19 de abril de 2024 19 / 04 / 2024

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Martha Duhne

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El cacao y los textiles como moneda

Un estudio reciente demuestra que el cacao y los textiles se utilizaban como una forma de dinero durante la época de la opulencia maya. La arqueóloga Joanne Baron se dedicó por años a estudiar la iconografía maya del Periodo Clásico en murales, estelas, cerámica y códices, así como en los relatos de españoles que llegaron a América, para entender cómo pasaron el cacao y los textiles de productos apreciados por su uso a monedas.

Para que un objeto pueda llamarse moneda tradicionalmente tiene que cumplir cuatro funciones: ser un medio de intercambio, una forma de pagar deudas, un depósito de valor entre intercambios (una persona paga algo con dinero, que le servirá al que lo recibió para comprar otra cosa) y una unidad de valor que permita calcular los precios de distintos objetos, incluso en ausencia del objeto de dinero.

El origen geográfico del cacao domesticado es tema de debate, pero las primeras evidencias se localizan en Chiapas y Veracruz entre 1900 y 1500 a. C. En sus inicios el cacao se utilizó como una bebida que se fermentaba con la pulpa de la fruta del cacao. Con el tiempo los mayas desarrollaron el proceso de secar, tostar, moler los granos y mezclar la pasta resultante con agua para producir una bebida no alcohólica. Al paso del tiempo esta bebida se convirtió en un alimento entre las élites de Mesoamérica. Se consumía en ceremonias y se usaba como alimento para los dioses y como marca o señal de estatus social. Estas funciones continuaron, incluso después de que el cacao se utilizó como moneda.

Los textiles también tienen una larga historia en Mesoamérica. La planta de algodón ya se había domesticado y se cultivaba desde el 1000 a. C. Con el tiempo los mayas desarrollaron técnicas decorativas como el brocado, el bordado, la pintura y el estampado, que también se usaban para acentuar el nivel social del portador. Del maguey se extraía una fibra con la que también se elaboraban textiles, invirtiendo un tiempo de producción similar al que tomaba la elaboración del algodón, pero el maguey era utilizado por el pueblo, probablemente porque era mas áspero y la planta más abundante.

En su estudio, publicado en la revista Economic Anthropology, Baron documenta 180 imágenes que van del 690 al 900 d. C. en las que los textiles y el cacao tienen un uso de intercambio cada vez más generalizado, por ejemplo, para pagar tributos. De acuerdo con la antropóloga estos productos específicos se eligieron, entre otras razones, porque desde hacía siglos ambos se relacionaban con las clases altas. Por la escasez del cacao, su cultivo requería más cuidados y las plantas crecían en sitios alejados de las ciudades. El algodón, por su parte, requería mucho trabajo manual, lo que implica que había sirvientes dedicados a trabajarlo. Baron sugiere que la escasez de ambos productos quizá contribuyó al colapso de la cultura maya.

El cacao y los textiles como monedaFoto: Roger Culos.

Señales sísmicas imperceptibles

Entender los distintos tipos de movimientos que ocurren antes y después de los terremotos en las vecindades de las zonas de subducción (donde una placa tectónica se mete debajo de otra) nos ayuda a entender su dinámica y en última instancia saber si algún día se podrán predecir los sismos.

Algunos de los movimientos sísmicos que ocurren a grandes profundidades eran desconocidos hasta hace poco ya que son imperceptibles para el ser humano, pero actualmente pueden detectarse con equipos sismológicos muy sensibles.

Víctor M. Cruz-Atienza y Carlos Villafuerte, del Instituto de Geofísica de la UNAM, y Harsha Bhat, de la École Normale Supérieure de París, Francia, estudiaron la relación que existe entre los llamados eventos de deslizamiento lento, o terremotos silenciosos (movimientos que liberan energía durante semanas o incluso meses) y los temblores tectónicos, un tipo de señales sísmicas de muy baja amplitud y larga duración.

Estos dos fenómenos suelen ocurrir de manera simultánea y se propagan a una velocidad de cerca de 10 kilómetros por hora en el espacio que hay entre dos placas tectónicas. Los investigadores descubrieron que existe un segundo movimiento, o migración, que viaja a velocidades mucho mayores, entre 25 y 150 kilómetros por hora. Estos movimientos ocruren a profundidades de entre 30 y 45 kilómetros, donde se detectaron fluidos confinados a enormes presiones; entre otros lugares, en la zona de subducción del estado de Guerrero.

De acuerdo con los resultados de esta investigación, publicados en la revista Nature Communications en junio de este año, los sismos lentos y la gama de señales sísmicas asociadas podrían estar relacionados con los terremotos de superficie, aunque aún no puede afirmarse

Nuevo registro como Patrimonio Mixto de la Humanidad

A finales de junio, en la 42ª reunión del Comité del Patrimonio Mundial la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) que se celebró en Baréin, se inscribieron en la lista 19 nuevos sitios, entre los que se encuentra el valle de Tehuacán- Cuicatlán, clasificado como Patrimonio Mixto (tanto por su valor natural como cultural) de la Humanidad. Es el segundo sitio mexicano en esta categoría; en 2016 se incluyó la antigua ciudad maya y los bosques tropicales protegidos de Calakmul, en la península de Yucatán.

En este valle se han registrado 200 sitios arqueológicos, muestras de antiguas culturas y asentamientos prehispánicos en los que se han encontrado edificios, cerámica y objetos de piedra, pinturas rupestres y estelas. Aquí existen también los registros más antiguos de la domesticación de tres de las especies vegetales más importantes del país: maíz, frijol y calabaza, por lo que al sitio se le reconoce como la cuna de la agricultura y la irrigación mesoamericana. El valor cultural del valle de Tehuacán- Cuicatlán no es sólo histórico. En sus casi medio millón de hectáreas viven actualmente ocho grupos indígenas: mixtecos, cuicatecos, ixcatecos, nahuas, chocholtecos, popolocas, chinantecos y mazatecos.

Es una zona árida y semiárida que alberga ecosistemas y especies únicas en el mundo, entre ellas una enorme variedad de cactáceas como el candelabro (Pachycereus weberi), que puede alcanzar los 16 metros de altura, los bosques de cactáceas tetechos o viejitos (Neobuxbaumia tetetzoCephalocereus columna-trajani) y la cactácea más pequeña de México, que mide menos de cinco centímetros de diámetro, Mammillaria hernandezii. Aquí se encuentra también la mayor extensión de bosque tropical seco del centro sur de México.

En la reserva habitan seis especies de felinos, entre ellos el tigrillo, el jaguar y el puma, anidan el águila real y la guacamaya verde y se han registrado nutrias, temazates y ardillas voladoras. Que formen parte de la lista de Patrimonio de la Humanidad significa que su preservación ya no sólo es responsabilidad del país en que se encuentra, sino de toda la humanidad, lo que ayudará en su conservación para futuras generaciones.

El cacao y los textiles como monedaReserva de la Biósfera Tehuacán-Cuicatlán.

Agua líquida en Marte

Investigadores europeos dirigidos por Roberto Orosei, del Instituto Nacional de Astrofísica de Italia, dieron a conocer en un artículo en la revista Science de julio pasado que hay un lago de agua líquida bajo los hielos del polo sur de Marte.

En Marte ya se han encontrado algunas formaciones, como afluentes de ríos y cuencas de lagos secos, que parecen indicar que en el pasado hubo agua líquida en la superficie de ese planeta. También se han detectado pequeñas cantidades de vapor de agua en la atmósfera, algo de hielo en la superficie y minerales que sólo pueden formarse en presencia de agua. Pero hasta ahora no se habían encontrado evidencias de cuerpos estables de agua líquida.

Orosei y su equipo utilizaron el detector MARSIS, un instrumento que forma parte de la nave Mars Express, de la Agencia Espacial Europea. El aparato emite una señal de radar y analiza sus reflejos. Éstos son diferentes si la señal rebota en roca, en hielo o en agua líquida. Durante tres años los investigadores recolectaron señales de radar del polo sur. Encontraron que pese a que el promedio de temperatura en esa región de Marte es de -60 ºC, lo que haría imposible la existencia de agua líquida (se congelaría al instante), hay un enorme lago bajo las capas de hielo. La explicación es que la presión que ejercen las toneladas de hielo reduce el punto de congelación del agua. Eso y la presencia de enormes cantidades de sales disueltas en el agua permiten que esta exista en estado líquido.

Los investigadores aseguran que en el futuro podrán detectar con radares más sensibles cuerpos de agua más pequeños. Son buenas noticias en relación a la posibilidad de llegar a colonizar Marte algún día.

El cacao y los textiles como monedaPolo sur en Marte (imagen: USGS Astrogeology Science Center, Arizona State University, INAF).

Una bacteria para controlar el dengue

Las casos de dengue se desplomaron en una ciudad australiana cuando un equipo de científicos liberó millones de mosquitos modificados para bloquear la transmisión del virus que produce esa enfermedad, de acuerdo con un artículo publicado en la revista Nature en agosto.

El dengue es una enfermedad causada por un virus que se transmite por la picadura del mosquito Aedes aegypti. Cerca de 20 millones de personas se enferman de dengue al año en más de 100 países. Investigadores de las universidades australianas Monash y James Cook infectaron a los mosquitos con Wolbachia, una bacteria muy abundante en la naturaleza; se encuentra en 60 % de los insectos del planeta entre ellos mariposas, polillas, moscas de la fruta, libélulas y mosquitos, pero no en el Aedes.

En estudios previos se demostró que el virus del dengue presente en el mosquito Aedes pierde la capacidad de reproducirse en presencia de esta bacteria. Cuando los mosquitos portadores de la bacteria se liberan y se aparean con insectos locales, la pasan a las siguientes generaciones, que así pierden la capacidad de transmitir el dengue. Los estudios demostraron también que la bacteria no representa ningún peligro para los seres humanos.

En octubre de 2014 los investigadores liberaron cerca de cuatro millones de mosquitos portadores de la bacteria en toda la superficie de Townsville, ciudad ubicada en el estado de Queensland, en la costa noreste de Australia. Esta ciudad de 187 000 habitantes ha sufrido infecciones de dengue periódicamente desde 2011. En los 44 meses posteriores a la liberación de los mosquitos sólo cuatro personas se infectaron, en comparación con los 54 casos que ocurrieron en los 44 meses anteriores.

Esta es la primera vez que se lleva a cabo una liberación de mosquitos modificados de esta manera en una ciudad entera y resulta interesante porque es una forma de control biológico de los mosquitos que transmiten el dengue, pero también el chikungunya, el zika y la fiebre amarilla, enfermedades responsables de miles de muertes cada año.

El cacao y los textiles como monedaFoto: NIAID.

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