16 de septiembre de 2024 16 / 09 / 2024

Ojo de mosca 310

La ciencia y lo desconocido

Martín Bonfil Olivera

Mosca helicóptero. Scaeva sp. Clase: Insecta. Subclase: Pterygota. Filo: Endopterygota. Orden: Diptera

La gente que no entiende mucho de ciencia cree que ésta afirma “saberlo todo”. Pero quienes conocen un poco más a fondo cómo funciona —por ejemplo, los lectores de ¿Cómo ves?— saben que, por el contrario, hay muchísimas cosas que la ciencia no sabe.

La biología, por ejemplo, ha dado enormes saltos en los últimos siglos: de la teoría de la evolución de Darwin a los avances increíbles de la biología molecular. Sin embargo, sigue sin resolver misterios que van de lo más prosaico —cómo evolucionó el ano de los animales— a lo más básico: los mecanismos precisos detrás del origen de la vida. Y hay más: ¿qué especies de animales y plantas existen en las vastas áreas inexploradas del océano? ¿Qué especies de bacterias y arqueas nos faltan por descubrir? ¿Hay vida en otros planetas?

En química, por su lado, hay también grandes interrogantes, como el sorprendente efecto que permite que en ciertas condiciones el agua caliente se congele más rápidamente que el agua fría (el llamado efecto Mpemba, por el apellido de su descubridor). O el hecho de que no se tiene una única teoría que prediga siempre, con todo detalle, cómo se forman los enlaces químicos.

Las neurociencias, aunque permiten comprender cada vez mejor la fisiología de las neuronas y el cerebro, siguen sin descifrar cómo funciona detalladamente la memoria, qué es el pensamiento y sobre todo el llamado “problema duro de la conciencia”: cómo es que una masa de tejido cerebral puede dar origen a la sensación de un “yo” consciente de su propia existencia.

En matemáticas, por su parte, hay numerosas conjeturas —afirmaciones sobre el comportamiento de las entidades matemáticas— que siguen en espera de ser demostradas para convertirse en teoremas. Muchas veces los teoremas demostrados han dado pie a enormes avances científicos y tecnológicos.

Y quizás el ejemplo más dramático de lo que ignora la ciencia es el problema de la materia y la energía oscuras. Desde el siglo pasado se sabe que el Universo debe contener una cantidad de “materia oscura” que es invisible porque no emite luz (y que detectamos por sus efectos gravitacionales). Pero en 1998 se descubrió que la conocida expansión del Universo, lejos de frenarse por la gravedad, se estaba acelerando debido al efecto de una misteriosa “energía oscura” cuya naturaleza se sigue discutiendo. Basta decir que se calcula que la materia oscura forma un 27 % del Universo, mientras que la energía oscura constituye el 68 %. Así, la materia ordinaria, de la que se ocupa el resto de la ciencia, ¡corresponde sólo a un 5 % del Universo!

Parecería que entre más sabemos, más cosas que desconocemos descubrimos. Si imaginamos el conocimiento científico como un círculo que se va ampliando constantemente conforme descubrimos más acerca del Universo, la frontera de lo desconocido —el perímetro del círculo—, paradójicamente va aumentando.

Sí, a la ciencia le falta mucho para “saberlo todo”. Pero lo importante es que sabe que no lo sabe todo, y trata de averiguar lo demás.

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