26 de abril de 2024 26 / 04 / 2024

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Ráfagas

Martha Duhne

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Descubren en la bahía de Chetumal un profundo agujero azul

Científicos del Colegio de la Frontera Sur, Ecosur, unidad Chetumal, descubrieron el segundo blue hole o agujero azul más profundo del planeta, que bautizaron Taam Ja', o “agua profunda” en maya. Un agujero azul es una oquedad submarina, y su nombre se debe al contraste entre el azul oscuro de las aguas profundas y el tono más claro de las que lo rodean. El más profundo es Sansha Yongle, en China, con 300 metros de profundidad.

Taam Ja', se encuentra en la bahía de Chetumal, a 4.5 kilómetros de la comunidad de Calderitas, en el municipio de Othón P. Blanco. Esta bahía es un estuario: un cuerpo de agua somera parcialmente cerrado donde se mezclan aguas dulces de ríos y lagunas subterráneas con agua salada del mar. Las repetidas inundaciones y drenajes producidos por las oscilaciones en el nivel del mar durante los periodos glaciares e interglaciares, así como la salinidad de las aguas costeras, permitieron el desarrollo de formaciones cársticas, es decir, rocas calizas erosionadas por el agua. Las cuevas submarinas y los cenotes son comunes en las plataformas de las costas del mar Caribe y de la península de Yucatán, pero nunca se había encontrado un agujero azul de esta profundidad.

Taam Ja', ya era conocido por los pescadores de la región. Uno de ellos, Jesús Artemio Poot, le habló de su existencia a un investigador de Ecosur que decidió visitar el sitio y estudiarlo. En septiembre de 2021 se llevó a cabo un trabajo de campo con buzos, ecosondas, extracción de muestras de agua, cámaras submarinas y datos de temperatura, salinidad y niveles de oxígeno disuelto a 2, 20, 50, 80 y 110 metros de profundidad.

El hallazgo, publicado en la revista Frontiers in Marine Science, permitirá a los investigadores estudiar los fósiles de microorganismos que cubren las laderas y el fondo, así como entender el origen y la evolución geológica y biológica de esta región.

Descubren en la bahía de Chetumal un profundo agujero azul

Realizan análisis genético a mechones de pelo de Beethoven

Un equipo de científicos analizó genéticamente muestras de ocho mechones de pelo que se supone pertenecieron a Ludwig van Beethoven, uno de los más importantes compositores de la historia, con el objetivo de determinar la causa de su muerte a los 56 años y entender qué ocasionó sus muchos problemas de salud.

Sabemos que el músico sufrió varias enfermedades, en particular la pérdida del oído, que comenzó cuando tenía veintitantos años y terminó en sordera total a los 48. Pero también tuvo problemas gastrointestinales recurrentes y, al final de su vida, hepáticos.

En 1802 Beethoven le pidió a su médico de cabecera, Johann Adam Schmidt, que después de su muerte diera a conocer sus padecimientos para que, en sus palabras, “en la medida de lo posible, al menos el mundo se reconciliara conmigo después de mi muerte”. Su doctor murió en 1809, pero varios médicos, científicos y biógrafos intentaron cumplir ese deseo con base en sus cartas, diarios, comentarios de amigos y familiares contemporáneos, reportes médicos y su autopsia. También se estudiaron sus huesos, ya que fue exhumado dos veces, en 1863 y en 1888, y se hicieron estudios toxicológicos en muestras de cabello.

En esta reciente investigación se emplearon técnicas genéticas muy precisas para estudiar los ocho mechones de pelo, y se demostró que tres de ellos no pertenecían a Beethoven. Luego se comparó la información genética de las cinco restantes con la de parientes actuales.

os resultados, publicados en la revista Current Biology, muestran que Beethoven tenía un importante riesgo genético de sufrir enfermedades hepáticas, y al final de su vida se encontraron evidencias de infección con el virus que produce la hepatitis B. Esta predisposición fue clave en su padecimiento hepático, por lo que tal vez no consumía tanto alcohol como se pensaba. No se encontró evidencia que explicara sus otros padecimientos.

 análisis genético  a mechones de pelo de Beethoven

Los primeros jinetes del mundo

Investigadores de la Universidad de Helsinki en Finlandia, en colaboración con un equipo internacional, descubrieron la que parece ser la evidencia más antigua de humanos que montaban caballos.

Sabemos que hace un poco más de 5 000 años los caballos ya habían sido domesticados por su leche, pero es muy difícil precisar cuándo comenzamos a montarlos, en especial porque las monturas y otros arreos de cuero o de tela casi nunca se preservan. Pero aunque no conservemos el equipamiento, sabemos que montar a caballo induce cambios anatómicos en las personas que podrían conservarse en sus huesos, de modo que los investigadores buscaron, entre otras cosas, modificaciones en la forma normalmente redonda de las cavidades de la cadera, marcas causadas sobre el cuello del fémur, degeneración de las vértebras por impactos verticales repetidos y los traumatismos que suelen producirse por caídas, patadas o mordeduras de caballos.

Para este estudio se investigaron los restos óseos de personas de la cultura yamnaya enterradas en tumbas conocidas como kurgans, pequeños túmulos funerarios circulares construidos sobre una fosa que contiene los huesos humanos, así como vasijas y armas y muchas veces restos óseos de caballos. Los yamnayas fueron una cultura originaria de las estepas asiáticas entre el mar Caspio y el Negro, en lo que ahora es Rusia, que se expandió al este hasta el territorio actual de Mongolia y hacia el oeste por toda Europa hace cerca de 4 300 años.

De los 154 esqueletos estudiados cuando menos 24 pudieron clasificarse como jinetes probables y cinco como muy probables, fechados entre el 3021 y el 2501 a. C. Los resultados fueron publicados en la revista Science Advances.

Los primeros jinetes del mundo

La importancia del sueño en la salud

Una investigación presentada en la Sesión Científica Anual del Colegio Americano de Cardiología y del Congreso Mundial de Cardiología revela que dormir bien influye tanto en la salud general y en la cardiaca como en la esperanza de vida.

Los científicos analizaron la información recabada en la Encuesta Nacional de Salud que llevan a cabo anualmente los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades y el Centro Nacional de Estadísticas Sanitarias de Estados Unidos. Esta encuesta incluye preguntas sobre los hábitos y la calidad del sueño, y participaron 172 321 personas, 54 % de ellas mujeres, con una edad promedio de 50 años. También consultaron el Índice Nacional de Fallecimientos para entender si existía una relación entre las muertes y los hábitos, la calidad y la duración del sueño. Durante los seis años del estudio murieron 8 681 personas, 30% por enfermedades cardiovasculares, 24% por cáncer y 46% por otras causas.

Se tomaron en cuenta cinco factores: duración del sueño, dificultad para conciliarlo, dificultad para permanecer dormido, uso de medicamentos para dormir y sensación de descanso al despertar. El estudio concluye que las personas con mejores resultados tienen más probabilidades de vivir más tiempo con buena salud, y recomienda que los médicos de todas las especialidades hablen más con sus pacientes sobre la importancia de dormir bien.

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