13 de octubre de 2024 13 / 10 / 2024

Ráfagas 306

Ráfagas

María Luisa Santillán

Ilustración: revista ¿Cómo ves?

¿Cómo se hidratan los delfines?

Desde mediados del siglo xx sabemos que los delfines, igual que los humanos, no pueden beber el agua salada del mar, pues no cuentan con glándulas de sal para separar este mineral del líquido, como ciertas aves, peces o reptiles. Así pues, ¿cómo se hidratan estos mamíferos? Diversos grupos de científicos se han hecho esta pregunta.

Una investigación publicada en el Journal of Ex-perimental Biology encontró que las cuatro orcas y los nueve delfines estudiados se hidratan básicamente gracias al agua de sus presas y al agua metabólica que se produce en sus propias células por la degradación de carbohidratos, proteínas y lípidos. Una fracción proviene del agua de lluvia, que forma parches de agua fresca en el océano, y de estuarios.

Para determinar el origen del agua en los cuerpos de los delfines, investigadores de la Universidad Claude Bernard Lyon 1 midieron los isótopos de oxígeno del agua en la sangre y la orina de sus sujetos y compararon estos valores con los del agua contenida en sus presas. Así determinaron que el agua que obtienen con la caza es de entre 61 y 67 % de su ingesta total, y el agua metabólica de entre 28 y 35 por ciento. Los investigadores coinciden en que la sobrepesca y el cambio climático, que provoca la redistribución de las presas de todos los animales marinos, son un riesgo para la conservación de estos mamíferos.

¿Cómo se hidratan los delfines?Svetlana Orusova /Shutterstock

Impulsar la ciencia aeroespacial desde las aulas

En la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (upaep) se promueve la participación de sus estudiantes en competencias aeroespaciales para formar ingenieros que contribuyan a la creciente industria aeroespacial mexicana. Por ello algunos de sus alumnos participaron en el Encuentro Mexicano de Ingeniería en Cohetería Experimental (enmice) —programa impulsado por la Agencia Espacial Mexicana— y en la competencia AeroDesign, una de las más destacadas de nuestro país en la creación de aeronaves. El primero se llevó a cabo en abril y la segunda en marzo de este año.

En ambas actividades los estudiantes son quienes deben desarrollar toda la ciencia y tecnología alrededor de un cohete o una aeronave, y demostrar que sus propuestas funcionan. Además, son un espacio para catalizar vocaciones y el trabajo innovador entre los alumnos, quienes deberán ser capaces de diseñar, construir y operar estos equipos de manera competitiva. Con eventos de esta índole se espera contribuir a que en un futuro México sea tecnológicamente relevante en el acceso y la exploración del espacio y continuar con una historia en cohetería que inició a mediados del siglo pasado pero que languideció por falta de mecanismos de transmisión del conocimiento.

Impulsar la ciencia aeroespacial desde las aulas

¿Por qué los humanos no tenemos cola?

Una serie de cambios genéticos en nuestros antepasados podría haber provocado que el grupo de homínidos al que pertenecen humanos y simios hoy no tenga cola, a diferencia de los monos. Una de estas mutaciones, ocurridas hace unos 25 millones de años, dio como resultado que el coxis de los humanos modernos sólo esté conformado por entre tres y cinco vértebras. La pérdida de la cola se considera un cambio evolutivo de gran importancia, pues se ha relacionado con el bipedalismo, es decir nuestra forma de andar erguidos sobre dos pies.

Investigadores del hospital nyu Langone Health, en Estados Unidos, buscaron en primates elementos genéticos que controlan el desarrollo de la cola y encontraron un “gen saltarín” (un fragmento de adn que puede ir de una zona del genoma a otra”) relacionado con esta pérdida. El estudio, publicado en la revista Nature, mostró que tanto simios como humanos tienen uno de estos genes saltarines insertado en el gen tbxt, que en los monos es uno de los genes que permiten el desarrollo de una cola. Esta inserción, producida al azar, codifica una proteína que contribuye directamente a la pérdida de esa extremidad. También experimentaron en ratones para demostrar que al modificar el gen correspondiente en estos animales se producen colas incompletas o ausentes, y aumenta la incidencia de espina bífida, una afección que sufre uno de cada mil niños humanos. Así, las ventajas evolutivas de la pérdida de la cola acarrearon su propio costo.

¿Por qué los humanos no tenemos cola?Fuente: B. Xia, W. Zhang, G. Zhao et al., “On the genetic basis of tail-loss evolution in humans and apes”, Nature, vol. 626, febrero de 2024, pp. 1 042-1 063.

Cambios neuronales y miedo

Los episodios de estrés grave pueden llevar a trastornos de ansiedad en los que se experimenta un miedo intenso sin que haya una amenaza inminente. Hasta ahora no se conocían los mecanismos que producen esta respuesta, pero investigadores de la Universidad de California en San Diego identificaron en ratones los cambios en la bioquímica cerebral y mapearon los circuitos neuronales que provocan esta experiencia. Para conseguirlo estudiaron el núcleo dorsal del rafe en cerebros de ratones —un área ubicada en el tronco cerebral y cuya función es mantenernos alerta—, y después de someterlos a un estrés agudo encontraron cambios neurológicos: se redujo la cantidad de neuronas que producen glutamato (neurotransmisor que excita a las neuronas) y aumentó la cantidad que produce gaba (neurotransmisor que las inhibe). Esto coincide con el cambio que experimenta una sola neurona tras una experiencia traumática y lleva a los ratones a tener respuestas de miedo generalizado. También examinaron post mortem cerebros humanos de personas que habían sufrido trastorno de estrés postraumático y confirmaron este cambio en los neurotransmisores.

Más adelante los investigadores inyectaron un adenovirus modificado en los ratones antes de que éstos sufrieran estrés agudo, con lo que lograron suprimir la producción de gaba y el miedo consecuente. Por último, notaron que si después de experimentar un evento estresante les administraban a estos animales el antidepresivo fluoxetina (Prozac) se prevenía el cambio de neurotransmisor. El trabajo fue publicado en la revista Science.

Cambios neuronales y miedoEdvard Munch, El grito, 1893

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