15 de marzo de 2025 15 / 03 / 2025

Ojo de mosca 312

¿Por qué?

Martín Bonfil Olivera

Mosca soldad (Stratiomys Furcata). Clase: Insecta. Subclase: Pterygota .Filo: Endopterygota. Orden: Diptera

Los niños son famosos por su curiosidad. En cuanto aprenden a hablar con cierta soltura quieren saber el porqué de todo. Es clásica la imagen de un niño pequeño preguntando ¿por qué? incesantemente ante cada sucesiva respuesta que obtiene a partir de una pregunta inicial, hasta que sus padres se quedan sin nada más que decir.

Y aunque a veces esta curiosidad obsesiva puede llegar a ser molesta (sobre todo si la madre o el padre en cuestión se quedan sin respuestas), es una lástima que con el tiempo se vaya perdiendo. Porque, en muchos sentidos, preguntar ¿por qué? es la base de la ciencia.

Los seres humanos somos mamíferos que, como principal medio de supervivencia, hemos usado siempre nuestro cerebro. Observando, y con base en el método de prueba y error, tratamos de comprender el medio que nos rodea para generar estrategias que nos permitan sobrevivir y prosperar. Gracias a nuestro cerebro los humanos logramos predecir con cierto éxito lo que puede suceder si tomamos ciertas decisiones.

Con el tiempo y el desarrollo de sociedades complejas este sentido común se ha ido refinando para dar lugar al pensamiento crítico: la capacidad, transmitida mediante la educación y mejorada con la práctica, de analizar y cuestionar la información para discriminar la que es más útil y confiable para tomar decisiones, y evitar información falsa o poco relevante que puede desviarnos.

El hábito de pensar críticamente es una virtud que todas las naciones tratan —o deberían tratar— de inculcar en sus ciudadanos, pues ayuda a tener sociedades más justas y prósperas. Las personas con pensamiento crítico son menos manipulables y, en general, toman mejores decisiones.

Y lo hacen porque constantemente, igual que los niños pequeños, preguntan ¿por qué? Quieren saber qué hay detrás de lo que se les dice, de la información que reciben; quieren hacer pruebas para averiguar la mejor manera de resolver los problemas.

La ciencia es un refinamiento todavía mayor del pensamiento crítico. Con herramientas como la sistematización, la cuantificación, la experimentación y el análisis y la crítica colectiva de sus resultados ha logrado mejorar enormemente nuestra capacidad colectiva para resolver problemas.

Y si bien es cierto que, sobre todo cuando se aborda una cuestión por primera vez, la ciencia se concentra en averiguar el cómo, es cuando comienza a preguntar ¿por qué? que profundiza realmente en la comprensión de las cosas.

Lo curioso es que, igual que los niños, la pregunta de los científicos tampoco suele tener una respuesta última. El ¿por qué? científico puede también continuar indefinidamente, preguntando sin cesar qué hay detrás del último descubrimiento y por qué las cosas son así.

Porque la curiosidad humana es infinita, y si dejamos de preguntar ¿por qué? es sólo porque, de momento, hemos alcanzado cierta satisfacción epistémica (del griego episteme, conocimiento). Dejamos de preguntar no porque nuestros padres nos detengan sino porque, de momento, nuestra curiosidad ha producido respuestas que nos permiten avanzar unos pasos más.

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