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Maia F. Miret

Qué humana es la ciencia; a esa conclusión llegamos en este número. Y no porque sea poco rigurosa, sino porque se alimenta de las pasiones de quienes la hacen, la reportan y la enseñan, pero también de los prejuicios de cada época y sociedad. Uno de esos prejuicios tiene que ver con el sexo y el género: Andrea Farias Escalera revela cómo las distintas estrategias para determinar el sexo biológico de antiguos esqueletos, en especial métodos nuevos y más baratos, nos han dado sorpresas que deben hacernos repensar los papeles que hemos desempeñado históricamente los hombres y las mujeres.

Si hubo un apasionado de la ciencia y de lo humano fue Julio Verne. Como demuestra Héctor Arita, hilando de forma inspirada distintas novelas, este pionero de la ciencia fi cción también sabía un montón sobre geodesia, la ciencia que estudia cuánto mide la Tierra y qué forma tiene ( y también sabía de aeronáutica, biología y muchas cosas más. Era un nerd).

Otro tema muy humano es cómo respondemos al clima: los extremos climáticos tienen efectos en nuestra conducta, que sumada a las conductas de los otros forman tendencias demográfi cas que pueden conducir a confl ic tos, guerras, migraciones y traumas generalizados. Guillermo Murray se adentra en estos fenómenos con especial énfasis en México y América Latina, zonas especialmente vulnerables. Vale la pena ver las estupendas tiras de Richard Zela.

Y como recordatorio periódico del peligro de la gripe aviar, pero a la luz de los tres años de pandemia cuya etapa de emergencia acaba de concluir, Miguel Ángel Cevallos nos cuenta que ahí está siempre el lobo. Lo que decidamos hará o deshará la siguiente emergencia epidemiológica.

En otras noticias, le damos la bienvenida a dos nuevas colaboradoras. En la sección "Pensemos" Alejandra Arreola y Diana Caballero demuestran que la fi losofía de la ciencia es más que una disciplina de sillón y tiene una relevancia muy tangible en la vida real. Bienvenidas.