13 de octubre de 2024 13 / 10 / 2024

Ojo de mosca 311

Estereotipos científicos

Martín Bonfil Olivera

Tachina fera. Clase: Insecta. Subclase: Pterygota. Filo: Endopterygota. Orden: Diptera

Los estereotipos son ideas ampliamente aceptadas que representan a cierta clase de personas con base en generalizaciones o prejuicios, muchas veces sesgados y frecuentemente incorrectos.

También en ciencia existen estereotipos. Si se le pregunta a un grupo de personas cómo se imaginan a un científico lo más probable es que respondan que es un hombre (los prejuicios sexistas siguen vigentes) de edad avanzada, distraído, de vestimenta descuidada, canoso, despeinado y que usa bata.

A excepción de la bata, todos estos rasgos coinciden con la imagen de uno de los más grandes científicos del siglo xx: el físico alemán Albert Einstein, creador de la teoría de la relatividad.

Como físico teórico Einstein no tenía ninguna necesidad de usar bata de laboratorio. Pero su aire distraído, su vestimenta desaliñada y su cabellera perpetuamente alborotada fueron rasgos distintivos de su persona… aunque sólo en su edad madura, pues en su juventud, cuando hizo sus más grandes aportaciones, solía vestir con la mayor elegancia.

De cualquier modo, su enorme fama hace que casi 70 años después de su muerte sigamos pensando que todos los científicos lucen como él.

El siglo xx nos dejó un segundo estereotipo de científico, quizá menos popular que el de Einstein, pero también muy conocido: el de una persona de inteligencia genial, pero “rara”, distinta: un tipo de ser humano diferente del resto de nosotros.

El modelo para éste es, por supuesto, el gran físico inglés Stephen Hawking, quien desde que era estudiante de la Universidad de Cambridge comenzó a padecer esclerosis lateral amiotrófica, enfermedad que afectó sus neuronas motoras y lo fue privando paulatinamente del uso de sus músculos. Al paso de los años Hawking quedó limitado a moverse en una silla de ruedas motorizada, que manejaba con una mano, con la que también controlaba una computadora conectada a un sintetizador de voz que le permitió comunicarse cuando perdió la capacidad de hablar; más adelante fue incapaz incluso de mover la mano.

El trabajo de Hawking sobre hoyos negros, relatividad y el origen del Universo hizo que su imagen se convirtiera también, en la imaginación pública y en la ficción, en un símbolo de cómo es un científico: una especie de cerebro en una silla de ruedas.

Aunque los estereotipos siempre tienen alguna base en la realidad, también suelen generalizar injustamente, y por ello pueden ser dañinos. El estereotipo del científico —o científica— raro, distraído, discapacitado o distinto de las personas típicas, además de tendencioso, es perjudicial porque desalienta a las y los jóvenes que podrían estar considerando estudiar una carrera científica. Y también afecta la imagen pública de los científicos, haciendo que los demás ciudadanos los consideren extraños y hasta peligrosos.

En realidad, los científicos son personas comunes y corrientes que tienen un oficio particular, como cualquier panadero o arquitecto. Sólo que en su caso, en vez de hacer pan o construir casas, se dedican a entender cómo funciona la naturaleza. Nada más, pero nada menos.

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