Ojo de mosca 319
¿Desextinguir especies?
Martín Bonfil Olivera

Mosca sin identificar. Clase: Insecta. Subclase: Pterygota. Filo: Endopterygota. Orden: Diptera
La extinción es parte fundamental del proceso de evolución de los seres vivos. Se calcula que 99 % de las especies que han existido están hoy extintas. A la mayoría las conocemos por sus restos fósiles, y muchas nos fascinan: dinosaurios, mamuts o tigres dientes de sable. Imaginar que nos encontramos con ellas ha sido el sueño de muchos (y la pesadilla de otros). Pero la idea de traer de vuelta a la vida una especie extinta era sólo fantasía… hasta que surgieron las modernas técnicas de manipulación genética y clonación. La película Parque jurásico, de 1993 —basada en la novela de Michael Crichton—, proyectó esta posibilidad en la mente de las multitudes.
Sin embargo, aun con la tecnología más moderna hay muchas razones por las que es imposible resucitar una especie extinta, entre otras que no es factible recuperar su información genética completa, su genoma: el adn es extremadamente frágil y de los fósiles normalmente sólo se pueden extraer fragmentos pequeños.
Y aunque se tuviera el genoma completo de, digamos, un mamut, sería necesario insertarlo en una célula viva de mamut. Usar la célula de una especie cercana inevitablemente alteraría el desarrollo del embrión. Además, para que se desarrollara como un auténtico mamut necesitaría ser criado por sus congéneres para adoptar los comportamientos adecuados para sobrevivir en un ambiente que probablemente ya tampoco existe en el planeta.
Es por eso que ante el muy publicitado anuncio de la empresa estadounidense Colossal Biosciences de que lograron “desextinguir” el lobo terrible o gigante (Aenocyon dirus), extinto hace unos 13 mil años, muchos científicos se han mostrado escépticos e incluso lo han calificado de “engaño”. En realidad lo que se hizo fue identificar varios genes importantes en fragmentos de adn recuperados de fósiles del lobo terrible, cuya función se dedujo a partir de su similitud con genes conocidos de otras especies vivas, y luego modificar los mismos genes pero en células de lobo gris, para que fueran idénticos a los del lobo terrible.
Así, los tres lobeznos nacidos de este proceso no son realmente lobos terribles, sino ejemplares de lobo gris modificados genéticamente para tener rasgos físicos que los hacen muy parecidos a lo que debe haber sido el animal extinto. ¿Es esto un engaño? Sí, si se pretende hacerlos pasar por auténticos ejemplares de una especie “desextinguida”. Pero no si consideramos que es lo más cerca que podemos estar de obtener una especie extinta.
Tal vez un día haya zoológicos en los que podamos admirar tiranosaurios y pterosaurios, mamuts y lobos terribles, dodos y tigres de Tasmania… pero serán siempre imitaciones más o menos bien logradas, no el animal auténtico. Y habría también que preguntarse si, además de exhibirlos para entretenimiento humano, “revivir” especies extintas no podría tener consecuencias desastrosas para los ecosistemas… un peligro del que ya nos ha advertido la ciencia ficción.