23 de junio de 2025 23 / 06 / 2025

¿Quién es? 320

Tania Rubio

Gloria Valek

Fotos cortesía de Tania Rubio

  1. Compositora, investigadora y artista sonora dedicada al estudio del sonido en la comunicación animal y los paisajes sonoros. Crea música nueva inspirándose en los cruces entre arte y ciencia.
  2. Trabaja con todo tipo de instrumentos musicales, sobre todo latinoamericanos. Compone música de diferentes géneros desde el teatro musical, en una sala de conciertos, hasta instalaciones sonoras en las que incorpora sonidos de culturas autóctonas.
  3. Desde chiquita tomaba clases de iniciación musical, coro, piano y solfeo en la unam. Dormía y despertaba con música, porque a sus padres siempre les gustaron el jazz, el rock y la música clásica.
  4. Aunque su mamá deseaba que fuera “lady Mozart” en la adolescencia se inclinó más por las percusiones y la música tradicional.
  5. Estudió la licenciatura en música en la unam y la maestría en creación musical, nuevas tecnologías y artes tradicionales en Argentina. Luego le interesaron la biología y la oceanografía enfocadas en la creación musical y en la bioacústica (el estudio de los sonidos de la naturaleza). Terminó el doctorado en Austria bajo la batuta de la compositora Carola Bauckholt.
  6. Trabajando de la mano de biólogos, especialistas en acústica y antropólogos estudia y observa la música de las culturas tradicionales, los hábitos de los animales en su entorno y sus huellas ecológica y acústica. No sólo compone, ejecuta y difunde su música sino que también construye sus propios instrumentos.
  7. Adora identificar y difundir el sonido que producen distintos animales, pero sobre todo conectar todos sus elementos: el viaje del sonido por el aire, el agua y distintos materiales. Ama cuando silba el viento o caen las gotas de agua, y las percusiones en la música afrobrasileña o en el gamelán indonesio. Prefiere lo ancestral a lo contemporáneo.
  8. Dirige el Laboratorio de Ecología Acústica de México, un espacio creativo que promueve el desarrollo del arte sonoro ambiental y el estudio de los sonidos del medio ambiente.
  9. Su trabajo se centra en el uso del paisaje sonoro, la ecología acústica y la bioacústica. Entre sus obras están Yolcatl-Ba’alche’ para instrumentos precolombinos y electrónicos y El lenguaje del agua, resultado de una residencia instrumental en Irlanda.

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Tania Rubio

Compositora, investigadora y artista sonora, dedicada a estudiar el sonido en la comunicación animal y los paisajes sonoros naturales para enfocarlos en la creación de música nueva. Se centra en la ecología acústica y los estudios del paisaje sonoro de manera interdisciplinar, intercultural y crítica, con particular interés en los cruces entre arte y ciencia desde la biomúsica. Compone música de diferentes géneros, desde el teatro musical, en una sala de conciertos, hasta instalaciones sonoras en las que incorpora sonidos de culturas autóctonas.

¿Cómo fue tu niñez? ¿Cuáles eran tus sueños?

Tuve la fortuna de estudiar música desde los seis años. Nunca lo pensé como algo a futuro porque en casa siempre hubo música; a mis padres siempre les gustó, sobre todo el jazz; a mi papá también le gustaba el rock y a mi mamá la música clásica. Desde chiquita mi mamá me llevó a clases de iniciación musical en la unam, donde tomé clases de piano, coro, solfeo… dormía y despertaba con música. Nunca pensé en ninguna otra cosa. Soy hija única, nadie de mi familia se dedica a la música, pero mi mamá quería que yo fuera “Lady Mozart”. Sin embargo, yo prefería las percusiones, el rock, el jazz y la música tradicional de las distintas culturas del mundo.

¿Qué opinan tus padres de que la música es parte esencial de tu vida?

Mi padre murió cuando yo iba a cumplir 18 años y todavía no me dedicaba profesionalmente a la música, y mi madre disfruta lo que hago aunque a veces no lo entiende muy bien. En general siempre me apoyaron para que estudiara música, aunque no específicamente para ser percusionista. En el propedéutico pude ingresar formalmente a la carrera y elegí composición. Entonces comenzó mi pasión por los instrumentos y la diversidad musical. Posteriormente me surgió el interés por la biología y la oceanografía, particularmente los sonidos que emiten los animales y sus hábitats, y me centré en la bioacústica (el estudio sistemático de los sonidos de la naturaleza) en ecosistemas de México, algunas regiones de Europa y ahora Sudamérica.

Después de la licenciatura en composición en la Facultad de Música de la unam hiciste posgrados en el extranjero…

Sí, hice la maestría en creación musical, nuevas tecnologías y artes tradicionales, y me especialicé en teatro de objetos, interactividad y nuevos medios en dos universidades argentinas. Actualmente estoy por terminar el doctorado en la Universidad Privada Anton Bruckner en Linz, Austria, bajo la batuta de la reconocida composito

¿Cómo fue tu proceso de profesionalización?

Interesante, pues paralelamente a mis estudios de licenciatura en México estudié culturas musicales de tradición oral y la relación entre el sonido, el movimiento, la danza y el ritmo. Entonces comencé a interesarme en los instrumentos precolombinos, quería estudiarlos formalmente pero, pese a nuestra riqueza cultural y a que existen artefactos sonoros únicos y complejos, la exploración sonora de estos artefactos no se estudia académicamente en nuestro país. Por eso viajé a Argentina, para aprender acerca de los instrumentos mesoamericanos y latinoamericanos desde la creación musical, y aprendí incluso a construirlos. Posteriormente trabajé en sitios arqueológicos como Xochicalco, donde participé con antropólogos y arqueólogos interesados en las culturas sonoras del pasado, quienes me permitieron grabar por primera vez sonidos de instrumentos originales.

No sólo compones, ejecutas y difundes esa música sino que también construyes tus propios instrumentos…

Sí, me enamoré no sólo de imaginar y crear sonidos sino de entenderlos en relación con otros elementos: el viaje del sonido por el aire, el agua y distintos materiales, y su interacción en esos espacios. Me interesan particularmente los sonidos que se producen en el reino animal y crear instrumentos musicales con barro, arcilla… basándome en las tradiciones milenarias y trabajando tanto con arqueomusicólogos especialistas en acústica como con biólogos, pues para entender al animal simbólico primero debes observar sus hábitos en el entorno: no es que las manchas del jaguar simbolicen sólo la noche o las estrellas, sino que es un depredador nocturno. El simbolismo tiene más que ver con los hábitos de esos animales y su huella ecológica y también acústica.

¿En qué consiste la huella acústica?

Ninguna especie es igual a otra. Cada una establece relaciones ecológicas y sonoras particulares entre los mismos miembros, con otros animales y con el medioambiente. De ahí se derivó mi proyecto de doctorado en Linz, Austria, donde tuve la fortuna de contar con la reconocida compositora alemana Carola Bauckholt como directora de tesis y profundizar en el registro sonoro para entender que cada ecosistema tiene su huella acústica y cómo las especies se relacionan de manera específica con cada entorno, ambiente…

¿Alguna vez alguien te ha dicho que lo que haces es original, distinto… que rompes paradigmas?

Bueno [sonríe], desde la mirada y el registro sonoro de occidente en Latinoamérica y Europa siempre ha sido raro abordar la música, su composición y creación desde esta perspectiva. La carrera de composición tiene esquemas muy convencionales que vienen de la Europa del siglo xix y yo siempre he sufrido de esquizofrenia cultural, pues cuando abro la puerta para salir de mi zona de confort me enfrento a un mundo que no tiene nada que ver con la música que se estudia en la academia. Me enfrento al choque cultural entre la teoría musical formal y el mundo real, aunque eso se rompió cuando llegué a Grecia y descubrí que el problema de identidad cultural no sólo se da en México sino que también ocurre en distintas culturas debido al colonialismo y la globalización.

¿Qué encontraste en Grecia que te hizo reafirmar tus intereses?

Que, igual que México, Grecia es una mezcla compleja de culturas y el resultado musical es equivalente a la diversidad cultural… Hay tanto que conocer, estudiar, y sin embargo tendemos a superespecializarnos. He ido dos veces a ese país a trabajar en un festival y a una interesante conferencia sobre ecología acústica, y este verano iré nuevamente. Admiro loca y profundamente a Grecia; me ha marcado, sobre todo Atenas que, con Berlín, es de las pocas grandes ciudades de occidente que amo.

Has ganado muchos premios y reconocimientos, ¿pero alguno es tu preferido, te representa más?

Todos son importantes. Mi maestra, Carola Bauckholt, decía que las obras son como los bebés, pues cada uno tiene una característica que aprecias y a cada uno le tienes un cariño especial. Quizás quisiera resaltar las obras más recientes; por ejemplo, The Language of Water, “El lenguaje del agua”, que me marcó porque fue producto de una residencia inolvidable en el sur de Irlanda: antes de esa experiencia no entendía la gravedad del problema del agua a nivel mundial pero cuando llegué a esa región comprendí que su verdor y belleza no existirían sin ese líquido. Me impactó la abundancia del agua en sus ecosistemas, ya que vengo del centro de México, donde la escasez de agua es apremiante. Infelizmente en ambos países los ecosistemas están siendo afectados por el impacto del calentamiento global. También me gustaría mencionar la obra Yocatl, que es producto de grabaciones originales de instrumentos precolombinos y animales endémicos. Mi música se inspira en imaginar lo que sentían las culturas ancestrales cuando escuchaban la selva sin el impacto industrial que hemos provocado. Mi música expresa mi experiencia sonora en estos ecosistemas; es un llamado para que los demás escuchen a la naturaleza…

¿Y la música contemporánea occidental?

Acabo de regresar del Amazonas y desde el día uno sabía que la música tradicional occidental es única, ¿pero cuánto sabemos sobre la biodiversidad de nuestros propios países, ciudades y jardines?, ¿cuántos de nosotros podemos nombrar las especies que nos rodean cotidianamente? Los jóvenes y muchos adultos son expertos en marcas comerciales, ropa de moda, pero no saben nada de la biodiversidad que les rodea (mucho menos de sus sonidos); no sólo estamos ante el declive de diversas especies, sino que tampoco sabemos de dónde viene el agua que bebemos o qué animales habitan en nuestro entorno.

Para mí es fundamental no sólo estar consciente del ambiente en el que vivimos todos los días, sino escuchar sus sonidos, sus formas de vida y subsistencia. La música puede tocar corazones y hacernos entender que debemos preservar este planeta, que somos de las especies más recientes pero de las que más daño han causado a la naturaleza. Necesitamos aprender de bioética para coexistir. Por eso decidí dedicarme al estudio de los sonidos de la vida y cada vez aprecio más las obras de la naturaleza, que son como una orquesta creada por diversas especies.

Siempre hemos tratado de imitar a la naturaleza y tú regresas a eso… ¿Qué les dirías a los jóvenes? ¿Cómo los atraes a tu área de estudio?

Una de las experiencias más bellas que he tenido ocurrió en 2023 con nuestro Laboratorio de Ecología Acústica en México (leam): en la zona arqueológica de Yaxunah, pedí a dos chicas jóvenes que me ayudaran a grabar mientras contábamos en silencio la aparición de las estrellas e identificábamos los sonidos naturales que iban cambiando del día a la tarde y luego a la noche. Me sorprendió que para ellas fuera una nueva experiencia dedicar su tiempo a escuchar y observar la naturaleza en silencio aunque eran lugareñas. Y acabo de vivir una anécdota parecida en el Amazonas con la comunidad tacana de Bolivia, y la respuesta también ha sido fascinante, pues las personas son muy sensibles y escuchar los conecta con el medio ambiente de una manera única.

A los jóvenes les diría que apaguen sus pantallas y que cada día traten de conectarse con el mundo real, el de afuera, de escuchar y observar a la naturaleza y a su entorno.

Trabajas de manera independiente y diriges el leam, ¿cuál es su finalidad?, ¿cómo se sostienen?

Se trata de un espacio de intercambio epistémico y creativo para promover el desarrollo del arte sonoro ambiental y estudiar los sonidos del medio ambiente con ayuda de varias disciplinas. Nuestro equipo interdisciplinario está integrado por académicos interesados en la música que provienen también de la biología, la bioacústica y las artes visuales. En noviembre tendremos un evento llamado Imaginando futuros comunes, enfocado en el arte, la sustentabilidad y el cambio climático, que esperamos que tenga mucho éxito.

Al leam lo sostenemos en principio con la suma de voluntades [sonríe], pues en México es una propuesta innovadora. Nos entusiasma el resultado que hemos tenido en nuestros proyectos desde 2021. Contamos con algunos patrocinios de varias instituciones gubernamentales, universitarias y artísticas, e incluso de otros países como Alemania.

Has estrenado más de 60 obras en festivales internacionales de más de 18 países, ¿cuáles recuerdas?

Todos han sido especiales e importantes: desde el Festival Internacional Cervantino en Guanajuato, México, hasta el Time to Listen en Berlín, en donde hemos sido interpretados por grupos con reconocimiento internacional como el aclamado Ensemble Modern o el gran ensamble vocal Neue Vocalsolisten. He compuesto obras de música contemporánea de concierto, acústica multicanal e instalaciones sonoras en las que combino saberes ancestrales y contemporáneos. Mi investigación-creación se enfoca en el cruce del paisaje sonoro, la ecología acústica y la bioacústica.

Además de tus creaciones musicales y tu participación en distintas redes creativas, has recibido diversos premios y distinciones por tu trabajo…

Sí, he tenido el honor de estrenar mis obras en distintos formatos en varios países: México, Alemania, Dinamarca, Irlanda, Grecia, Austria… Agradezco esas oportunidades, que me han motivado y enriquecido profesional y personalmente. Varias obras se encuentran en las redes digitales; por ejemplo, The Language of Water para ensamble, objetos y electrónica, y Yolcatl – Ba’alche’, obra para instrumentos precolombinos y electrónica.

En corto

  • Sonidos animales preferidos. Es difícil decidirme pero quizás los de las aves, porque son un grupo biológico muy diverso y prehistórico que se encuentra en casi todo el planeta, y solemos relacionar sus sonidos con los humanos. Pero entre más conozco, por ejemplo, a los insectos, a mamíferos como los delfines, a los murciélagos o a reptiles como los caimanes del Amazonas, me maravillo más con sus sonidos y silencios.
  • Sonido natural predilecto. El viento me encanta, disfruto cuando silba y cuando canta. El agua también me fascina, sobre todo el caer de las gotas… porque el sonido apabullante del océano me llega a desesperar.
  • Amores. Mi esposo, mi madre, mis perros Orwel y Nayla, así como Arnulfa, mi patita de cuatro años, que rescaté durante la pandemia.
  • Música favorita. La de la selva, la naturaleza. Entre los instrumentos, las percusiones y los alientos.
  • Ciudades por conocer. Estambul, Turquía y Bali.
  • Comida favorita. La mediterránea pero también la tailandesa, la vietnamita y la coreana.
  • Grandes apoyos. Mi mamá y mi esposo.
  • Influencias musicales. Amo la música nueva o contemporánea y, de siglos anteriores, la de Hildegard von Bingen, la de Clara Schumann, Bach y Beethoven... Me apasionan la música tradicional del mundo (el gamelán de Indonesia, las músicas griega, turca, persa, búlgara, andina, afrobrasileña…), el jazz y el rock.
  • ¿Vale la pena tocar puertas? Siempre, hasta que se abran y nos dejen entrar…
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