25 de abril de 2024 25 / 04 / 2024

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Sergio de Régules

De los acontecimientos a escala cósmica nos enteramos porque irradian información en forma de luz o de partículas que nos llegan del espacio. Para recoger esa luz y esas partículas usamos aparatos que miran al cielo (telescopios terrestres o espaciales de distintos tipos), o que por lo menos están expuestos a esos agentes por encontrarse a la intemperie (como el obser vatorio HAWC de rayos cósmicos). En el artículo de portada Adiv González Muñoz nos cuenta de su visita a un observatorio muy distinto, el SNOLAB, que ni mira al cielo ni está a la intemperie: se aloja en las profundidades de la Tierra, en una antigua mina en Canadá. El SNOLAB es un observatorio de neutrinos, partículas tan escurridizas que para observarlas hay que reducir al mínimo el ruido causado por otras partículas provenientes tanto del espacio como del entorno terrestre. También es un laboratorio para estudiar la misteriosa materia oscura, que se manifi esta por sus efectos sobre el movimiento de las galaxias, pero que aún no sabemos qué es. Una mina a más de un kilómetro de profundidad es el sitio ideal para escuchar estos susurros del Universo.

Cuando oímos la palabra “cultivos” pensamos en plantas, pero también se pueden cultivar células, que se aprovechan en la investigación en biología y medicina. En el artículo “Cultivos celulares. Desafío a la naturaleza” Abigail Zentella Hernández muestra lo difícil que puede ser cultivar células, explica los cuidados necesarios a partir de su experiencia propia y nos cuenta la historia de un célebre cultivo celular que ha permitido salvar millones de vidas.

Un enemigo importante cuando se cultivan células son los hongos, aunque también pueden ser grandes aliados. En el artículo “Nadie como los hongos” Fabiola Murguía Flores explica cómo hemos aprovechado el poder de los hongos para descomponer sustancias muy variadas. Desde hace miles de años los usamos para elaborar pan, queso y bebidas como el vino y la cerveza. En el siglo XX nos ayudaron a fabricar los primeros antibióticos y en el futuro cercano podrían servir incluso para construir muebles. Hongos y humanos tienen una bonita historia de colaboración milenaria.

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