19 de marzo de 2024 19 / 03 / 2024

Ojo de mosca 84

Esperanzas de inmortalidad

Martín Bonfil Olivera

Evitar la muerte ha sido una gran ilusión de la humanidad. Durante mucho tiempo se pensó que sólo las religiones podían ofrecer esperanzas de este tipo, con base en la creencia en un alma o espíritu inmaterial que habita el cuerpo y que perdura más allá de la muerte.

Desgraciadamente, nunca se ha hallado evidencia científica de que exista el alma. Es más: la visión científica del ser humano, que concibe a la mente como producto del funcionamiento cerebral, parecería contraponerse directamente a su existencia. De ahí que muchas veces se piense que la ciencia nos “roba” una de las últimas esperanzas que nos quedan en un universo materialista y carente de proyecto: la de trascender la mera existencia corporal.

Pero la situación no es tan desoladora. De acuerdo con el filósofo Daniel Dennett, aún podría haber esperanzas de salvar nuestros sueños de inmortalidad, aunque de manera materialista, no espiritual.

El razonamiento va más o menos así: la visión científica de la mente, que excluye componentes sobrenaturales, implica que de alguna manera (seguramente muy complicada), un conjunto inmenso de neuronas, formadas por un número enorme de moléculas hechas de átomos materiales, y que individualmente no presentan nada ni remotamente parecido a un sentido del “yo”, son capaces, sin la participación de ningún espíritu, de producir el fenómeno maravilloso de la conciencia humana. Actualmente existen ya teorías que pueden explicar, al menos en principio y en forma esquemática e incompleta, cómo podría surgir esta conciencia.

Y aquí surgen posibilidades interesantes: si nuestro “yo” es producto solamente del funcionamiento cerebral (en forma burdamente parecida a como todo lo que aparece en la pantalla de una computadora es producto de los millares de operaciones por segundo que realiza su procesador central), eso quiere decir que por cada estado mental debe existir una configuración material específica en el cerebro que lo produzca.

Si es así, entonces debería ser posible reproducir en otro sistema –por ejemplo, una computadora avanzadísima– esas mismas configuraciones. Reproduciríamos así los estados conscientes de un ser humano.

Una capacidad así abriría la posibilidad, vislumbrada por la ciencia ficción, de “copiar” una mente humana a una computadora. Y dicha mente podría continuar existiendo aún después de la desaparición física del cuerpo y el cerebro donde surgió originalmente.

Neurociencias y computación ofrecen así, en teoría y a largo plazo, una posibilidad realmente factible de inmortalidad. Una posibilidad basada en la extrapolación racional de conocimientos y tecnologías que ya existen actualmente, y no en creencias místicas. Quizá algún día puedan volverse realidad.

Comentarios: mbonfil@servidor.unam.mx

Logotipo facebook
Logotipo Twitter
Logotipo instagram
Logotipo tiktok

Síguenos en nuestras redes sociales

Imagen de Ciencia a domicilio
Imagen de Suscripción a la revista
Imagen de Universum
Imagen de Ciencia UNAM