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Gigantas del norte

Iván Moreno García

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Se avecinaba el invierno y con ello su llegada. Por eso nos encontrábamos en el muelle de Bahía Magdalena en Baja California Sur; el deseo de observar a la ballena gris (Eschrichtius robustus) nos mantenía alertas, sólo esperábamos la señal para zarpar. Ya en la embarcación comenzamos a aguzar la vista para buscar a estas viajeras que nadan cerca de 9 000 kilómetros, pasando por las costas de Alaska, Canadá y California, para llegar aquí.

¡Allí! Lo primero que se ve son los chorros de más de dos metros de altura que exhalan. En ese momento se alistan las cámaras fotográficas para realizar la fotoidentificación, una técnica muy utilizada en investigación porque no es invasiva y permite identificar cada ballena a partir de su color y sus marcas únicas del dorso equivalentes a nuestras huellas dactilares.

Bahía Magdalena es una de las regiones más importantes de México para avistar la ballena gris, ya que esta especie acude cada año a las aguas poco profundas y cálidas del Mar de Cortes para aparearse y reproducirse. Llegan a finales de noviembre y permanecen en aguas mexicanas durante cinco meses, y después emprenden el regreso a las frías aguas del norte de América.

Si bien las ballenas vienen cada año, la experiencia de verlas es única. Acercarse a ellas es increíble pues es una de las pocas especies que no se siente amenazada con la presencia de las embarcaciones.