19 de mayo de 2024 19 / 05 / 2024

¿Será? 302

Los elefantes se emborrachan: ¿Mito embriagador?

Luis Javier Plata

Shutterstock

“Un elefante se emborrachaba / con unos frutos de marula…” Una leyenda urbana (o sabanera, si se quiere ser biogeográficamente correctos) asegura que los elefantes africanos (de la especie Loxodonta africana) se alcoholizan a veces ingiriendo frutos de una planta del tamaño de una uva conocida como marula.

Los elefantes están en peligro de extinción, no así los sicofantes que juran haber visto, o al menos oído, a una manada de trompudos haciendo desfiguros tras zamparse cantidades industriales de marula naturalmente fermentada. Pero, a diferencia de quienes sin empacho manchan la reputación de tan monumental especie, desde hace varias décadas los investigadores han buscado la manera de desmentir de una buena vez lo que muchos en la comunidad científica consideran un mito.

La manzana podrida en esta historia es la presencia natural de etanol en la marula. Este alcohol es resultado de la fermentación que realizan levaduras y otros hongos a partir del azúcar de la fruta. Es más o menos típico hallar alces alcoholizados tras comer manzanas fermentadas (uno de ellos fue fotografiado en septiembre de 2011, tras perder el equilibrio y quedar atrapado entre las ramas de, precisamente, un manzano). También hay evidencia de otros animales frugívoros con síntomas de intoxicación etílica por razones similares (manzanas, otras frutas y también la savia de algunos árboles). Y encima existen reportes de jabalíes, jirafas y babuinos borrachos por las marulas, de modo que no era extraño suponer que los congéneres de Dumbo, Tantor y Babar pudieran ser también víctimas del alcohol. Hay quienes incluso acusan a los paquidermos de buscar con plena conciencia las marulas fermentadas para engullirlas hasta casi perder la conciencia.

Pero cada cierto tiempo aparecen artículos científicos que, al menos en teoría, intentan exonerar a los elefantes. Entre las explicaciones y evidencias para condenar o indultar a los acusados, recientemente evaluadas en la revista fems Microbes (2023), tenemos:

Prueba del alcoholímetro

Que no significa pedirle al elefante que sople para medir si el nivel de alcohol en su aliento supera ciertos límites, sino determinar si la cantidad de alcohol presente en las marulas fermentadas basta para emborrachar a tan colmilludo animal. Según un estudio (publicado en la revista Phytochemical Review en 2014), la concentración típica de etanol de una marula fermentada es de entre dos y cinco por ciento. Para embriagarse, un elefante adulto con un peso promedio de tres mil kilos requiere, en teoría (y ésta es una palabra sobre la que volveremos dentro de unas líneas), entre 10 y 27 litros de un licor con una concentración de alcohol algo mayor, de siete por ciento, por lo que tendría que ingerir entre 20 y 45 litros para agarrar una guarapeta. Consideremos que 300 kilogramos es la típica ración con la que a diario se alimenta un elefante y que, siempre que puede, prefiere comer frutas y, en especial, marulas. Esto significa que, en un día típico, cerca de la mitad del plato de este hipotético individuo está compuesto por unas 11 mil marulas, lo que se traduce en unos 33-56 litros de jugo fermentado: suficiente para alcanzar un estado de felicidad etílica. Pero esto nos lleva a la…

Prueba de la abundancia de marula

Todo bebedor consuetudinario sabe que para poder beber hasta emborracharse necesita primero tener suficiente material con qué hacerlo. A diferencia de los humanos, los elefantes no están limitados por cuántas botellas de Amarula (el licor elaborado con marulas) pueden comprar en el bar más cercano, pero sí por cuántos árboles rebosantes de marulas puedan forrajear durante sus excursiones diarias por la sabana.

Al menos para quienes habitan en la región de Botsuana esto no representa mayor obstáculo, pues, además de haber una alta densidad de árboles de marula en el territorio, cada árbol produce cerca de 1 400 kilos de frutas. Por si esto no fuera suficiente, podemos añadir la…

Prueba de la fermentación prolongada

La fermentación del jugo de marula ocurre cuando, al caer de las ramas, las frutas empiezan a pudrirse, pero el proceso alcoholizante no acaba ahí: los elefantes no trituran toda la fruta al ingerirla, de modo que ésta continúa fermentándose en los intestinos elefantinos. Así pues, tendríamos que añadir este contenido alcohólico a nuestros cálculos previos. Las cosas no pintan bien para los elefantes, y eso que aún no hemos considerado la…

Los elefantes se emborrachan: ¿mito embriagador?

Prueba genética

Hemos supuesto que la ruta metabólica del alcohol en elefantes y humanos es, si no igual, al menos lo suficientemente similar para extrapolar sus efectos de unos a otros. Estamos en el momento de la película en que se llama a declarar al experto que con su testimonio termina por hundir al acusado: un estudio reciente (publicado en la revista Biology Letters en 2020) muestra que el gen alcohol deshidrogenasa, adh7, es inoperante en los elefantes. En otras palabras, los elefantes no pueden metabolizar el etanol, al menos no tan eficientemente como los humanos, campeones entre los primates en cualquier concurso de bebida gracias a una mutación de este gen que nos permite degradar el alcohol hasta 40 veces más rápido que los chimpancés y otros parientes cercanos (si esto debiera darnos orgullo o vergüenza es tema para otro tipo de revista). En lo que averiguamos si los elefantes cuentan con otra ruta metabólica para evitar embriagarse, no podemos descartar que el mito no sea mito.

Prueba aromática

Hemos mencionado ya que hay quienes creen que los elefantes prefieren y buscan activamente marulas fermentadas por sus propiedades espirituosas. Un estudio (publicado en la revista Scientific Reports en 2020) en algo apoya esta hipótesis, ya que mostró que durante su fermentación la marula desprende una gran variedad de compuestos aromáticos, y si algo tienen desarrollado los elefantes es el olfato, por lo que podrían reconocer con gran facilidad los árboles cargados de frutos con mayor contenido alcohólico para disfrutar de sus efectos en compañía de la manada.

Veredicto provisional

Con toda esta evidencia circunstancial no es posible asegurar que el de los elefantes alcohólicos —accidentales o no— sea sólo un mito. Si bien la evidencia señala que es posible que los elefantes se pongan hasta las manitas —o, si se prefiere, hasta las patitas paquidérmicas—, también es cierto que no existe fotografía alguna de elefantes exhibiendo un comportamiento similar al ejemplificado por el alce en el manzano. O sea que, hasta que no sean sorprendidas in fraganti con la trompa en la marula fermentada, podemos igualmente suponer la inocencia de estas criaturas sabaneras.

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