Ojo de mosca 315
¿Nuevos virus?
Martín Bonfil

Mosca sin identificar. Clase: Insecta. Subclase: Pterygota. Filo: Endopterygota.Orden: Diptera
Desde que vivimos la pandemia de covid-19 los ciudadanos del mundo nos hicimos conscientes de que estamos expuestos en cualquier momento a que surjan nuevas epidemias causadas por virus. Puede tratarse de variedades nuevas de virus ya conocidos o bien de virus que han surgido recientemente (es decir, de hace unos cuantos años a muchas décadas). Aunque también hay epidemias causadas por bacterias y otros microorganismos infecciosos, los virus son más proclives a ocasionarlas. Esto se debe, sobre todo, a su gran capacidad para evolucionar rápidamente.
Los virus no son “organismos” biológicos, pues no están formados por células —la unidad fundamental de la vida—. Son más bien paquetes de información genética almacenada en moléculas de ácido nucleico (ya sea ribonucleico o desoxirribonucleico, arn o adn) rodeadas de una envoltura o “cápside” de proteínas y, en muchos casos, una segunda envoltura parecida a una membrana celular. Son parásitos obligados: para reproducirse necesitan primero infectar una célula y usar su maquinaria molecular para fabricar copias de sí mismos que a su vez infecten otras células.
Además de ácido nucleico, constan sólo de unas pocas proteínas. Por ello, muchos virus no cuentan con las enzimas que en las células corrigen los errores que se producen al copiar sus moléculas de ácido nucleico. Debido a eso, las réplicas del virus que se producen suelen tener una alta tasa de mutación (cambios en la información genética). Y eso, precisamente, es lo que facilita su rápida evolución. Por ejemplo, cuando una población, digamos, de humanos, desarrolla resistencia a una infección debido a que ha generado anticuerpos en su contra (la hoy famosa “inmunidad de grupo”), una mutación en el virus puede hacerlo capaz de esquivar esos anticuerpos y volver a infectar a un gran número de individuos.
Lo mismo puede pasar si existía un tratamiento antiviral efectivo: las mutaciones pueden conferir resistencia al virus y desatar un nuevo brote infeccioso que lleve a una epidemia. Además, muchos tipos de virus pueden intercambiar información genética con otros en forma de fragmentos de ácido nucleico. Los virus de influenza tienen ocho segmentos de arn. Si dos tipos de virus de influenza infectan a un mismo animal —como ha ocurrido en granjas de cerdos o aves de corral—, algunos de estos segmentos pueden mezclarse y estas nuevas combinaciones dar origen a nuevas variantes del virus que sean más infecciosas, para esos mismos animales o para otras especies, como nosotros.
La evolución de los virus —y de otros microorganismos infecciosos— nunca se detiene. Por eso existen normas para la cría de animales que buscan evitar las infecciones cruzadas y un sistema mundial de monitoreo que vigila los nuevos brotes que surjan en la naturaleza o en instalaciones humanas.
Somos una especie animal más, en un mundo lleno de agentes infecciosos en constante evolución. No podemos evitar que surjan nuevas pandemias, pero sí podemos esforzarnos para estar lo mejor preparados posible.