27 de abril de 2024 27 / 04 / 2024

Carne de carretera

Mijal Montelongo Huberman

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Fotos: Shutterstock

¿Por qué la gallina cruzó la carretera? Para llegar al otro lado. Sin embargo, sabemos que un animal que intenta cruzar una carretera no siempre llega al otro lado

En las calles de una ciudad es común ver los restos de un gato o un perro atropellados por un automóvil. Si has viajado en coche por carretera, sin duda te ha tocado que el parabrisas se llene de manchas de diferentes colores, cada una de un insecto hecho puré que tuvo la mala suerte de coincidir en el tiempo y el espacio con el parabrisas del coche. El atropellamiento es el efecto más visible, dramático y directo de las carreteras en los animales, pero hay muchos otros efectos que son menos evidentes.

Un camino es más que un camino

Los caminos más antiguos que conocemos datan del año 4000 a. n. e. y se construyeron en lo que hoy son Medio Oriente, India y Gran Bretaña. Su función principal era la misma que las calles y las carreteras actuales: transportar personas y mercancías dentro de las poblaciones y entre ellas. Hacer caminos es uno de nuestros comportamientos más arraigados y, aunque uno pensaría que construir una calle es más o menos inofensivo para el planeta y sus habitantes, hay muchos efectos sorprendentes e inesperados para el medio ambiente y la biodiversidad, sobre todo en la actualidad, cuando sustituimos los antiguos caminos de piedra —transitados por peatones y carros de caballos— por modernas supercarreteras de muchos carriles.

En 2013 había más de 64 millones de kilómetros de carreteras en el planeta. En la última década el tamaño de la red global de carreteras se ha duplicado y para 2050 se estima que éstas y las vías de trenes aumenten un sesenta por ciento. En México, según el Plan Nacional de Carreteras Federales, hay alrededor de 40 mil km de carreteras y se planeaba construir 5 500 km más para 2019.

Imagínate que vas por una de esas carreteras. Puedes ir viendo el paisaje, escuchando música, platicando con tus acompañantes o pensando en la inmortalidad del cangrejo. A su paso, el vehículo va derramando aceites y combustibles que pueden llegar al suelo y a los cuerpos de agua cercanos, sobre todo cuando llueve. A un lado y otro de la carretera puedes ver las plantas que crecen naturalmente en la región, pero de pronto esta franja de vegetación continua se interrumpe y aparecen unas construcciones, seguidas por una gasolinera y un restaurante. Durante todo el viaje, el choque del viento con el coche produce un ruido ensordecedor, que quizá dejemos de percibir porque nos hemos habituado. Ese ruido también se oye fuera del vehículo, aunque sea sólo en los breves instantes que tarda éste en pasar. En cierto lugar de la carretera quizá se acumuló agua en un bache y, cuando pasa el vehículo, cae en él, pero también cae sobre un sapo que disfrutaba un tranquilo baño.

Éstos son sólo algunos ejemplos de los efectos de las carreteras sobre el ambiente: contaminación de suelos y cuerpos de agua, contaminación sonora, atropellamiento y fragmentación, modificación o pérdida de los hábitats.

Carne de carretera

Cruzar o no cruzar

He ahí el dilema. Hay circunstancias en las que un animal no cruzaría una carretera. Por ejemplo, si las condiciones que necesita una especie para vivir no existen en las inmediaciones de la pista, es poco probable que los individuos de esa especie siquiera se aproximen a la zona. Un pájaro carpintero no se acercaría a una carretera que está bordeada de pastos o cultivos donde antes había árboles que sí frecuentaba: preferiría quedarse donde todavía hay follaje.

En otras ocasiones la especie sí puede vivir en el hábitat que rodea la carretera, pero ésta funciona como un impedimento para su desplazamiento, lo que se conoce como efecto de barrera. La barrera no es solamente física: el ruido de los vehículos (contaminación sonora) ahuyenta a muchos animales que tienen el oído muy sensible, como ciertas aves. Esto también impide la comunicación entre individuos de la misma especie, que preferirán por tanto alejarse de ahí.

Finalmente están los animales que se desplazan saltando de rama en rama (especies arborícolas, como monos y perezosos) o quizá nadando o saltando de charco en charco (algunas tortugas y ranas). Al faltar los elementos del hábitat que usan para transportarse, esos animales no cruzarán la carretera.

¿Qué pasaría si de repente pusieran un gran muro a la mitad de tu ciudad? ¿Y si no hubiera ningún medio de franquearlo ni comunicarte con quienes se quedaron del otro lado? ¿Y si además el muro fuera tan largo que resultara prácticamente imposible rodearlo? La población original, en continua comunicación e intercambio, se dividiría, generando dos poblaciones aisladas más pequeñas. Llamémoslas A y B. Esto pasa a veces en la historia humana (por ejemplo, la ciudad de Berlín estuvo dividida por un muro desde 1961 hasta 1989), pero a ciertos animales les ocurre constantemente con las carreteras. Supongamos que en la población A quedaron sólo un par de hembras y el resto son machos. Lo más probable es que esta población termine por extinguirse y quede únicamente la población B, que de todas maneras es más pequeña que la original. Si el muro además produce un ruido ensordecedor que funciona como repelente, los individuos se alejarán de las zonas cercanas a la carretera, su hábitat disminuirá y habrá menos individuos con el paso de los años.

Los hábitats son los recursos y las condiciones que deben existir en el entorno de una especie para que ésta pueda sobrevivir y reproducirse: desde el alimento y el refugio hasta el silencio o la oscuridad en la que caza, se oculta o se reproduce. Una carretera altera estas condiciones y puede hacer la región inhabitable para algunas especies.

Así, las carreteras fragmentan y contraen el hábitat de muchas especies, aíslan y reducen poblaciones, y pueden llevarlas a la extinción.

Algunos animales sí cruzan la carretera, ¿para qué lo hacen? Para algunas especies, la carretera es como un pasillo que comunica partes de su casa (aunque un pasillo indeseable). Si el hábitat original se extiende a uno y otro lado de la carretera, para los individuos todo sigue siendo parte de su territorio natural, así que van de un lado al otro cual perro por su casa, sobre todo cuando se trata de especies grandes que necesitan un hábitat extenso, como los jaguares y los venados.

Algunas veces hay un tipo de vegetación de un lado de la carretera y otro distinto del lado contrario. Algunas especies usan ambos constantemente, pero hay otras que utilizan diferentes vegetaciones en distintas temporadas o etapas de su vida. Un ejemplo son las especies migrantes. Los cangrejos azules tienen sus madrigueras en pastizales, popales y manglares, y desovan en la playa. En Veracruz las hembras tienen que cruzar una carretera para llegar de las madrigueras a la playa. Otro ejemplo son unas especies de anfibios que pasan las primeras etapas de su vida en un cuerpo de agua, pero después dejan el hogar donde nacieron y se mudan a un hábitat distinto, como ocurre con el llamado sapo borracho (que se llama así porque emite un ruido que se parece al de una persona ebria cuando vomita).

Hay casos en que la carretera, en vez de ahuyentar a una especie, la atrae. A las lagartijas les gusta tomar el sol y la superficie de una carretera es el lugar perfecto, tanto para asolearse como para buscar calorcito en la noche, sobre todo si la carretera está pavimentada, porque el recubrimiento va liberando poco a poco el calor que absorbió durante el día.

A veces a los lados de la carretera hay una vegetación diferente de la original, por lo general pastos y hierbas, e incluso cultivos. Esta vegetación es una fuente de alimento para especies que comen esas plantas y las semillas que producen, como insectos, ciertas aves y roedores. La presencia de estos animales atrae a sus depredadores: anfibios, reptiles, otras aves y felinos. De hecho, hay unas aves llamadas comúnmente tapacaminos que, como su nombre sugiere, se posan en los caminos y carreteras para esperar a los insectos que hay por allí y comérselos. Como cualquiera de estos animales puede ser atropellado, sus cadáveres sirven de alimento para otros animales: los carroñeros, como los zopilotes, las hormigas, los cánidos y, si no llevan tanto tiempo muertos, hasta los humanos.

En tiempos de lluvia es común que los baches se llenen de agua o que se formen charcos en los vados, remansos de humedad altamente cotizados entre insectos y anfibios, sobre todo sapos. Mientras ellos disfrutan del agua, su vida corre peligro. De hecho, los anfibios son de los animales más atropellados en regiones tropicales.

Al llegar la noche hay mucho tráfico de insectos atraídos por las luces de los vehículos. Estos insectos, a su vez, atraen a sus depredadores, como murciélagos y ciertas aves. Todos ellos pueden morir en esta trampa ecológica.

Carne de carretera

Si en la carretera oyes un bip bip

Para evitar ser atropellado, un animal primero tiene que detectar que algo se está aproximando. Esto lo hacen percibiendo el ruido y el movimiento del vehículo. Pero cada especie tiene su forma peculiar de percibir. Algunos animales no se percatan del peligro hasta que el vehículo está demasiado cerca. A otros los ciega momentáneamente la luz de los faros.

Una vez detectado el peligro, hay que evaluar la amenaza. Cuando los animales ven un vehículo que se aproxima, lo consideran una amenaza inminente. Esto les provoca una respuesta antidepredadora. La reacción varía entre especies: algunas simplemente se quitarán del camino; otras se quedarán quietas en un lugar para evitar ser detectadas, como hacen los venados; los animales sociales, como ciertas aves, quizá mantengan unido al grupo.

En respuesta a la presencia de una carretera, algunas especies pueden aprender a reducir las probabilidades de atropellamiento. Ciertas aves han aprendido a echarse a volar antes de lo usual en zonas donde los coches van más rápido. Sin embargo, son pocas las especies reportadas que reducen sus colisiones con vehículos. No hay que suponer que cualquier especie pueda hacerlo. Es mejor promover medidas que eliminen o, por lo menos, reduzcan los efectos negativos de estas infraestructuras.

En diversas partes de México están empezando a construirse cruces para los animales, llamados pasos de fauna. A diferencia de los cruces peatonales previstos para las personas, los pasos de fauna no están en la carretera misma: van por arriba, como un puente peatonal, o por debajo, como un paso subterráneo. Hay pasos de fauna que son una extensión de la vegetación original, ya sea por arriba o por debajo de la carretera, que sirven para muchas especies distintas y funcionan como auténticos pasillos que conectan diferentes partes de un hábitat. También hay otros tipos de pasos que son particulares para ciertas especies: algunos consisten en cuerdas que atraviesan la carretera por lo alto y conectan los árboles a uno y otro lado del camino para que las usen animales arborícolas como los monos.

Las carreteras están aquí para quedarse y cada vez va a haber más. ¿Qué podemos hacer? Bueno, podemos tratar de evitar los viajes por carretera durante la noche y cuando está lloviendo, o incluso después de la lluvia, cuando el pavimento está mojado, tanto por nuestra seguridad como por la de los animales. Hay que respetar los límites de velocidad. Infórmate de posibles migraciones de animales cuando vayas a planear un viaje. Ajusta tu itinerario para evitar corredores migratorios, ya sea cambiando de fecha o cambiando de ruta. Ubica las reservas ecológicas y áreas naturales protegidas del país para ir con mayor precaución en esas zonas. Y también puedes pedir que se hagan más pasos de fauna en las carreteras que ya existen, y en las que se construyan en el futuro, para ayudar a la gallina —y otros organismos— a cruzar al otro lado.

Mijal Montelongo es bióloga y maestra en ciencias biológicas por parte de la unam. Su trabajo se enfoca en temas de ecología.

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