25 de abril de 2024 25 / 04 / 2024

¿Quién es? 294

Olivia Gall Sonabend

Anayansin Inzunza

Foto: Arturo Orta

El estudio y la denuncia del racismo y la xenofobia en México, desde la investigación histórica y la sociología.

La trayectoria profesional de Olivia Gall está marcada por sus antecedentes familiares y su sólida preparación: es hija de reconocidos académicos polacos que emigraron a México durante y poco después de la Segunda Guerra Mundial. Su madre fue Ruth Sonabend, conocida en el mundo de la ciencia como Ruth Gall, investigadora de los rayos cósmicos y la física geoespacial, y de Henryk Gall, abogado especializado en derecho internacional. Por ser judío y socialista, Henryk fue tomado prisionero por los nazis a fines de 1939, pero no en un campo de concentración, y logró escapar. Después salió de Polonia y se enroló en el ejército británico. Desde el Reino Unido, fue también miembro activo de la resistencia polaca, judía y no judía. Terminada la guerra, Henryk fue contratado como corresponsal de la prensa polaca en la recién creada Organización de las Naciones Unidas, en Nueva York. En un breve viaje que hizo a México conoció a Ruth y, en 1949, mientras ella hacía su posgrado en física en la Universidad de Columbia, se casaron. En 1954 se instalaron en México.

Olivia Gall, su hija mayor, ha desarrollado una fructífera trayectoria académica: estudió sociología en la UNAM y la maestría y el doctorado en el Instituto de Estudios Políticos en Francia. Ingresó a la UNAM como académica en 1986. Tras dedicarse a temas de historia política, se trasladó a Chiapas en 1991, en donde siguió laborando para la UNAM, en el hoy Centro de Investigaciones Multidisciplinarias sobre Chiapas y Centroamérica. Ahí nació su interés por una desgarradora y penosa realidad: un profundo racismo contra las personas indígenas mexicanas. Decidió entonces iniciar, al lado de colegas de varias instituciones académicas del país (la BUAP, la UAM-I y el INAH), una línea de investigación entonces inexistente en México: el racismo y la xenofobia, a cuyo estudio y análisis se ha dedicado desde entonces. Investigadora titular del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (Ceiich) de la UNAM desde 2005, entre 2014 y 2018 coordinó Integra, la Red de Investigación Interdisciplinaria sobre Racismo y Xenofobia (una red temática de investigación del Conacyt), y a partir de 2019 fue nombrada coordinadora del Seminario Universitario Interdisciplinario sobre Racismo y Xenofobia (Surxe) de la UNAM (https://surxe.sdi.unam.mx/).

¿Cuándo descubriste que querías estudiar sociología?

Desde pequeña sabía que estudiaría algo de ciencias sociales. En la preparatoria tuve excelentes maestros de historia, sobre todo uno que nos enseñaba a través de sociodramas; un día representabas a Lenin, otro a Trotsky o a algún otro líder, y debías defender su postura, independientemente de si estabas o no de acuerdo. Aunque soy más historiadora que socióloga, la sociología es una carrera preciosa que me ha dado mucho, sobre todo porque tuve excelentes profesores, algunos de países latinoamericanos, que llegaron a México huyendo de dictaduras militares. Entre otras cosas aprendí que la sociología se relaciona con todas las ciencias sociales y las humanidades, lo cual infl uyó mucho en mi formación posterior.

¿Cuáles son tus principales líneas de investigación?

Comprender qué es el racismo y cómo se manifiesta, pues lamentablemente se sigue presentando en casi todos los países. Antes del siglo XVIII existió el etnocentrismo, un fenómeno que, con base en diferencias culturales o étnicas, provocó la exclusión y opresión de algunos pueblos a manos de otros. A fines del siglo XVIII se empezó a creer que la inferioridad o superioridad de las personas y de sus pueblos era sobre todo biológica, y eso acrecentó el problema. A principios del siglo XXI la ciencia genética demostró que no existen razas biológicas humanas, puesto que todos los humanos somos en un 99.9 % idénticos en cuanto al código genético que nos estructura como especie. A pesar de eso, muchos siguen creyendo erróneamente en la existencia de razas biológicas o en que, aunque las razas sean construcciones sociales, hay algo de cierto en la inferioridad y superioridad que se les atribuye.

¿Existe en México un racismo velado?

Sí, y la historia es larga. Cuando México se independizó de España y se conformó como Estado- nación, la identidad nacional mexicana se construyó bajo una idea central: habríamos de ser un país de dos sangres y dos culturas mezcladas —la indígena y la española—, que se fundirían en una sola. De esta forma, la población mexicana sería tanto biológica como culturalmente mestiza. En el siglo XIX, declararse una nación mestiza era asumir una postura progresista y antirracista, dado el racismo supuestamente científico que reinaba en el mundo. Sin embargo, a los pueblos indígenas se les enviaba el siguiente mensaje: o se mezclan o no serán ciudadanos en plenitud. “Si realmente quieren ser mexicanos dejen de tener identidades propias, de reivindicar sus diferencias étnicas y culturales, vuélvanse mestizos.”

Para los afromexicanos (liberados de la esclavitud en 1829) el mensaje fue: ya no son esclavos, intégrense a la nación como puedan, pero tampoco van a ser una de las vetas del mestizaje mexicano. Desde entonces, en México se actuó como si esa población no existiera, a pesar de que a lo largo de los siglos XVI y XVII fue el segundo grupo en importancia de la Nueva España. Esa invisibilización de los afromexicanos no cambió en el siglo XX; fue hasta 2015 cuando el país empezó a contar a esta población, y el censo 2020 determinó que 2.9 % de los mexicanos se considera negro, afromexicano o afrodescendiente. ¿Cómo entender las consecuencias del racismo hacia las personas indígenas y afromexicanas? En México los hablantes de lenguas indígenas son los más pobres. Aunque en 1992 se dejó asentado en la Constitución Mexicana que somos una nación multicultural y pluriétnica, eso no ha redundado en que las personas indígenas tengan acceso a derechos económicos, sociales, civiles y políticos en igualdad de circunstancias que el resto de la población. Les siguen en niveles de pobreza los afromexicanos de 100 municipios del país en los cuales hay más de 10 % de afrodescendientes, que apenas en 2019 empezaron a ser reconocidos como parte de la multiculturalidad mexicana. Ello tampoco ha redundado en un mayor respeto a sus derechos pues persisten los estereotipos y prejuicios en su contra.

¿Qué fue Integra, la Red de Investigación Interdisciplinaria sobre Racismo y Xenofobia?

Durante casi dos décadas peleamos para que se reconocieran el racismo y a la xenofobia como temas del país y de la academia mexicana; hoy hemos logrado que se incluyan en varias carreras y estamos formando estudiantes que las abordan desde distintas disciplinas.

Integra se creó en 2014, con financiamiento del Conacyt. La coordiné de 2104 a 2018 y allí reunimos a 47 instituciones de educación superior e investigación en la República Mexicana, en ocho grupos de trabajo: historia, identidad y racismo; pueblos indígenas; afrodescendientes; género, etnicidad, racismo y derechos; bioantropología y filosofía de la ciencia; educación, interculturalidad y racismo; migración y xenofobia (rechazo y odio contra quienes provienen de otros países), y cultura de paz y no violencia. Unificar esas iniciativas en una red nacional con conexiones internacionales fue un trabajo que duró sólo cinco años, porque desafortunadamente el programa fue cerrado. Ante la falta de financiamiento, buscamos a la Rectoría y a la Secretaría de Desarrollo Institucional de la UNAM, que aceptaron que el racismo y la xenofobia debían estudiarse y combatirse desde todas las instancias universitarias. Fue así como, en junio de 2019, nació Surxe, seminario en el que hemos materializado proyectos de docencia, como el diplomado en línea Racismo y xenofobia vistos desde México (https://surxe. sdi.unam.mx/index.php/diplomado), que hoy forma a su décima generación de estudiantes, así como talleres, publicaciones, cursos, debates, congresos, tesis y colaboraciones con otros sectores de la sociedad.

¿Qué es lo que más disfrutas de la docencia?

Estar, convivir y dialogar con los estudiantes de nuestra universidad le da sentido a mi carrera académica. Ver con alegría cómo algunos de mis cursos siembran en ellos nuevas inquietudes o les aclaran conceptos, realidades históricas y realidades sociales que hay que atender.

¿Cómo te describes?

Como una mujer muy agradecida por ser universitaria y que, desde la trinchera de la academia, busca resolver, en estrecha relación con muchas personas de varios sectores sociales, algunos graves problemas nacionales e internacionales como aquellos a los que me he dedicado durante las últimas tres décadas.

En corto

Si pudieras viajar, ¿a dónde irías?
A Islandia Comida favorita. Pico de gallo con aguacate, jitomate, cebolla, cilantro, chile verde, sal y una gota de limón.

Historiador admirado
El académico francés Fernand Braudel, quien revolucionó la historiografía del siglo XX.

Personaje literario consentido
Sancho Panza.

Pasatiempo preferido
El cine.

Animal predilecto
El perro, porque es leal, amoroso, inteligente y excelente compañero.

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