Transexualidad. Entre el estigma y el acoso
Guillermo Cárdenas Guzmán
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La psiquiatría, afortunadamente, ya no la considera una enfermedad mental, pero aún persiste rechazo social, desconocimiento y violencia hacia las personas transexuales. ¿Qué sabe la ciencia sobre ellas?
Querer ser mujer y asumirse como tal en una sociedad machista como la mexicana no sólo ha marcado a Aika Sofía Moreno Contreras con el sello del estigma y la discriminación: su cuerpo también exhibe las huellas de la agresión física que sufrió cuando un hombre irrumpió por la fuerza a su casa e intentó matarla.
Una tarde el atacante entró al patio de la casa, ubicada en el centro de Tlalpujahua, Michoacán, donde vive Aika junto con su madre y hermano. Al darse cuenta de que el intruso estaba alcoholizado y que amenazaba con violarlas, trató de llamar a la policía. Pero al escuchar que el extraño comenzó a agredir a una de las mascotas, Aika abrió la puerta y aún presa del miedo tuvo que enfrentarlo con ayuda de su madre. “Me di cuenta que estaba en el terreno de la casa porque empezó a ahorcar a uno de mis perros; decía: primero te mato a ti y después me cargo a ese marica”, recuerda.
Aika golpeó al agresor, que enfurecido comenzó a insultarla llamándole “puñetas y marica”. Tuvieron un forcejeo, pero el corpulento individuo de más de 1.80 metros de estatura se impuso. Sacó de sus ropas una navaja y le dio dos puñaladas, en la espalda —muy cerca de un pulmón— y en el brazo derecho a la joven de 27 años de edad. Aika corrió hasta la presidencia municipal de su pueblo, donde unos policías tomaron sus datos y llamaron a la ambulancia. Ella denunció el incidente como intento de homicidio ante el Ministerio Público. Pero muchas personas en su localidad pusieron en duda la veracidad de sus declaraciones, acusándola de ser protagónica.
La joven transfemenina —quien nació con genitales de varón, pero desde los tres años se siente de género femenino— considera que es lamentable que, así como sucede con las mujeres no transexuales que denuncian una agresión, requieran verlas casi muertas para creerles. “Trato de vivir como siempre, pero ahora tengo miedo porque sólo por ser trans creen que me hago la víctima. Espero que esto nunca les pase a sus hijas”.
Diversidad sin etiquetas
Al igual que la homosexualidad, que era común en la Grecia clásica, la transexualidad es conocida desde la Antigüedad. El sociólogo alemán Herbert Marcuse argumentó que emperadores romanos como Nerón y Marco Aurelio Antonino (Heliogábalo) poseían características que hoy definirían a una persona transexual.
Sobre Heliogábalo, diversos historiadores han escrito que además de pintarse los ojos, depilarse y usar maquillaje, llegó a ofrecer mucho dinero al médico que consiguiera dotarlo de genitales femeninos.
Fue hasta 1830 cuando Johannes Friedreich describió por primera vez en la literatura médica la situación de aquellas personas que como Aika Sofía, se identifican con un género y un sexo diferente al que biológicamente les correspondería de nacimiento. Otros autores aportaron definiciones que no distinguían, como se hace hoy, entre travestismo (uso de vestimenta, lenguaje o comportamientos del sexo opuesto) y transexualidad: desde la caracterización como “metamorfosis sexual paranoica” de Richard von Krafft (1894) hasta la alusión a una “inversión estética sexual” por parte de Havelock Ellis (1913).
En el siglo XX la medicina planteaba que la transexualidad era un trastorno endocrino, mientras algunas corrientes de la psicología y la psiquiatría proponían tratarla con terapias mentales. El primero en criticar la ineficacia de estas fue el médico de origen alemán Harry Benjamin, quien planteó el uso de tratamientos hormonales feminizantes o masculinizantes. Posteriormente los hallazgos y avances de las ciencias de la salud, la genética y la sexología —a la par de las luchas por los derechos de estas comunidades— fueron disipando la idea de que se trataba de una patología. Esto se vio reflejado en 2013, cuando el Manual Diagnóstico y Estadístico de Enfermedades Mentales (DSM-5) de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría dejó de considerar la transexualidad como un trastorno. Y en 2018 la Organización Mundial de Salud actualizó su Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE) para que, a partir de 2022, se excluya la transexualidad del capítulo referente a trastornos de la personalidad y el comportamiento.
Ahora la transexualidad quedó englobada en un apartado llamado “condiciones relativas a la salud sexual”. Aun así, la descripción “incongruencia de género” en el CIE ha suscitado críticas de una parte de la población transexual, la cual considera que se le siguen imponiendo etiquetas médicas. Otros integrantes de esta comunidad sostienen que al incluirse estas descripciones en los manuales, ellos pueden reclamar derechos como asistencia médica y seguros en países como Estados Unidos.
Vista la transexualidad ya no como alteración, sino como una situación de vida, la sexóloga y química Isabel Saro Cervantes propone definirla como una variante biológica atípica de la identidad sexo-genérica. “Con esta expresión”, dice la especialista en su libro Transexualidad, una perspectiva transdisciplinaria, “me refiero a la discordancia que tiene una persona entre su sexo biológico (genitales), su sexo genético (XX o XY) y su sexo cerebral (el que la persona se sienta hombre o mujer), situación que afecta su identidad sexual”. Vidas contradictorias Desafortunadamente para las personas transexuales, esta discordancia entre su sexo biológico y genético y la identidad que desean asumir tiene múltiples implicaciones negativas en su vida, pues sufren desde la incomprensión de los padres y el rechazo social, hasta la discriminación escolar o laboral, el acoso y la violencia física y psicológica. “La mayoría de mis pacientes trans”, comenta Isabel Saro, “refieren que sus padres expresan un gran rechazo por ellas y ellos. Generalmente se sienten culpables de la situación por la que pasan sus hijos e hijas transexuales”.
Sandra Arcos Reyes lo constató cuando en un escrito hallado fortuitamente en la habitación de su hija, supo que ella en realidad se asumía como un varón (los expertos definen estos casos como transmasculinidad). “Al enterarme, lo primero que sentí fue culpa. No estuve presente por dedicarme a mi trabajo. Sentía que algo había hecho mal”, comenta Sandra acerca de la situación de su hijo.
Sandra recuerda que la primera señal que observó fue cuando a los nueve años la niña le preguntó qué nombre le habría puesto si hubiera nacido niño. “Yo le respondí que Alejandro, porque pensé en el emperador”. Años más tarde, el hallazgo del texto donde ella confesaba ser él sacudió los cimientos de su familia. “Fue como un terremoto que nos movió de la zona de confort en que habíamos vivido”.
Sandra llamó a varias amigas suyas psicólogas, pero ellas le dieron versiones contradictorias: la última le dijo que seguramente “la niña” estaba confundida y que pronto desistiría. Así la madre dejó pasar el tiempo, reconfortada con la idea de que su hija estaba equivocada. Hoy que el chico está a punto de cumplir la mayoría de edad —cuando legalmente será apto para iniciar los trámites para cambiar su identidad—, Sandra está plenamente convencida de que la equivocada era ella.
Manifestaciones diversas
Aunque no existe consenso en las definiciones —pues para muchos sexólogos una persona transexual no necesariamente tiene que operarse o buscar cambiar su aspecto— en las comunidades LGBTTTI generalmente se aceptan las siguientes distinciones:
Transexuales
Personas que se sienten identificadas con un género y con un sexo diferente al que poseen de nacimiento (aspecto externo y genético). Buscan modificar su cuerpo y apariencia de acuerdo con la imagen que tienen de sí mismas.
Transgénero
Personas que se identifican con un género diferente al que tienen de nacimiento. A diferencia de los transexuales, no buscan modificar sus órganos sexuales internos o externos.
Transmasculinidad o transfeminidad
Son variantes de las dos expresiones anteriores. En el primer caso se trata de individuos que nacieron con genitales femeninos, pero cuya identidad de género es la de varones y viceversa en el segundo.
Identidad reconocida
2008
La Asamblea Legislativa de la Ciudad de México modificó los códigos Civil y de Procedimientos Civiles para reconocer jurídicamente a las personas transexuales y transgénero y permitirles cambiar su nombre e identidad.
2015
La misma Asamblea (hoy Congreso) autorizó otro cambio legal para que este trámite pudiera efectuarse en el registro civil. Así, los promoventes pueden obtener en pocas horas su acta de nacimiento actualizada sin necesidad de entablar un juicio.
4
Entidades más en el país han avalado reformas legales para reconocer la identidad de las personas trans: Michoacán y Nayarit (2017), Coahuila (2018) y Colima (2019).
Reasignación integral
La transexualidad requiere un tratamiento integral para la reasignación sexo-genérica; es decir, la transición de hombre a mujer (transfeminidad) o a la inversa (transmasculinidad). Este proceso, que puede tomar varios años y resulta costoso, contempla estos pasos:
1
Diagnóstico diferencial por expertos de diversas disciplinas para descartar trastornos psiquiátricos como doble personalidad, esquizofrenia o bipolaridad
2
Tras una terapia sexual para que entiendan su situación, se les solicita adoptar y vivir el papel de género deseado durante al menos dos años.
3
Si requieren modificar sus caracteres sexuales secundarios (barba, bigote, senos) se les aconseja una terapia de sustitución hormonal, así como cirugías de perfeccionamiento.
4
En casos de transmasculinidad que desean perder sus órganos sexuales internos, también se les sugieren cirugías para extirpar los ovarios y el útero.
5
Si buscan deshacerse de sus órganos sexuales externos, adicionalmente se les recomienda una Cirugía de Reasignación de Sexo, que requerirá seguimiento posterior.
De los 2 982 asesinatos de personas transexuales en el mundo entre 2008 y 2018, en América Latina ocurrieron 2 350: Brasil 1 238, México 408 y Colombia 145.
20 de noviembre
Día Internacional de la Memoria Transexual
Para recordar a las personas transgénero víctimas de crímenes de odio.
Algunos profesores de secundaria de Alejandro insistían en llamarlo por su nombre original consignado en los documentos oficiales. Actualmente los padres pueden tramitar un cambio de identidad para sus hijos nacidos en la Ciudad de México, pero requiere un juicio que lleva meses y cuesta alrededor de 60 000 pesos. En cambio el chico, que ahora comenzó el cambio físico para expresar su género, asumió el cambio de identidad sin ningún conflicto, como él mismo lo expresó a su mamá. “No me arrepiento de haber sido esa niña, que fue muy feliz, pero es hora de que nazca y sea visto Alejandro”.
Isabel Saro apunta que es de suma importancia ofrecer a estas personas una terapia integral —que incluya los aspectos médico-endocrinológico, psicológico y sexual— para evitar los errores en que incurren algunos profesionales de la salud, que les aconsejan seguir desempeñando, “por su bien y tranquilidad”, el rol que les tocó vivir acorde con sus genitales o peor aún, tomar hormonas para reafirmar su sexo biológico.
Al contrario, dado que los pacientes transexuales refieren no estar conformes con su sexo biológico desde la niñez, hacia los tres o los cinco años, Saro propone que la reasignación integral para la concordancia sexo-genérica, y en particular las terapias de sustitución hormonal, se inicien en la pubertad temprana, antes de que los chicos expresen sus caracteres sexuales secundarios.
De no recibir un tratamiento adecuado desde la pubertad, estas personas enfrentarán muchos problemas: desde angustia, ansiedad y baja autoestima por la contradicción que viven, hasta casos en que intentan mutilarse los genitales o administrarse hormonas sin vigilancia médica, lo cual puede traer secuelas irreversibles como trastornos hepáticos, renales o circulatorios.
Aunque las neurociencias o la genética hallaran una respuesta biológica sobre el origen de la transexualidad, esta resultaría insuficiente para dar cuenta de la complejidad de dicha condición, pues cada persona se desarrolla en un contexto social distinto.
—Siobhan Guerrero Mc Manus
En busca de respuestas
Así como los padres se cuestionan los orígenes de la transexualidad en sus hijos, también buscan respuesta los expertos en neurobiología, endocrinología, química, genética, psicología y antropología.
Los científicos han utilizado modelos animales para estudiar esta condición; sin embargo, las notables diferencias conductuales entre ellos y nosotros han dificultado la labor. Por ejemplo hay especies en las que las hembras cambian de sexo temporalmente y se comportan como machos sólo cuando el número de estos disminuye. En cambio, asegura Isabel Saro, las personas transexuales están en discordancia sexo-genérica permanente.
Algunos autores como Melissa Hines, del Departamento de Psicología de la Universidad de Cambridge, han descrito cómo la influencia de ciertas hormonas se manifiesta muy tempranamente en ese sentido. “La evidencia muestra un papel muy importante de la exposición a testosterona prenatal en el desarrollo de intereses sexuados durante la infancia del individuo, así como en su orientación sexual posterior”, describe la especialista en un artículo publicado en 2011 en la revista Frontiers in Neuroendocrinology. Aunque otros estudios han descartado la posibilidad de que ciertas hormonas por sí solas sean los factores detonantes de la transexualidad.
En 1995 un grupo de expertos del Instituto para la Investigación del Cerebro en Holanda, dirigido por Jiang-Ning-Zhou, publicó un artículo en la revista Nature titulado “Una diferencia sexual en el cerebro humano y su relación con la transexualidad”. En este trabajo los autores plantearon que esta condición podría deberse a una variación en el tamaño de una estructura llamada núcleo basal de la estría terminal. Analizando cerebros humanos, Zhou y sus colaboradores encontraron que esta estructura, localizada en el hipotálamo y esencial en la regulación del comportamiento sexual, era más pequeña en las mujeres transexuales que en los varones tanto hetero como homosexuales.
Otras investigaciones han pretendido atribuir a ciertos genes o grupos de genes una influencia decisiva en la transexualidad. Por ejemplo: se ha propuesto que el gen SRY, que determina la formación de testículos, podría influir en la identidad de género de algunas personas trans.
Ivanka Savic, del Departamento de Neurociencia Clínica en el Instituto Karolinska en Estocolmo, Suecia, sostiene que no existen pruebas de que el entorno social ejerza ningún efecto sobre la identidad de género (la convicción de pertenecer a la categoría masculino o femenino) o la orientación sexual (si nos atraen varones o mujeres).
Siobhan Fenella Guerrero Mc Manus, del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM, sostiene que aun cuando se hallara una causa biológica de la transexualidad, esta resultaría insuficiente para dar cuenta de la complejidad de esta condición, pues cada persona se desarrolla en un contexto social distinto. La investigadora pone como ejemplo a los muxes, habitantes de la región zapoteca del Istmo de Tehuantepec, que nacieron varones, pero que pueden vestir como mujeres y adoptar roles femeninos en distintos ámbitos. “No es lo mismo la experiencia de un muxe en una comunidad indígena en Oaxaca a la de una mujer transexual en la Ciudad de México. Tenemos que entender cómo cada cultura construye su propio sistema de género”.
Asesoría y acompañamiento
Asociación por las Infancias y Adolescencias Trans
Ofrece información, acompañamiento en trámites escolares, grupos de convivencia en familia, asesoría jurídica. Coordinadora: Tania Morales. taniainfancias@gmail.com. Tel.: (55) 40.55.06.71
Familias por la Diversidad Sexual, A.C.
https://familiasporladiversidad. org/paises/mexico/ Tel.: (55) 52 86 20 30, Cel. (55) 25.60.19.45 irmamiriam_angel@hotmail.com
Cadenas de violencia
Guerrero Mc Manus, bióloga y filósofa de la ciencia especializada en el estudio del feminismo y las diversidades sexuales, se dice satisfecha con el trabajo que realiza en la UNAM, donde su condición de mujer transexual no le ha impedido encontrar apoyo de la comunidad académica y estudiantil.
Pero fuera de la burbuja de la UNAM, la investigadora sí ha sufrido incidentes de violencia transfóbica. “Sucede muy seguido que la gente asume que me dedico al trabajo sexual o que descalifiquen mis opiniones en público con la pretensión de que no puedo ser objetiva porque vivo la identidad de género transexual”.
Esta situación se refleja en las cifras de la Encuesta Nacional sobre Discriminación 2017, en la cual 72 % de la población mayor de edad considera que en el país se respetan poco o nada los derechos de las personas trans. En sus formas más adversas, este rechazo social se manifiesta mediante crímenes de odio transfóbico. Cifras de la coalición Trans Murder Monitoring reflejan parte de este panorama adverso: entre 2008 y 2017 esta coalición de organismos contabilizó 2 606 asesinatos de ese tipo en el mundo; 41 % se registraron en Brasil (primer lugar en la lista) y 13 % en nuestro país (segundo lugar).
Aika Sofía, artesana y pintora, sabe de esta violencia irracional no sólo por el incidente en el que casi muere, sino también por la negativa de varias empresas a darle trabajo por usar maquillaje y ropa de mujer y por el acoso sexual que ha sufrido en el transporte público cuando viaja a la Ciudad de México.
En años recientes, gracias a la labor de grupos activistas y promotores de los derechos humanos, se han dado algunos avances en el país, como el reconocimiento del derecho de las personas trans a cambiar de identidad. Por otro lado, distintas organizaciones sociales han trabajado en favor de familias diversas e inclusivas, más allá de los esquemas tradicionales.
Sin embargo aún falta difundir más los conocimientos médicos y científicos sobre las personas trans, para evitar discriminarlas y ponerles etiquetas a partir de su apariencia o identidad sexual y entender que no cambian de sexo, sino que viven con otro distinto al que les asignaron al nacer. También es necesario romper las que Siobhan Fenella Guerrero llama “cadenas de violencia” contra ellas.
Estas cadenas de violencia comienzan desde la infancia, cuando los familiares rechazan las manifestaciones de transexualidad. Esto vulnera su derecho a la educación y con el tiempo les dificulta el acceso al trabajo. Finalmente, por no contar con un empleo bien remunerado, estas personas no pueden ejercer sus derechos civiles y políticos “En estos temas nadie es neutro”, dice la académica universitaria, “todo el mundo tiene un cuerpo, una identidad de género. A lo que podemos aspirar es a la objetividad comunitaria: escucharnos y respetarnos todos”.
Hace falta difundir los conocimientos médicos y científicos sobre las personas trans, para evitar discriminarlas por su apariencia o identidad sexual y entender que no “cambian de sexo”, sino que viven con otro distinto al que les asignaron al nacer. Prohibida la
Más información
- Guerrero Mc Manus, Siobhan y Leah Muñoz, “Transfeminicidio”, Instituto de Investigaciones Jurídicas-UNAM:
https://archivos. juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/11/5498/6.pdf - Red Mexicana Trans: www.facebook. com/REDMEXICANATRANS/
- Salín Pascual, Rafael J., “La comprensión transexual de la relación entre el cuerpo y la mente”, Revista trabajo social, núm. 18, 2008:
http://revistas.unam.mx/index.php/ents/article/viewFile/19581/18574
Guillermo Cárdenas Guzmán es periodista especializado en temas de ciencia, tecnología y salud. Ha laborado en diversos medios de comunicación electrónicos e impresos, como los diarios Reforma y El Universal. Actualmente es reportero de ¿Cómo ves?