16 de noviembre de 2025 16 / 11 / 2025

Ojo de mosca 324

El problema con lo sobrenatural

Martín Bonfil Olivera

Mosca tse-tsé. Glossina morsitans. Clase: Insecta. Subclase: Pterygota. Filo: Endopterygota. Orden: Diptera

Lo sobrenatural es, por definición, aquello que “excede los términos de la naturaleza”, que va más allá de ella.

Al hablar de lo sobrenatural casi siempre nos referimos a fenómenos “extraños” como fantasmas, embrujos, adivinación, reencarnación y cosas similares. Pero dentro de la esfera de lo sobrenatural también caen ideas religiosas como la existencia de almas y espíritus, milagros, cielos e infiernos y entidades como ángeles y dioses.

La creencia en lo sobrenatural probablemente deriva de la necesidad del cerebro humano de hallar explicaciones para los fenómenos que observa. La caída de un rayo, una sequía, un terremoto o la muerte de un ser querido pueden parecer inexplicables e injustos. Atribuirlos a la voluntad de un ser sobrenatural es una forma de darles sentido, de explicarlos de alguna manera, y eso tranquiliza nuestra mente inquieta.

De ahí es fácil llegar a pensar que existe todo un mundo “más allá” del nuestro, donde estas entidades controlan lo que sucede en el plano natural. Se pueden explicar así fácilmente no sólo desastres, sino prácticamente cualquier cosa: el ascenso de un rey, la existencia de la esclavitud, enfermedades y plagas, el éxito o fracaso de un negocio… todo sería producto de la voluntad divina, del efecto de embrujos y amuletos o de la intervención de demonios y duendes. Y partiendo de eso puede llegar a creerse que es posible influir en estas fuerzas a través de rezos, rituales, hechizos y talismanes de protección.

¿Funcionan estas protecciones? ¿Se puede controlar la mala suerte y evitar los desastres? ¿Existen realmente estas entidades sobrenaturales? ¿Qué dice la ciencia al respecto?

Y he aquí el problema. Porque la ciencia, por definición, estudia el mundo natural. Sus métodos parten de la suposición de que no existen fuerzas más allá de la naturaleza que puedan intervenir o alterar los resultados de sus observaciones, mediciones y experimentos. Si uno pensara que los resultados obtenidos en un acelerador de partículas no necesariamente representan un fenómeno puramente físico, sino que pudieran ser alterados por una oración, un hechizo o un espíritu chocarrero, el experimento dejaría de tener sentido. Hacer ciencia sería imposible.

Por eso la ciencia natural desecha automáticamente cualquier hipótesis que pudiera involucrar fuerzas sobrenaturales. Y por eso mismo sus métodos son inútiles para estudiar fenómenos en los que pudieran participar influencias externas al mundo natural.

Las ciencias naturales no pueden estudiar ni refutar la existencia de lo sobrenatural: su misma esencia les exige adoptar la suposición de que no existe nada más allá de la naturaleza. Quien crea en lo sobrenatural tiene derecho a hacerlo, pero si trata de resolver problemas del mundo real usando esas creencias probablemente acabe decepcionado. El conocimiento que produce la ciencia es superior a las creencias sobrenaturales en un aspecto fundamental: es confiable y reproducible, y funciona al ser aplicado. Cosa que muy rara vez puede decirse de amuletos y encantamientos.

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