19 de abril de 2024 19 / 04 / 2024

Ojo de mosca 240

Ciencias sociales, ciencias naturales

Martín Bonfil Olivera

Cuando se habla de ciencias naturales y las sociales, una de las discusiones que surgen casi inmediatamente es la de si unas son más “científicas” que las otras, si se parecen en sus métodos y principios, o si por el contrario, son muy diferentes, si son más o menos precisas y confiables, etcétera.

Aunque ambos grupos de disciplinas reclaman el derecho a llamarse “ciencias”, lo cierto es que son bastante distintas.

Las naturales —física, química, biología, astronomía, matemáticas…— estudian el mundo físico, formado por materia y energía; el mundo natural, desde los átomos y las partículas subatómicas hasta las galaxias y la estructura del Universo.

Las ciencias sociales —historia, sociología, antropología, arqueología, etnología…— estudian al mundo humano: las sociedades humanas y los individuos que las forman. Se trata de un objeto de estudio muy distinto, y mucho más complejo, porque mientras que los átomos, planetas, moléculas o especies de seres vivos tienen una existencia independiente de nuestras creencias o puntos de vista, y pueden ser estudiados con métodos confiables y reproducibles, los fenómenos sociales, como las revoluciones, las identidades culturales, las tradiciones, los derechos o las culturas ancestrales son entidades que se construyen a partir de modelos de interpretación que son mucho menos independientes de quien lo estudia.

Por eso, mientras que entre los expertos en física, química o biología existe un consenso casi universal sobre qué teorías son aceptables y cuáles no, y qué conocimiento es fiable y cuál es obsoleto o erróneo, en ciencias sociales coexisten distintos “marcos teóricos” que pueden llevar a explicaciones muy distintas, incluso contradictorias.

Otra diferencia importante entre ciencias naturales y sociales es que la capacidad de predicción de las segundas es mucho más limitada. Si bien las predicciones exactas en ciencias naturales son más características de la física o la química, y mucho menos comunes en la biología o la medicina, casi ninguna de las ciencias sociales pretende predecir con precisión el comportamiento futuro de las sociedades que estudia.

Ni siquiera la economía, que algunos llamarían la más “científica” de las ciencias sociales, por su uso intenso de datos numéricos, modelos matemáticos y técnicas computacionales, ha producido predicciones muy confiables, lo cual se puede constatar observando la economía mundial, con sus frecuentes crisis y cambios de rumbo.

Y sin embargo, las similitudes entre ciencias naturales y sociales pesan más que sus diferencias. Sin importar si son cuantitativas, si hacen experimentos o si elaboran predicciones, todas son disciplinas académicas: se basan en evidencia comprobable, en la argumentación lógica, y sobre todo en la discusión colectiva y crítica entre especialistas.

Es este carácter académico lo que probablemente constituye la esencia del método científico.

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