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Sustos, diabetes e ideas erróneas

Osmar Rivera Ramírez

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El 28 de septiembre de 1980 se transmitió el primer capítulo de una serie televisiva que revolucionaría la manera de aproximar la ciencia a la sociedad: Cosmos, conducida por el astrofísico Carl Sagan, sentó las bases de la labor que hoy es reconocida como divulgación de la ciencia. Han pasado más de cuarenta años y el interés de la sociedad por la ciencia se ha revitalizado a través de los medios de comunicación masiva. Así pasó con Sagan, quien, aprovechando la masificación del medio televisivo, transmitió por TV algunas de las grandes verdades del Universo, y siglos antes con Galileo, quien hizo lo mismo con el libro, tras la invención de la imprenta.

Luis Estrada, reconocido como el decano de la divulgación de la ciencia en México, además de aprovechar los medios de comunicación disponibles en los años sesenta del siglo pasado, fundó espacios propios para la divulgación, como la revista Física, que pronto se transformó en Naturaleza, con la respectiva reintegración multidisciplinaria, en la que tuvieron cabida otros científicos. Actualmente las innovaciones en los medios de comunicación digital, al tiempo que transforman la manera de comunicar, favorecen la labor divulgativa dotándola de dinamismo y aproximándola aún más a los públicos consumidores, al permitir la interacción en tiempo real con los llamados “creadores de contenido”, científicos, periodistas o divulgadores de ciencia.

Los trabajos de Sagan, Galileo o Estrada, pero también los de Stephen Jay Gould, Ruy Pérez Tamayo, Julieta Fierro o Javier Santaolalla, demuestran lo que le debemos a los pioneros de esta importante labor.