30 de abril de 2024 30 / 04 / 2024

¿Quién es? 305

Primož Kajdic

Gloria Valek

Retrato: Arturo Orta

Geofísico espacial esloveno que estudia el viento solar y su interacción con los planetas

Como a los 14 años decidí estudiar astronomía; me gustaba leer la Guía del autoestopista galáctico de Douglas Adams y Diarios de las estrellas de Stanisław Lem; empecé a acudir a los campamentos astronómicos, a frecuentar a astrónomos aficionados y a percatarme de que a mucha gente le interesaba lo mismo que a mí

Hace algunos años, en el pequeño auditorio Tlayolotl del Instituto de Geofísica (igef) de la unam, un joven y entusiasta investigador impartía una interesante plática sobre el nacimiento de las estrellas. En un castellano con acento singular el académico esloveno explicaba cómo con simulaciones numéricas, cómputo de alto nivel y datos observacionales de telescopios estudiaba unos curiosos objetos de nombre Herbig-Haro (hh) —que, por cierto, ayudó a descubrir el astrónomo mexicano Guillermo Haro— y su relación con la formación de las estrellas.

Al preguntarle por qué habla tan bien español me contó que empezó a estudiarlo antes de llegar a México y que pronto se dio cuenta de que el que se habla aquí es diferente al de España. Le gustaba mucho vivir en Eslovenia, pues se sentía seguro y de niño gozaba de mucha libertad: iba a la escuela y a diversas actividades sin la supervisión de sus padres. En México, en cambio, al llegar sintió mucho dolor por la comida picante [sonríe] y se sintió abrumado por una ciudad tan grande, con diez veces más personas que en todo su país.

¿Qué te hizo dedicarte a la ciencia? ¿Con qué soñabas de niño?

Fui un niño introvertido pero con bastante imaginación, que veía caricaturas y quería vivir en esos mundos imaginarios, aunque muy pronto ese niño se dio cuenta de que la realidad suele ser más interesante que la ficción. Recuerdo la primera vez que vi las estrellas, cuando estaba en preescolar, y realmente me cautivaron. Tiempo después, alrededor de los 12 años, mi papá me prestó unos binoculares con los que pude descubrir en el espacio colores imperceptibles a simple vista; fue la primera vez que pensé en dedicarme a estudiar las estrellas. En aquella época no había tanta información como ahora ni tantos recursos. No existía internet, pero en la biblioteca empecé a leer libros sobre astronomía que, aunque no entendía, me llevaron a interesarme en las constelaciones y a descubrir que había un orden en el cielo, que las estrellas no estaban ahí regadas, que hay patrones y muchas cosas más. Descubrí el telescopio y como a los 14 años decidí estudiar astronomía; me gustaba leer la Guía del autoestopista galáctico de Douglas Adams y Diarios de las estrellas de Stanisław Lem; empecé a acudir a los campamentos astronómicos, a frecuentar a astrónomos aficionados y a percatarme de que a mucha gente le interesaba lo mismo que a mí.

Recuerdo a un maestro de matemáticas, astrónomo aficionado, que siempre respondía mis dudas sobre el tema, lo cual a mis compañeros les encantaba porque así evitaban la clase [sonríe]. Yo era bueno para las matemáticas, se me daba bien la física y sobresalía en química; era muy curioso y en los campamentos de verano empecé a percatarme de que podía dedicarme a la ciencia.

¿Dónde estudiaste física? ¿Cómo fue que llegaste a México?

En la capital de mi país, en la Universidad de Liubliana, Eslovenia, estudié física y me especialicé en astronomía. Mi asesor me contactó con una investigadora del Instituto de Astronomía (ia) de la unam; vine a estudiar la maestría y me quedé después al doctorado.

Hiciste un posdoctorado en el Instituto de Investigación en Astrofísica y Planetología de Toulouse y en la Agencia Espacial Europea (esa, por sus siglas en inglés), y luego llegaste al Instituto de Geofísica de la unam

Sí, la experiencia en Francia fue maravillosa y estar en la esa, un sueño hecho realidad, pues es el equivalente europeo de la nasa. Después llegué al igef, porque la geofísica se ocupa también de los fenómenos que ocurren en el Sistema Solar y a mí me interesan mucho. Las ciencias espaciales también se concentran en los efectos terrestres de fenómenos externos, muchos de los cuales provienen del Sol. Por eso hay institutos, como el de Geofísica, que tienen mucho en común con la astronomía, y las ciencias espaciales pueden investigarse desde cualquiera de ellos.

Cuando en 2008 terminé el doctorado busqué quedarme en México por razones personales y encontré áreas interesantes de investigación en geofísica. Desde entonces participo en proyectos sobre los efectos del Sol en la Tierra y en algunos de divulgación de la ciencia, como los relacionados con los eclipses. Por ejemplo, si quieres saber qué ocurre con la corona solar, en el Departamento de Ciencias Espaciales del igef hay investigadores trabajando en ello.

También has participado en hallazgos sobre el clima espacial. ¿Por qué es importante?

El clima espacial está relacionado con el comportamiento del Sol; interactúa con el campo magnético de la Tierra y genera perturbaciones de diferente intensidad, cuyos fenómenos, como las auroras polares, pueden ser espectaculares o interferir en nuestra vida cotidiana, por ejemplo si afectan los aparatos electrónicos y la transmisión de información. Es un gran tema, pues la interacción del viento solar con la magnetosfera terrestre es un rico laboratorio natural que permite hacer investigaciones apasionantes.

¿Qué diferencias encuentras entre la unam y las universidades europeas?

Pronto voy a cumplir diez años como investigador en la unam, y sí hay diferencias. Por ejemplo, en Europa los grupos son más grandes, tienen más recursos y pueden emprender proyectos más dirigidos a la ingeniería de instrumentos. Esos países son generadores de datos e instrumentos para las misiones espaciales; los datos están disponibles para el mundo, pero la parte de la instrumentación no existe en México. Aunque aquí no participamos de manera importante en las misiones espaciales, reflexionamos y podemos generar información con base en esos datos.

¿Y qué hay de futuras misiones espaciales?

Todavía no sabemos si vamos a poder enviar tripulaciones humanas a viajes interestelares…. El agua, el oxígeno y la alimentación pueden resolverse, pero el Sol, como otras estrellas en ciertas etapas de su vida, emite unas partículas (que llamamos radiación cósmica) cuyo efecto sobre el organismo es similar a la radiactividad. Necesitamos conocer los procesos físicos que las producen y encontrar cómo bloquearlas o atenuar sus efectos.

A veces parece que nuestra investigación es muy teórica, pero mientras más entendemos el Sol más sabemos acerca de su influencia directa sobre nuestro planeta. Por ejemplo, se han encontrado evidencias de intensas tormentas causadas por nuestra estrella hace miles de años con base en las cuales suponemos que se iluminó todo el cielo; los humanos nunca hemos experimentado un fenómeno así. Por cierto, en 2012 el Sol emitió una eyecta que de haber estado orientada hacia la Tierra habría afectado las telecomunicaciones, la navegación y la vida diaria. Sabemos que en algún momento va a pasar algo así y debemos estar preparados.

¿Cómo son los cielos en México?

En comparación con Eslovenia, las constelaciones en México están un poco movidas hacia el norte; aquí se pueden observar otras del cielo sureño, que allá no se ven. Pero la diferencia más grande es que debido a la contaminación lumínica en la Ciudad de México casi no se puede disfrutar del cielo nocturno.

¿Tus pasiones dentro de la ciencia, la divulgación y la docencia?

Además de mis temas de investigación disfruto la ciencia de la cocina, que une aspectos de biología, química y física, específicamente los procesos de fermentación de la comida, ya que me encanta elaborar masa madre para pan. Tengo un blog llamado Blog Solar con un éxito limitado que me gustaría desarrollar; la gente busca entretenimiento y responde mejor a las historias sobre ciencia. Debo aprender cómo alcanzar más públicos y estar más en contacto con los jóvenes. La docencia la disfruto mucho: imparto una materia optativa de licenciatura en la Facultad de Ciencias y otra en el posgrado de Ciencias de la Tierra, ambas de la unam.

En corto

Ciudad para vivir
Regresar a Toulouse porque posee las ventajas de una gran ciudad y es suficientemente pequeña para disfrutarse.

Platillo predilecto
Pizza de masa madre, que aprendí a preparar.

Viajar
En la Tierra, a China y también a las regiones polares para observar auroras, pues todavía no las he visto. En el espacio, a la Luna, del lado que da a la Tierra durante lo que desde aquí llamamos eclipse lunar, pues allí podría disfrutar de un eclipse solar durante varias horas.

Pasatiempos
Caminata y senderismo; pertenezco a la Asociación de Montañismo de la unam.

Amores
Mi esposa Laura y mi hija Maya, ambas mexicanas.

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