13 de octubre de 2024 13 / 10 / 2024

Volver a la Luna

Antígona Segura Peralta

Imagen de Volver a la Luna

Guadalupe Álvarez

La última vez que un ser humano pisó la Luna fue hace 34 años. Un controvertido y ambicioso proyecto planea el regreso de terrícolas a nuestro satélite entre 2015 y 2020, precedido de varias misiones no tripuladas.

20 de julio de 1969. Los ojos de la humanidad estaban puestos en la Luna, pero nadie miraba al cielo: la gente tenía puesta la atención en sus radios y televisiones mientras el comandante Neil Armstrong apoyaba el pie en la superficie lunar. “Un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad”, dijo el primer hombre en hollar la Luna. Pese a la generosidad incluyente de la frase de Armstrong, no fue la bandera de la humanidad la que quedó clavada en la Luna, sino la de Estados Unidos. El mensaje era claro: ese país daba muestra de su poderío en plena Guerra Fría y dejaba atrás a los rusos en la carrera espacial. La decisión de ir a la Luna no la habían tomado los científicos, sino el presidente estadounidense John F. Kennedy. Sin embargo, no todo fue política: la comunidad científica aprendió mucho acerca del origen de nuestro satélite y de la formación del Sistema Solar gracias a las muestras de suelo lunar que aportaron la misión Apolo 11 y las seis misiones tripuladas que le siguieron.

La última vez que un hombre pisó la Luna fue en diciembre de 1972. Después llegaron los años 80, la caída del muro de Berlín, el fin de la Guerra Fría y Estados Unidos dejó de competir por el espacio, ya prácticamente suyo. La NASA dedicó sus esfuerzos a misiones no tripuladas a Marte, Venus y los planetas gigantes. Los científicos se creyeron liberados de la geopolítica y propusieron nuevos proyectos espaciales; entre ellos, telescopios en órbita para escudriñar el Universo.

En 2004 la Luna volvió a la mira del gobierno de Estados Unidos cuando el presidente George W. Bush presentó un documento titulado “Renovado espíritu de descubrimiento”, en el que planteó la nueva visión del programa de exploración del espacio. De acuerdo con el texto (que puede consultarse en inglés en www.whitehouse. gov/space/renewed_spirit.html), la finalidad principal de este programa de exploración es “el avance de los intereses científicos, de seguridad y económicos de Estados Unidos”. La idea de Bush es utilizar la Luna como primer escalón para enviar seres humanos a otros planetas. La ciencia y la tecnología que se deriven de la exploración de nuestro satélite servirán para explotar los recursos lunares y apoyar la exploración humana del espacio. A diferencia de Kennedy, Bush no contó con un apoyo generalizado. Hizo sus planes para la Luna a espaldas de los científicos y no consideró que la NASA estaba ocupada en dos proyectos que acaparaban buena parte de sus recursos económicos: la Estación Espacial Internacional y la nueva generación de naves que sustituirán a los transbordadores espaciales.

Los astrónomos fueron los primeros afectados por el cambio de rumbo. Diversos programas para el desarrollo de telescopios espaciales que estaban en proceso de planeación sufrieron serias reducciones de presupuesto o fueron cancelados. En cambio los astrobiólogos, quienes se dedican a buscar vida en el Universo, aprovecharon un párrafo del texto, donde se hace referencia a “búsquedas telescópicas de planetas como la Tierra y ambientes habitables alrededor de otras estrellas”, para promover la misión Terrestrial Planet Finder (TPF, Buscador de Planetas Terrestres). La cosa funcionó, pero el gusto sólo les duró dos años: en 2006 se anunció que el TPF no tendría presupuesto para 2007. La única prioridad de la NASA era volver a la Luna. ¿Qué había cambiado en ese corto tiempo?

La guerra de Irak limitó los presupuestos en otras áreas del gobierno. El incremento del presupuesto de la NASA para 2006 fue de sólo 2%. Para ajustarse a éste, se reformularon o eliminaron los proyectos que no hicieran avanzar la visión del presidente Bush o que fueran demasiado caros para la agencia espacial. Los científicos criticaron duramente el ajuste presupuestal y el nuevo enfoque de la NASA; escribieron cartas a sus representantes en el Congreso e incluso los visitaron para hacerles ver la importancia de diversos programas e investigaciones destinados a la eliminación con las nuevas políticas. La respuesta de Michael Griffin, administrador de la NASA, fue sacar a todos los científicos disidentes de los comités que dan asesoría científica a la agencia espacial.

En el transcurso de 2006 las presiones que los hombres y mujeres de ciencia ejercieron sobre el Congreso a través de sus representantes, les permitieron recuperar parte del presupuesto perdido. Michael Griffin cedió un poco y apoyó una misión para reparar y renovar el Telescopio Espacial Hubble. Por lo demás, la Luna seguía siendo el único destino posible.

Cuando la ciencia se volvió democrática

“El 68% de los participantes en una encuesta de Gallup apoya un nuevo plan para regresar a la Luna y después ir a Marte y más allá”, informa el sitio de la NASA dedicado al programa de exploración espacial. Para un gobierno enfrascado en una guerra cada vez más impopular, nada mejor que un megaproyecto como el de habitar la Luna para desviar la atención del público de los problemas nacionales. Así pues, para el gobierno de Bush la conquista de la Luna se ha vuelto una prioridad y la NASA tiene la obligación de hacer realidad los planes del presidente.

Después de la movilización en el ámbito político, a los científicos cuyos proyectos dependían del presupuesto de la NASA les quedaban sólo dos opciones: sobrevivir hasta que Bush deje la presidencia en 2009 o integrarse a la exploración lunar. Así, los investigadores que formaban parte del comité de asesoría de la agencia espacial estadounidense propusieron que la exploración de la Luna tomara en cuenta las recomendaciones que surgieran de los talleres científicos y los planes de otros países para estudiar la Luna. El Consejo Nacional de la Investigación, institución equivalente al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología en México, creó el Comité sobre el Contexto Científico de la Exploración de la Luna. El Instituto de Ciencia del Telescopio Espacial organizó una conferencia titulada “La astrofísica permitida por el retorno a la Luna”. La reconquista de la Luna ya tenía el aval de los científicos.

El vecino desconocido

La Luna es el cuerpo celeste más cercano a nosotros y el único que ha sido visitado por seres humanos. Se podría pensar que ya sabemos todo sobre él. No es así. La Luna guarda todavía muchos misterios y puede albergar la respuesta a las incógnitas sobre la evolución del Sistema Solar y la aparición de la vida en nuestro planeta. Los que se dedican a las ciencias planetarias ven a nuestro satélite como un testigo silencioso de los 4 500 millones de años de historia de la familia del Sol. Aquí en la Tierra los procesos geológicos y atmosféricos borran las huellas del pasado. Lo mismo en Marte y Venus. En cambio la Luna se ha conservado prácticamente intacta desde que se formaron los planetas terrestres (Mercurio, Venus, la Tierra y Marte) y su interior conserva la historia de las primeras fases de formación de estos cuerpos. La superficie lunar, sin atmósfera que la proteja, guarda el archivo histórico de los procesos solares que afectaron a estos planetas. Aun más: en 2002 un grupo de científicos consideró que en la Luna podría haber pedazos de nuestro planeta expulsados por impactos de asteroides y cometas durante la misma época en la que surgió la vida en la Tierra. Según los cálculos de estos científicos, podría haber unos 20 000 kilogramos de material terrestre en cada 100 kilómetros cuadrados de superficie lunar. Ese material podría contener restos fósiles de las primeras formas de vida en la Tierra.

La hipótesis más aceptada sobre la formación de la Luna dice que ésta es una parte de nuestro planeta expulsada por el impacto de un cuerpo del tamaño de Marte cuando la Tierra se encontraba en el periodo de formación. Si bien se trata de una idea generalmente aceptada por la comunidad científica, aún no se comprenden los detalles del proceso. Un estudio minucioso de la composición y estructura de la Luna podría aclarar los detalles de su formación e incluso dar pie a nuevas hipótesis.

Las regiones polares de la Luna tienen una particularidad que sólo se repite en las del planeta Mercurio: tienen zonas hundidas que están permanentemente a la sombra y cuya temperatura puede descender hasta 200º C bajo cero. Cualquier gas que pase por esta zona quedará congelado y atrapado. Así, el material gaseoso generado después de un impacto se conservaría para siempre en estas zonas oscuras. Para los científicos, estos lugares son un tesoro que ha guardado la composición de los materiales volátiles de los asteroides y cometas que impactaron la Luna. Los que sueñan con colonias en la Luna los ven como fuente de hidrógeno, oxígeno y agua para el sustento de asentamientos humanos.

Reconocer al vecino

La NASA enviará a la Luna una misión de reconocimiento que saldrá de la Tierra a finales de 2008. Como es de imaginarse, el objetivo principal es obtener datos con miras a establecer una estancia prolongada de seres humanos en nuestro satélite. ¿Y qué necesitan los humanos? Fuentes de energía, aire y agua, temperaturas estables, un lugar protegido de las radiaciones ultravioleta del Sol y de las partículas energéticas que pueden dañar nuestro material genético. La misión, llamada Lunar Reconnaissance Orbiter (LRO, Orbitador de Reconocimiento Lunar), estará en órbita alrededor de la Luna por un año, durante el cual deberá fotografiar la superficie del satélite para encontrar posibles sitios de alunizaje, medir la intensidad de las radiaciones que pueden ser dañinas para los seres vivos, tomar la temperatura de la superficie, detectar posibles depósitos de agua, hacer mapas detallados que incluyan la altitud de las diversas regiones lunares y medir la iluminación en los polos. Con esta información estaremos listos para el siguiente paso: habitar la Luna.

La Luna del mañana

Al principio habrá sondas automáticas girando alrededor de la Luna y rodando sobre su superficie. Los humanos llegarán entre 2015 y 2020, primero en equipos de cuatro personas que visitarán el satélite por siete días para instalar los aparatos, habitaciones, robots y sistemas de sustento. Luego las estancias serán de 180 días. Los humanos se establecerán en los polos, donde el Sol es una fuente de energía continua y las zonas permanentemente oscuras proporcionarán agua, oxígeno e hidrógeno. Unas compañías privadas construirán naves para ir continuamente a la Luna, explotarán los recursos lunares y darán servicio a los asentamientos humanos. Se construirán telescopios en órbita alrededor de la Luna y en su hemisferio oculto. Habrá estaciones científicas para estudiar nuestro satélite y naves no tripuladas que transporten muestras a la Tierra. Si todo sale bien, después nos lanzaríamos a conquistar Marte.

¿Y el resto del mundo?

La NASA reconoce que Estados Unidos no puede realizar esta misión solo: para empezar, cada una de las naves no tripuladas costará 400 millones de dólares. Según un cálculo preliminar de la agencia estadounidense, el costo total de volver a la Luna de aquí al año 2018 será de 100 000 millones de dólares. Y esto no incluye los 120 000 millones de dólares del programa Constelación, que se dedicará al diseño y construcción de las nuevas naves que llevarán humanos y carga al espacio, por lo que la NASA anda en busca de socios para su excursión a la Luna. Hasta hoy los planes de exploración han contado con la participación de expertos de Australia, Canadá, China, Francia, Alemania, Gran Bretaña, India, Italia, Japón, Rusia, Corea del Sur y Ucrania, mientras que seis agencias espaciales han confirmado su interés en participar activamente en la exploración de la Luna: las de China, Europa, India, Italia, Japón y Rusia.

El interés de otros países por la Luna no es nuevo. A finales de 2004 la Agencia Espacial Europea lanzó el orbitador SMART-1, que sirvió como ensayo de un tipo particular de propulsión que utiliza partículas eléctricamente cargadas en vez de combustible. La nave europea realizó además estudios de la superficie lunar para ubicar posibles depósitos de agua. La misión finalizó en septiembre de 2006, cuando la nave se estrelló intencionalmente en la Luna. La Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial ha planeado dos misiones: Lunar-A y SELENE. Lunar-A se canceló recientemente, luego de 12 años de planeación y pruebas. Esta misión consistía en un orbitador y dos componentes más que literalmente se clavarían en lados opuestos del satélite para estudiar su interior detectando temblores. Lamentablemente, el delicado equipo electrónico de los instrumentos destinados a enterrarse en la Luna nunca soportó las pruebas de choque que simulaban las condiciones en las que llegaría al satélite. Los costos se elevaron a 132 millones de dólares y el orbitador, que estaba listo desde 1995, comenzó a deteriorarse. El 15 de enero de este año la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial decidió cancelar la misión. Ahora la agencia japonesa tiene puestas sus esperanzas en la misión SELENE, que será lanzada este año. Además de estudiar el origen y la evolución de la Luna, la misión servirá para desarrollar tecnología para seguir explorando nuestro satélite.

Los chinos no se quedan atrás. En 2003 su Administración Nacional del Espacio inició el programa de exploración lunar Chang’e. El primer resultado de este programa es un orbitador que será lanzado en 2007 y que estudiará la superficie de la Luna, su composición y las partículas que rodean al satélite. China planea continuar este programa con una nave que alunice. Posteriormente enviará misiones para traer muestras de suelo lunar.

Entretanto, la Organización India de Investigación Espacial lanzará la nave Chandrayaan-1 a principios de 2008. Cinco de los instrumentos que lleva esta nave fueron construidos por la India y el resto son aportaciones de la NASA, la Agencia Espacial Europea y la Academia Búlgara de Ciencias. El objetivo de la misión es crear un mapa tridimensional de la Luna y estudiar la composición mineral de su superficie.

La iniciativa privada también ha hecho esfuerzos para ir a la Luna, aunque hasta hoy sin éxito. La compañía TransOrbital fue la primera en obtener permiso del gobierno estadounidense para lanzar una nave a la Luna. Si bien este gobierno no tiene autoridad para controlar los viajes o la exploración de nuestro satélite, si tiene reglas estrictas sobre el lanzamiento de cohetes que saldrán de la atmósfera terrestre. La nave, la ruta y el objetivo deben ser claramente especificados y autorizados por el Depart ame n t o d e Estado de los Estados Unidos. La nave de la compañía TransOrbital, el TrailBlazer, tendría un fin puramente comercial y transmitiría imágenes en alta definición de los sitios antes visitados por las misiones Apolo. Además de contar con el apoyo económico de la compañía de computadoras Hewlett Packard, cualquier persona podría contribuir a ella y de paso mandar su nombre, mensaje o incluso a su abuelito: por la módica suma de 2 500 dólares por cada gramo de cenizas, sus antepasados podrían descansar en paz en suelo lunar. El proyecto TrailBlazer fue planeado para lanzarse en 2004 usando un cohete ruso, sin embargo no hay noticias de que haya sucedido. Otra compañía que intentó infructuosamente llegar a la Luna fue LunaCorp, que incluso recibió un millón de dólares de Radio Shack, pero la empresa se disolvió en 2003 antes de lograr su objetivo.

Y para los que sueñan con que el ciudadano común pueda visitar la Luna está el proyecto Artemis (www.asi.org), que planea la construcción de Luna City, un lugar con todo lo necesario para cualquiera… que tenga mucho dinero. Sus planes son, por lo pronto, sólo eso: planes. Su página en Internet, que no ha sido modificada desde 2004, está llena de buenos deseos. Allí puede leerse la frase “usted también puede ir”, pero eso está por verse.

MISIONES E INVGESTIGACIONES CANCELADAS
Misión
Objetivo
Status
Sofía Telescopio infrarrojo montado en un avión 747. Retrasado
Terrestrial Planet Finder ( Buscador de Planetas Terresres) Dos instrumentos en órbita alrededor de la Tierra para detectar y caracterizar planetas tan pequeños como la Tierra. Suspendido
SIM Planet Quest Instrumento en órbita para buscar planetas y realizar estudios astronómicos. Reducido a un proyecto de desarrollo de tecnología, suspendida la construcción y lanzamiento del instrumento.
Programa Beyond Einstein (Más allá de Einstein) Cinco instrumentos para estudiar agujeros negros, energía oscura y el origen del Universo. Suspendido. Un comité reestructurará el programa para priorizar los instrumentos que podrían recibir presupuesto en 2009.
JIMO Orbitador para estudiar las lunas de hielo de Júpiter: Calisto, Ganímedes y Europa. Cancelado
Mars Telecommunications Orbiter (Orbitador para telecomunicaciones de Marte) Satélite para enviar datos a la Tierra usando un láser. Cancelado
Mars Sample Return (Obtención de Muestras de Marte) Sistema para enviar muestras de Marte a la Tierra. Retrasado indefinidamente
NuSTAR Telescopio en órbita para observar rayos X. Cancelado

A qué le tiras cuando sueñas que vas a vivir en la Luna

Leyendo la página y documentos de la NASA dedicada a los planes de exploración, parece que todo es cuestión de conseguir el dinero y los socios, y poner a trabajar a sus expertos en tecnología. Pero en realidad los planes son difusos y no hay presupuestos detallados del costo que tendrá poner una estación permanente en la Luna. Donald Rapp, investigador retirado del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, hizo un detallado análisis de los planes de esta agencia para ir a la Luna y utilizarla como plataforma para misiones tripuladas a Marte (www.mars-lunar.net). Su extenso documento deja ver muchas inconsistencias en los planes de la agencia estadounidense, en especial cuando se trata de obtener combustibles para regresar a la Tierra o enviar naves a Marte saliendo desde la Luna.

Por lo pronto, el único proyecto de la NASA que parece seguro es el Orbitador de Reconocimiento Lunar. Luego habrá que esperar las elecciones de 2008 en Estados Unidos y ver qué planes tiene el nuevo presidente. Mientras tanto, podemos dormir tranquilos: observar la Luna seguirá siendo gratis para cualquier ser humano sobre el planeta Tierra.

Antígona Segura Peralta es investigadora en el Instituto de Ciencias Nucleares de la UNAM. Estudió física en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, la maestría en astronomía y el doctorado en ciencias de la tierra en la UNAM. Su investigación está enfocada a la detección remota de vida en planetas alrededor de otras estrellas. Continuamente da conferencias de divulgación y entrevistas en la radio sobre temas de astronomía.

 
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