20 de abril de 2024 20 / 04 / 2024

Retos 190

Un mago samurái en la Ciudad de México

Antonio Ortiz

Ilustración: Carlos Durand

Libélula

Libélula

A Lorenzo no lo llamaban por su nombre, le decían “el Japonés”. Y no porque fuera descendiente de japoneses o proviniera de ese país, sino porque al terminar su maestría en filosofía kantiana, decidió pedir una beca para estudiar su doctorado en Japón. El día que estaba haciendo la cola para solicitar la beca, de repente lo envolvió una extraña neblina que provocó que perdiera el sentido durante varias horas. Al despertar se encontró en un monasterio japonés ubicado en un pequeño valle de ensueño con los típicos cerezos en flor, un lago de apacibles aguas y un viejito que resultó ser el último entrenador de magos samuráis.

Si bien Lorenzo nunca supo por qué lo había elegido el viejito para entrenarlo como mago, lo cierto es que cinco años después, cuando regresó a México, se ganó su apodo un día que iba paseando por la Alameda y pasaron corriendo cerca de él 4 jóvenes anarquistas matemáticos despavoridos que protestaban por el alza de tarifas del metro. Su pavor se debía a que tras ellos venían menos de un centenar de granaderos ferozmente armados con cachiporras. En cuanto Lorenzo, ataviado con un amplísimo kimono, vio al grupo de granaderos, se puso frente a ellos e hizo algunos movimientos de karate combinados con algunos de kung-fu y otros de concentración zen. Así logró que los granaderos frenaran su carrera sorprendidos. Cuando los granaderos se detuvieron, Lorenzo extendió sus brazos mostrando la impresionante belleza de las libélulas multicolores dibujadas en su kimono. Esto dejó absolutamente maravillados a los granaderos, que se quedaron inmóviles y con la boca abierta. En ese momento, con tan sólo una fuerte palmada, Lorenzo los hizo desaparecer.

Cuando los 4 matemáticos vieron cómo Lorenzo desaparecía a los granaderos, en vez de sorprenderse, quedarse quietos y abrir la boca, se pusieron a hacer cálculos. Cada uno de ellos pensó que si Lorenzo hubiera desaparecido a los granaderos de 2 en 2, habría quedado 1; si los hubiera desaparecido de 3 en 3, habrían quedado 2; si los hubiera desaparecido de 4 en 4, habrían quedado 3, y si finalmente los hubiera desaparecido de 5 en 5, habrían quedado 4. Y, claro, al día siguiente en la Universidad corría la leyenda de la proeza de el Japonés.

¿A cuántos granaderos desapareció el Japonés?

Dragón

Dragón

Otro día el Japonés estaba remando en el lago de Chapultepec con un gran ramo de crisantemos blancos. Cuando llegó exactamente al centro del lago comenzó a realizar una extraña ceremonia: la de la flor mágica. Primero, mirando hacia occidente, arrojó al lago la mitad de las flores y 4 crisantemos más; luego, mirando hacia el sur, arrojó la mitad de las flores que le quedaban y 4 más. Al mirar hacia el norte, arrojó la mitad de las que le quedaban y 4 más. Y finalmente, mirando de nuevo hacia el norte arrojó el único crisantemo que le quedaba. Hecho esto, se puso a danzar lentamente en la lancha con enorme gracia y cuando terminó, como por arte de magia, se empezó a formar un vertiginoso remolino de agua e instantes después emergió a la superficie un inmenso dragón. Lorenzo se montó en el dragón de inmediato. El dragón planeó un par de veces sobre el lago y después comenzó a volar hacia el oriente hasta perderse en el horizonte.

¿Cuántos crisantemos arrojó en total el Japonés al Lago de Chapultepec?

Mariposa

Mariposa

Después de volar algunos minutos, el Japonés hizo que el dragón aterrizara en Cuautla y ahí, de repente, su corazón no solamente dio un vuelco sino que también fue atravesado por un flechazo de Cupido, ya que quedó perdidamente enamorado de una muchacha que iba pasando y que curiosamente vestía un kimono. No sólo era bonita la chica, también tenía un andar muy particular y al llegar a una barda ¡la saltó como si nada, con todo y kimono! Si la barda tenía apenas 2 metros menos que un árbol que estaba junto a ella que le triplicaba la altura, y el árbol tenía una altura superior a la de la barda de 2 metros, ¿cuál era la altura de la barda que saltó la futura novia del Japonés?

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