23 de abril de 2024 23 / 04 / 2024

¿Quién es? 103

Elena Álvarez-Buylla

Concepción Salcedo Meza

Foto: Adrián Bodek

En busca de los enigmas de las plantas

“Mi infancia la pasé en una casa ubicada en Tlalpan, con un terreno grande lleno de plantas y árboles frutales, además de un huerto donde cultivaba alcachofas, jitomates, lechugas, perejil y chile. Yo observaba por horas esa vegetación y desde entonces me surgían preguntas: ¿cómo se transforman las ramas secas en flores?, por ejemplo. Esas fueron mis primeras inquietudes científicas”.guntas y me dada información científica. Mi mamá es y ha sido una referencia fundamental en mi vida. Otra gran influencia fue mi abuelo, el filósofo Wenceslao Roces, refugiado español y gran luchador social, al que solía acompañar a impartir sus clases, cuando tenía más de 90 años”, cuenta Elena, cuyos padres eran destacados fisiólogos. A finales de los años 70 la doctora a impulsar un Centro de Ciencias de la Complejidad, al lado de científicos como Germinal Cocho, Alejandro Frank, Jorge Flores y Christopher Stephens, con el fin de hacer estudios de problemas relevantes e interdisciplinarios a partir del enfoque de los sistemas complejos.

Aquella niña, Elena Álvarez-Buylla,es hoy doctora en genética molecular y coordinadora del Laboratorio de Genética Molecular del Desarrollo y Evolución de Plantas, del Instituto de Ecología de la UNAM. Su interés central es entender los procesos genético-moleculares que subyacen al desarrollo de estructuras complejas en organismos pluricelulares.

Una pequeña, transparente y pálida flor con forma de estrella, alimentada por hongos, que vive escondida entre la hojarasca y la espesura de la selva lacandona, hoy en peligro de extinción, se convirtió para Elena en la punta de lanza de sus pasiones científicas. Se trata de la Lacandonia schismatica, la única planta entre las 250 000 especies con flores que tiene los estambres en el centro de la flor. “Esta flor es muy significativa para la ciencia; es una excepción que nos sirve para indagar cómo se regulan los procesos de desarrollo de estructuras complejas y qué alteraciones en las redes de regulación genética son claves para producir cambios estructurales en los organismos”.

“Mi padre constantemente me lanzaba preguntas y me dada información científica. Mi mamá es y ha sido una referencia fundamental en mi vida. Otra gran influencia fue mi abuelo, el filósofo Wenceslao Roces, refugiado español y gran luchador social, al que solía acompañar a impartir sus clases, cuando tenía más de 90 años”, cuenta Elena, cuyos padres eran destacados fisiólogos.

A finales de los años 70 la doctora Álvarez Buylla entró a estudiar biología, en la Facultad de Ciencias de la UNAM, e hizo sus pininos de investigación en etnobotánica. Su siguiente etapa de formación la llevó a la biología de poblaciones, bajo la conducción de los doctores José Sarukhán, Miguel Martínez y Daniel Piñeiro.

“Me fui un año a la selva de los Tuxtlas, para reconstruir la historia de la perturbación natural de esta selva durante los últimos 100 años; con ello generamos mosaicos selváticos para saber las diferentes edades de dicha perturbación”. Más adelante realizó un proyecto sobre demografía y genética de poblaciones de un árbol pionero en las selvas mexicanas, Cecropia obtusifolia, con el que desarrolló modelos teóricos que son la base para el manejo sustentable de bosques tropicales, actualmente aplicados en Brasil.

Elena sonríe y festeja no haber muerto en el corazón de la selva. “Estaba haciendo mis experimentos con un gran conocedor de la selva, Santiago Sinaca, cuando de pronto sentí un fuerte dolor, ¡me había mordido una nauyaca! Gracias a mi amigo Alejandro Alagón, que me recomendó llevar sueros contra víboras, me salvé. La selva ofrece no sólo peligros, sino su fascinante diversidad; Sinaca me enseñó a observar las diversas formas de germinación de las plantulitas”. Ese interés la condujo a impulsar un Centro de Ciencias de la Complejidad, al lado de científicos como Germinal Cocho, Alejandro Frank, Jorge Flores y Christopher Stephens, con el fin de hacer estudios de problemas relevantes e interdisciplinarios a partir del enfoque de los sistemas complejos.

Tender puentes entre la ciencia y el arte es otra pasión que Elena plasma en sus paisajes celulares (fotografías digitalizadas que obtiene a través del microscopio electrónico de barrido), que evocan relieves y sombras a partir de tomas de granos de polen, óvulos y células. “Al descubrir nuevos mundos microscópicos, encuentro estéticas sorprendentes, paisajes que me sumergen sensorialmente en estructuras y texturas inimaginables”. Además de la fotografía, Elena es una amante de la pintura, en especial la de Picasso, Kandinsky, Van Gogh y Toledo, y de la música, principalmente de jazz.

Entre los reconocimientos que ha recibido Elena están la distinción Young Investigador Award de la Sociedad American Naturalist de los Estados Unidos en 1994; la Distinción Universidad Nacional para Jóvenes Investigadores de la UNAM en 1997, y en 1999, el Premio de Investigación de la Academia Mexicana de Ciencias.

Personalmente

Autorretrato. Soy introspectiva pero cálida; me gusta la gente y me disgusta la rutina..

Valores. Solidaridad, respeto y cariño.

Manía. Ponerme aretes, ya que de niña papá me lo prohibió por parecerle una barbaridad.

Mayores desafíos Mi hija Jimena; deseo que sea feliz y se realice, así como trascender a travésde mi trabajo.

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