe le dijo que si contestaba correcta y rápidamente a un sencillo problema lo regresaría a la Tierra; pero si su respuesta era incorrecta, los uranianos construirían un robot exactamente igual a Gates, lo enviarían a la Tierra y luego desintegrarían al Gates original.

Bill aceptó el reto y el jefe le preguntó: “Si la estatura media de nuestros hermanos saturnianos es 70 centímetros más que la mitad de su estatura, ¿cuánto miden nuestros hermanos de Saturno?”

¿Qué debía responder Bill Gates para que no lo desintegraran los uranianos?

Soluciones al número anterior

Montacargas. Una manera en la que pudo haberlo hecho es: a) Baja el reloj de 20 kg; b) Baja el reloj de 40 kg y sube el reloj de 20 kg; c) Baja a la secretaria y sube el reloj de 40 kg; d) Baja el reloj de 20 kg; e) Baja el reloj de 40 kg y sube el de 20 kg; f) Baja el reloj de 20 kilos; g) Baja el gordo y suben la secretaria y los dos relojes; h) Baja el reloj de 20 kg; i) Baja el reloj de 40 kg y sube el de 20 kg; j) El gordo baja del tambo el reloj de 40 kg al piso; k) Baja el reloj de 20 kg; l) Baja la secretaria y sube el reloj de 40 kg; m) Baja el reloj de 40 kg y sube el de 20 kg; n) Baja el reloj de 20 kg.

La dichosa isla. Para saber cuál era la isla paradisíaca el gordo decidió preguntarle sólo a uno. Primero preguntó “¿Eres tú ‘El Jaibo’?” y luego otra vez “¿Eres tú ‘El Jaibo’?”, para saber si era “El Jaibo”, “El Diablo” o “El Camarón”. Después podría averiguar cuál era la isla simplemente señalando con la mano una de los dos y preguntando: “¿Es aquélla la isla donde se pueden comer mariscos gratis?”.

Bodorrio. Se plantea un sistema de tres ecuaciones y se obtiene que la secretaria pesa 55 kg, el gordo 90 kg y el Juez 110 kg.

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