25 de abril de 2024 25 / 04 / 2024

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Rapaces nocturnas

Hay animales incomprendidos y entre ellos los hay también temidos. Un ejemplo son las aves nocturnas que pertenecen al orden estrigiformes: lechuzas de campanario, búhos, tecolotes, autillos y mochuelos. Hasta el momento se han registrado 165 especies en el mundo aunque se siguen describiendo nuevas en zonas tropicales. México es un país privilegiado pues en su territorio se han registrado 27 especies de estos animales con varias especies endémicas como el tecolote del balsas y los tecolotitos del cabo, el colimense y el tamaulipeco.

Los estrigiformes se reconocen por su pose vertical y cabeza redondeada. Sus enormes ojos se encuentran dirigidos hacia el frente lo que les permite tener una visión binocular propia de los depredadores con un campo visual de 110 grados. Sus ojos se encuentran prácticamente inmóviles pero, a cambio, pueden girar la cabeza hasta los 270 grados (no 360, como regularmente se cree). Si bien la mayoría de estas especies cazan durante la noche, algunas de ellas, como los tecolotitos y algunos géneros de búhos lo hacen durante el crepúsculo.

El tamaño de las aves nocturnas varía de los 15 cm (como algunos tecolotes) a los 63 cm (como el búho cornudo). La pérdida de su hábitat ha provocado que en México 21 de estas especies se encuentren en riesgo; tal es el caso de los tecolotes barbudo, el abetero sureño y los búhos corniblanco, de anteojos y de cara blanca.

Seguramente la observación y estudio de estas aves incomprendidas en el presente, nos darán agradables sorpresas en el futuro.

Francisco J. Jiménez Moreno
Escuela de Biología
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla

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