23 de abril de 2024 23 / 04 / 2024

Ojo de mosca 294

Ciencia, pensamiento mágico y salud

Martín Bonfil

El pensamiento mágico es innato al ser humano. Ante un fenómeno que no comprendemos, nada más natural que imaginar entidades o designios ocultos que explican lo ocurrido con una lógica que nos permite darle sentido. Atribuir los eventos del mundo a dioses, espíritus, leyes misteriosas, rituales o amuletos era común antes de que surgiera el pensamiento científico.

El pensamiento mágico es también parte de nuestra biología: el cerebro humano, como el de muchísimos animales, tiene una enorme tendencia a establecer relaciones entre dos eventos que se suceden en el tiempo. Presupone que si algo bueno (o malo) ocurre después de que realizamos una acción, es altamente probable que tal acción haya sido la causa de lo que sucedió a continuación. Y en muchísimos casos, este tipo de suposición es útil: si no aprendiéramos a la primera, instintivamente, de nuestros errores, estaríamos expuestos a sufrir constantes accidentes. El problema es que suponer una relación causa-efecto sólo con base en uno o unos pocos casos no es prueba de su existencia. Existen muchísimos ejemplos: la persona que obtiene un premio en la lotería con un cierto número, y luego continúa comprando siempre el mismo, pensando que eso aumenta sus probabilidades de acertar de nuevo; el deportista que, como el día que usó cierta prenda de vestir tuvo un buen juego, continúa portándola pensando que es su “prenda de la suerte”.

El pensamiento mágico forma también parte indisoluble de las tradiciones y creencias de las naciones. Se mezcla con el conocimiento empírico y las ideas religiosas para producir prácticas mixtas como las llamadas “medicinas tradicionales”, que incluyen la herbolaria, las “limpias” y las actividades de hueseros, curanderos, chamanes, parteras y otros especialistas versados en estas prácticas, que se basan en una mezcla de experiencia, creencia y misticismo. Sin embargo, el desarrollo del pensamiento crítico y científico, a lo largo de siglos, le ha proporcionado a la especie humana nuevas herramientas, mucho más rigurosas y eficaces, para obtener conocimiento confiable sobre la naturaleza; para distinguir las relaciones causa-efecto reales, que efectivamente tienen una base sólida en la evidencia, de las que sólo parecen existir porque así lo creemos… o porque así lo deseamos. Gracias a ello, hoy contamos con conocimiento médico con fundamento científico, basado en la evidencia, que resulta muchísimo más eficaz —siempre que esté disponible para quien lo necesite— que las prácticas curativas tradicionales, sobre todo cuando se trata de enfermedades graves. Por ello, es obligación ética de todo gobierno proporcionar a sus ciudadanos una atención médica basada en el conocimiento científico más actualizado. Algo menos que eso, por “tradicional” que sea, sería estafar al pueblo al que debe servir. En pleno siglo XXI, las decisiones de los gobiernos deben estar basadas en ciencia, no en pensamiento mágico.

Logotipo facebook
Logotipo Twitter
Logotipo instagram
Logotipo tiktok

Síguenos en nuestras redes sociales

Imagen de Ciencia a domicilio
Imagen de Suscripción a la revista
Imagen de Universum
Imagen de Ciencia UNAM