18 de abril de 2024 18 / 04 / 2024

Ráfagas 278

Ráfagas

Martha Duhne

Ilustración: Carlos Durand.

La ONU reconoce la importancia de la investigación básica

La Asamblea General de la ONU adoptó en septiembre de 2015 la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, un plan de acción “a favor de las personas, el planeta y la prosperidad, que tiene la intención de fortalecer la paz universal y el acceso a la justicia”. Fue suscrita por los 193 Estados miembros de la ONU, que reconocen que no puede haber desarrollo sostenible sin erradicar la pobreza.

La Agenda 2030 plantea 17 Objetivos para el Desarrollo Sostenible que cada país se compromete a atender según su realidad social y económica. Entre otros, los objetivos incluyen poner fin a la pobreza y al hambre, garantizar una vida sana, el acceso a energía segura, limpia y sostenible, adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos, conservar y utilizar en forma sostenible los océanos, los mares y los recursos marinos y proteger, restablecer y promover el uso sostenible de los ecosistemas terrestres.

El 2 de diciembre la ONU promulgó 2022 como Año Internacional de las Ciencias Básicas para el Desarrollo Sostenible y de esta forma transmite al mundo la importancia de este tipo de investigación para cumplir con los 17 objetivos.

La investigación básica está encaminada a obtener conocimientos nuevos acerca de la naturaleza. Las ciencias aplicadas utilizan estos conocimientos para resolver problemas y necesidades específicos. Los beneficios de las ciencias aplicadas y la tecnología son fáciles de entender, pero los de las ciencias básicas pueden ser menos evidentes.

Un ejemplo es el desarrollo de las vacunas contra el SARS CoV-2. A menos de un año del inicio de la pandemia ya contábamos con vacunas eficientes. Pero su desarrollo no habría sucedido sin décadas de estudios previos de ciencias básicas, entre otros temas, sobre cómo actúan las vacunas y los virus. Los coronavirus fueron identificados por primera vez en 1964 por June Almeida, viróloga escocesa que logró la primera imagen de virus de este tipo por medio de un microscopio electrónico en el Instituto Oncológico de Ontario, en Toronto, Canadá. Almeida murió en 2007 sin tener idea de que un tipo de coronavirus se convertiría en un problema de salud pública a nivel mundial. Y miles de investigaciones más fueron necesarias para que las distintas vacunas contra el SARS CoV-2 pudieran desarrollarse en un tiempo récord.

El Año Internacional de las Ciencias Básicas es una oportunidad para que los científicos de estas disciplinas muestren la importancia de sus contribuciones para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible y para que los tomadores de decisiones entiendan la necesidad de apoyarlas.

Las investigaciones de las ciencias básicas son fundamentales para lograr los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible establecidos por la ONU.

La ONU reconoce la importancia de la investigación básicaJeremy Lock/USAF.

Incendios y cambio climático

Un estudio reciente encontró que el cambio climático es la principal causa de que haya aumentado el área de tierras de la región oeste de Estados Unidos asoladas por incendios.

El Servicio Geológico de Estados Unidos dio a conocer datos que muestran un drástico aumento de la destrucción causada por incendios forestales. De 1984 a 2000, la superficie promedio de terrenos incendiados en 11 estados del oeste del país fue de 684 000 hectáreas por año. En los siguientes 17 años, hasta 2018, la media subió a 1 360 000 hectáreas por año; en 2020, la cantidad de terreno quemado por incendios forestales en esta región alcanzó 3 560 000 hectáreas. Un equipo de científicos de la Universidad de California en Los Ángeles y del Laboratorio Nacional Lawrence Livermore se dio a la tarea de conocer las causas de este incremento.

Los investigadores analizaron información sobre el clima y los incendios en la región para estimar la influencia de varios factores en el déficit de presión de vapor, o DPV, que es la variable climática más importante para predecir el riesgo de incendio. El DPV mide la diferencia entre la cantidad de humedad que puede retener el aire en un lugar y la que contiene en un momento específico. Las grandes zonas boscosas taladas o quemadas por incendios forestales suelen tener índices altos de DVP, lo que se asocia con un aire cálido y seco. Un periodo largo con índices de DPV altos es una señal de alerta de posibles incendios.

El estudio concluyó que el calentamiento inducido por las actividades humanas es ahora más responsable del aumento del DPV que las variaciones naturales de la circulación atmosférica que han existido siempre.

Incendios y cambio climático

Bosque del pasado

A 200 kilómetros de la costa, a orillas del río San Pedro Mártir, en la región de Balancán, Tabasco, hay un manglar, lo que es inusitado porque los manglares son ecosistemas costeros, que crecen en sitios donde se mezclan el agua dulce y el agua salada.

En 2016 se formó un equipo multidisciplinario de científicos de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, Pronatura Noroeste y la Universidad de California en San Diego, que llevó a cabo estudios genéticos, geológicos y botánicos para descifrar la historia del lugar. Los investigadores encontraron que se trata de un relicto, es decir, un grupo de organismos que sobrevivieron de épocas pasadas, cuando el nivel del mar era de entre nueve y 10 metros más alto que el actual y las partes bajas de Tabasco se encontraban bajo el agua. Hace 100 000 años el mar se alejó y el manglar quedó atrapado en el sitio que ocupa hoy en día. Además de los mangles, se han encontrado cerca de 100 especies de plantas que normalmente crecen en la costa.

Los científicos esperan que el hallazgo sirva para que se proteja el manglar, en especial porque toda la vegetación circundante está talada. Los resultados de esta investigación se publicaron en la revista científica PNAS el 12 de octubre de 2021. Y puede verse un video sobre este hallazgo en https://vimeo.com/493503303

Bosque del pasadoJonathan Wilkins

Desigualdad, enfermedad y muertes por COVID-19

Investigadores del Instituto Mexicano del Seguro Social llevaron a cabo un estudio sobre las características en común de las personas que fueron hospitalizadas, enfermaron de gravedad y fallecieron por COVID-19. El equipo encontró que el ingreso económico fue el factor más importante.

Los investigadores tuvieron acceso a la información de salarios y de desarrollo de la enfermedad por COVID-19 de 412 551 trabajadores registrados en el IMSS entre marzo y noviembre de 2020, y la evolución de la enfermedad en cada uno. El estudio muestra que 10 % de los trabajadores con salarios más bajos (4 000 pesos o menos al mes) tuvieron cinco veces más probabilidades de morir durante la pandemia que el 10 % con los salarios más altos (40 000 pesos o más mensuales) y cuatro veces más de ser hospitalizados.

Para explicar esta diferencia se ha citado la falta de acceso a servicios de salud, mayor tasa de infección y mayor prevalencia de comorbilidades, pero la investigación encontró que estos factores no fueron tan importantes. Por tratarse de empleados registrados en el IMSS, todos tuvieron acceso a servicios de salud. Y las comorbilidades, que existían en todos los grupos, tampoco pudieron explicar el tamaño de la brecha. El factor determinante en las diferencias entre quienes enfermaban de gravedad o morían fue el ingreso. Una posible explicación sería que las personas con menores ingresos tardan más tiempo en buscar atención médica y cuando por fin llegan al hospital su enfermedad ya es grave.

Los resultados de esta investigación se publicaron en la revista The Lancet en noviembre de 2021 y solo incluyen a empleados de la economía formal.

Desigualdad, enfermedad y muertes por COVID-19Jonathan Wilkins

La importancia ecológica de las ballenas

Un estudio sobre ballenas gigantes realizado por investigadores del Museo Nacional de Historia Natural del Instituto Smithsoniano, de Estados Unidos, reveló que estos animales comen y defecan tres veces más de lo que se había calculado previamente, lo que tiene grandes consecuencias para la salud de los ecosistemas marinos.

Los cálculos anteriores se hicieron a partir del contenido del estómago de las ballenas y este dato se extrapolaba a ballenas de diferentes tamaños. Para contar con datos más precisos, los investigadores del Smithsoniano recopilaron información en tres líneas de investigación distintas. Entre 2010 y 2019 le siguieron la pista a 321 ballenas de diferentes especies, en cuyo lomo instalaron ventosas con dispositivos GPS, cámara, micrófono y acelerómetro que permitieron seguir los movimientos de cada ejemplar. También se analizaron 105 fotografías y tomas con drones de ballenas de siete especies para medir su longitud. Esta información se utilizó luego para estimar la masa corporal, así como el volumen de agua filtrada por el animal en cada bocado. El equipo fue a los lugares donde se alimentan las ballenas en barcos con ecosondas para medir el tamaño y la densidad del krill y otras especies que comen las ballenas. Esto ayudó a estimar la cantidad de alimento que estaban comiendo realmente.

El estudio reveló que las ballenas comen tres veces más de lo que se había estimado previamente. Las ballenas defecan cuando salen a respirar y sus heces flotan en la superficie del mar, lo que es una fuente de nutrientes para el fitoplancton que absorbe dióxido de carbono de la atmósfera y produce más de la mitad del oxígeno atmosférico. Los investigadores concluyen, en un artículo publicado en la revista Nature en noviembre de 2021, que las ballenas desempeñan un papel fundamental en la vida de los mares. Es necesario conservarlas y lograr que aumenten sus poblaciones.

La importancia ecológica de las ballenasAriel Quiroz

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